viernes, 28 de diciembre de 2018

La unidad del bloque popular



En el mundo, y en particular en América Latina los vientos de la política soplan hacia la derechización de la sociedad e incluso hacia el extremo de ese lado del espectro ideológico. Son los tiempos que vivimos.

Entonces, afloran con mayor fuerza que en los últimos diez años las políticas económicas y sociales que apuntan a utilizar a las mayorías de la población como ganado que, explotado con mayor refinamiento e incluso mayor violencia, contribuyan con mayores márgenes de ganancia para los dueños de la hacienda continental, y en nuestro caso particular, de esa, llamada Colombia.

Esos vientos traen consigo las banderas de la homofobia, de la misoginia, del fundamentalismo religioso, del odio a la diferencia, de la explotación de la naturaleza y de las personas, sin compasión. Se intenta construir un mundo homogenizado que no cuestione las razones de la injusticia ni proponga alternativas humanas; antes bien, que sea funcional a los intereses de los explotadores y que reproduzca no sólo sus formas, su ética, su moral y sus características; sino además que produzca en el seno de una sociedad así a los capataces que serán los verdugos de sus congéneres, mientras que los patrones observan desde las alturas con las manos limpias.

En Colombia, tan sólo con el advenimiento del nuevo “presidente” se incrementó la oleada retardataria y sus vientos soplan huracanados. Los diferentes niveles de este “gobierno” se han nutrido con lo más destacado de la corruptela local, y no se molestan siquiera en disimular, ni se sonrojan. La restringida democracia retrocede de forma evidente, las garantías constitucionales como la protesta o las consultas populares sufren de persecución implacable, los compromisos para la paz adquiridos a nivel del Estado y con responsabilidades internacionales, se hacen pedazos sin consideración. El constituyente primario (el pueblo, como lo señala la Constitución Política) es un títere sin valor, no como otros títeres que tienen valor de uso y cambio para sus patrones.

En el contexto de este período, se realiza un llamamiento para intentar construir esa unidad amplia y real que confronte este régimen y se dispute los escenarios de gobierno y territorialidad.

Un llamamiento desde las comunidades y pueblos que conforman esta Nación

Analizando y sobre todo sintiendo las realidades de la Colombia profunda, de esa en la que viven las gentes humildes e incluso la maltrecha clase media, las comunidades más diversas, los pueblos, se comenzaron a reunir personas desde los territorios y desde las esferas nacionales: dirigentes y activistas, hombres y mujeres de partidos políticos alternativos, de movimientos sociales, campesinado, jóvenes de las ciudades, sindicalistas, indígenas y población afro. El objetivo no es otro que intentar el avance y construcción de ese movimiento de confluencia y unidad que permita juntar la fuerza necesaria bajo una plataforma política común y el tejido minucioso de las confianzas, de forma que se logre confrontar al establecimiento que trae ahora una reedición de los momentos más aciagos sufridos por el pueblo colombiano en los últimos cincuenta años.

Entonces, los diferentes procesos sociales, comunitarios, políticos, sindicales y de variada naturaleza hacen el llamado a la ASAMBLEA LEGISLATIVA, POPULAR Y DE LOS PUEBLOS, la cual se llevó a cabo a mediados del mes de octubre en el municipio de Bosa – Cundinamarca



El gobierno popular, un acumulado real que legisla para una Nación de naciones

 Aunque Colombia como resultado de su “vida republicana” vive en la democracia liberal y en las instituciones propias de la misma – al menos en la letra, aunque la realidad sea otra-  la situación objetiva es que en los territorios se vive en procesos de autogobierno y su devenir se consolida a pesar de las presiones del poder del establecimiento, de las élites. Esto se manifestó una vez más en el espacio asambleario de Bosa, de donde se reconocen las manifestaciones en los siguientes aspectos gruesos de la vida de los pueblos:

1.    El territorio es el espacio geográfico, cultural y económico en donde se viven las realidades de las gentes, en donde se teje sociedad, en donde se proyecta la vida de las comunidades y se construye la historia a partir de los legados de los antepasados, sus sueños y sus luchas. De esta manera se defienden la tierra, el agua y todos los bienes comunes en todos los ámbitos territoriales ( local, zonal, municipal, regional, nacional ).Los énfasis se dan frente a las amenazas que representan para las comunidades la presencia y actividad de las multinacionales en temas minero-energético, ambiental, concesiones y títulos. También sienten la amenaza de políticas públicas como las ZIDRES ( Zonas de Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social) pues para ellos es la condena a muerte del campesinado a manos de los empresarios ricos.

2.  El gobierno en los territorios (autogobierno) es una realidad que sobrepasa al gobierno oficial de la República. La tradición, la cultura y las realidades de las comunidades dictan la juridicidad que se cumple en la cotidianidad. Sólo se acepta como legítimo el gobierno que sale del seno de las comunidades (rurales y urbanas), pues el gobierno oficial no es el resultado de un proceso democrático ni representa los intereses de la Colombia profunda.

3.    La economía se construye de acuerdo a los usos y costumbres de las comunidades, para suplir las necesidades materiales de las mismas y no se enfoca necesariamente para el mercado liberal. Se han apropiado algunos enfoques y manifestaciones de la modernidad, pero en esencia se soporta sobre características de colaboración y solidaridad.

4.    Los espacios institucionales de la democracia liberal (oficial) son válidos como un escenario de disputa que se articula con la movilización que es propia de la naturaleza de los pueblos que conforman la nación colombiana.



5.    El autocuidado se construye con figuras propias de organización y defensa del territorio ( Consejos Comunitarios, Resguardos, Zonas de Reserva Campesina, Territorios Campesinos Agroalimentarios, Procesos Barriales)  y de las comunidades (Guardias Indígenas, Cimarronas, Campesinas, Obreras, Populares). Lo que el Estado niega, las comunidades se lo proveen por sí mismas.

En este marco, la Asamblea Legislativa Popular y de los Pueblos ha legislado de forma inicial para ser compartido y alimentado hacia adelante con la llegada de otros procesos en clave de unidad amplia. Resumiendo se ha legislado lo siguiente:

a.    Declarar apoyo al movimiento estudiantil y de defensa de la educación pública.
b.    Caracterizarse como antipatriarcal, antirracista, antimperialista y anticapitalista.
c.    Socializar en las regiones los mandatos de la asamblea, organizar comisiones de unidad y seguimiento al proceso.
d.    Declararse en Asamblea Permanente, con el fin de avanzar en los objetivos.
e.    Realizar movilización nacional en el primer semestre del año 2019.
f.     Construir una plataforma de carácter político no reivindicativo.

Para que los objetivos del proceso unitario que se pretende, sean logrados, se reconoce la necesidad de invitar a la mayor cantidad de fuerzas de todo orden alternativo y popular, incluir sus perspectivas y apuestas, avanzar en la construcción de la plataforma política común y en procesos permanentes de formación.

La invitación está abierta, y la conformación del bloque es necesario para la disputa con el establecimiento.

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