miércoles, 23 de abril de 2014

CRÓNICA DE UN PARO ANUNCIADO

Las luchas de los pueblos son largas y a veces incomprendidas por los actores más débiles y golpeados de su historia.

La Colombia popular, trabajadora, estudiantil, explotada y excluída, no es una excepción a esta tésis. Lo vemos todos los días, indignados en las redes sociales, las calles, las aulas, en las filas para pagar impuestos y servicios públicos (pero que engordan a los privados), los salones sociales y las cantinas de barrio. Pero al momento de tomar acciones concretas, para apoyar o impulsar cambios en el status quo de opresión, no entienden el transfondo, no saben cómo actuar y en muchas ocasiones, no les interesa.

Es la dispersión de los intereses comunes, sociales, nacionales, que favorecen la imposición del complot de la élite contra el pueblo. Ha sido nuestra historia y la historia latinoamericana, ver desde la barrera, con insufrible indiferencia a un viejo coronel que espera desde hace años su pensión, en tanto muere de hambre; y no hacer nada para cambiar esa historia.

Llegada de las delegaciones nacionales a la cumbre agraria, campesina, étnica y popular 2014. Bogotá. Foto/ Carlos Mario Marín Ossa


Durante el paro agrario del año 2013, fue evidente el éxito organizativo y el acompañamiento de diversos sectores de la población, incluso en las ciudades, para apoyar las reclamaciones de los campesinos y rechazar la indolencia y mezquindad de los "ricos" que gobiernan todo. Sin embargo, una vez más, la mirada individualista y gremial de algunos líderes del paro, permitió y abonó el terreno para que el presidente de la minoría, Juan Manuel Santos, dividiera la voluntad de los manifestantes y prometiera lo que no habría de cumplir. Ante este garrafal error de visión histórica, el paro se levantó; y las reivindicaciones coyunturales no se cumplieron en la mayoría de los casos.

Pero algo quedó. 

Los campesinos reales, afrontan su historia y su futuro.

La base campesina de todo el país, aquellos campesinos de manos callosas, los que aman la semilla que depositan en el surco, los que han sido despojados de su parcelas por la vía de la Ley o de la violencia que ejercen aquellos que han elegido  a los presidentes; entendieron que tienen la fuerza y que ya no se trata de "solicitar" o "pedir" reivindicaciones coyunturales como subsidios temporales, o disminución en los precios de los pesticidas y fertilizantes multinacionales, sino de EXIGIR CAMBIOS ESTRUCTURALES.

A mediados del mes de marzo de 2014, se dieron cita en Bogotá, miles de campesinos de verdad, para analizar, debatir y colocarse de acuerdo, acerca de las exigencias que realizan a partir de ahora a este gobierno mentiroso y mezquino, de la forma acerca de cómo enfrentar la situación y de cómo crear una unidad sólida. Se creó así, el proceso campesino y popular CUMBRE AGRARIA, CAMPESINA, ÉTNICA Y POPULAR.



Con la presencia de más de 30.000 representantes de procesos campesinos y populares de todo el país (Proceso de comunidades negras de Colombia - PCN, Organización indígena ONIC, La Minga Indígena, Marcha Patriótica, Las Dignidades (de las que es vocero César Pachón), la Mesa de interlocución agraria -MIA, y por supuesto el Coordinador Nacional Agrario - CNA. Por los procesos sociales Comosoc y el Congreso de los Pueblos), se desarrolló el evento, se debatió la problemática y se llegó a compromisos unitarios.  Me sorprendió ver y escuchar, por ejemplo, a Feliciano Valencia, hablando en nombre de las organizaciones indígenas, pidiendo perdón por los errores de antaño, en donde pobres contra pobres se enfrentaron por la tierra que les pertenece en común. Escuchar los mensajes de Gustavo Petro, Piedad Córdoba, César Pachón, Naca Mandinga, Feliciano Valencia, Alberto Castilla - Senador electo-, Iván Cepeda -Senador electo- y otros tantos líderes de estos procesos nacionales, instando a la unidad. 

Foto/Carlos Mario Marín Ossa. Cumbre agraria, campesina, étnica y popular. Bogotá, 2014.


En los días subsiguientes, en cada mesa temática, en cada rincón y escenario de esta cumbre, se escuchaba y veía el folclor de este país, la diversidad que nos constituye, la alegría del pueblo y el mensaje sobre la necesidad de ir unidos a esta lucha, de una vez por todas. 

Finalmente, esa fue la conclusión y el gran compromiso. La Declaración política de la cumbre agraria da cuenta de ello.

Crónica de un paro anunciado.

Una vez entendida la realidad por parte del campesinado nacional, acerca de la falacia de negociar con los ricos de este país, de esperar su voluntad y buena fe, decidieron por fin, enfrentar su futuro. La decisión es ir a un paro que escale de forma más profunda la versión de agosto de 2013.

Porque ya no quieren "pedir" soluciones temporales como el PIC, ni subsidios estacionarios, ni disminución en los precios de los fertilizantes y pesticidas gringos o suizos, ni flexibilización de la resolución ICA 970, ni mesas divididas por regiones. 

Foto/Carlos Mario Marín Ossa

Ahora, estos campesinos valientes "EXIGEN" cambios profundos en el modelo agrario colombiano. Exigen el cumplimiento y desarrollo de la Ley 160 de 1994 que reconoce la legalidad de las zonas de reserva campesina. Exigen el respeto a la consulta previa, cuando se pretenda realizar proyectos que impacten o modifiquen su territorio o su proyecto de vida, exigen un nuevo ordenamiento territorial, que respete la naturaleza, el agua, los páramos y la tierra productiva para la siembra de alimentos. Exigen que se vayan Monsanto y Syngenta de Colombia, ya que ellos saben producir sus agroinsumos de forma orgánica. Exigen la derogatoria de la 970. Exigen ser sujetos de derechos y que se respete su humanidad y su dignidad. Exigen ser gobierno.

El paro del año 2013 tuvo alta legitimidad, fundamentada en la acción unificada de muchos sectores productivos que tienen cosas para exigirle al gobierno indiferente. Nos sumamos grandes sectores de la población (el pueblo), en las ciudades, reivindicando nuestro origen campesino, nuestra necesidad del campo y sus productos, su legado, su futuro y el nuestro.

Foto/Carlos Mario Marín Ossa

El gobierno encabezado por Juan Manuel Santos, los banqueros, industriales, grandes comerciantes, terratenientes, y sus empleados de los medios de comunicación que poseen en sus haberes, enfilaron su mezquindad, para ridiculizar y desconocer al pueblo en rebeldía ("el tal paro, no existe"), para manipular la información y engañar incautos, para minimizar la situación de la nación durante esas semanas. Pero la fuerza de un nuevo movimiento que hoy se quiere acallar (Ley Lleras), tuvo en las redes sociales su mass media, en la reportería ciudadana a sus mejores agentes, y en los testimonios del pueblo razo que se encontraba en las calles, el lenguaje que dice la verdad, el lenguaje Sentipensante.

La razón para que continúen vigentes las condiciones de un nuevo paro, no es más que la certeza que debemos tener, que esta oligarquía colombiana no está dispuesta a ceder ni un milímetro de sus privilegios, no permitirá por vías de concordia y diálogo, que la plebe ostente una fracción de poder, no está dispuesta a concederle al pueblo la memoria de la verdad y de la historia, sus agentes mediáticos, en medio del arribismo se venden por un plato de lentejas y se convierten así, en enemigos del pueblo.

Los acuerdos pactados durante la estrategia de división sectorial, no se han cumplido, las condiciones del agro empeoran cada vez, el ministro de agricultura (explotador del campesino pobre, violador a ultranza del artículo 72, de la Ley 160 de 1994), la resolución 970 está vigente, la Ley de restitución de tierras es una farsa y una negación de la memoria histórica del pueblo colombianos, desde 1982 hacia atrás. La política económica del gobierno dispone favorecer a los extranjeros, para que se apropien de la tierra en el país y construyan republiquetas gringas, canadienses, inglesas, suizas, chinas, entre otras, en nuestro territorio. La soberanía alimentaria de nuestro pueblo, está en riesgo, y dependemos de la producción de alimentos del exterior. La estructura de costos de nuestra producción agrícola no puede competir con la extranjera, pues así lo han facilitado los últimos gobiernos nacionales.

Foto/Carlos Mario Marín Ossa


La salida pues, es el paro nacional.  Y a este, nuevamente se sumarán sectores de la salud, la educación y otros, que están en la mira neoliberal de los mercaderes de los derechos de la mayoría nacional.  Y se sumará la población de a pie.

Atrincherados en la presidencia, en la mayoría de las curules del congreso, en las oficinas blindadas de grandes complejos financieros, en las fincas cuidadas por estructuras paramilitares, en la 5a. avenida de New York, en las bolsas de New York y Londres, en el Departamento de Estado gringo, o en los clubes privados de la capital de la república, se encuentran las familias, grupos y personas que crearon las condiciones de miseria en Colombia, que nos empujan al paro.

El pueblo, a la calle.

Detalle de la delegación del eje cafetero, en la cumbre agraria, campesina, étnica y popular 2014. Foto/Carlos Mario Marín Ossa

Foto/Carlos Mario Marín Ossa