domingo, 24 de septiembre de 2023

La Correspondencia

 

Por: Carlos Mario Marín Ossa

La película "La Correspondencia" del director Italiano Guiseppe Tornatore, cuenta con maravillosas actuaciones de Olga Kurylenko y Jeremy Irons.


El tema del amor que allí se explora como algo eterno, algo que trasciende lo romántico, aunque aparentemente se base en el cliché de lo romántico; ausculta además el camino de otros clichés como la atracción y/o el amor entre una persona joven y otra bastante mayor, entre una persona que genera admiración por su sabiduría y/o su poder y otra que estando en un círculo afín, se deslumbra por la primera; entre una persona que ha caminado un importante trecho de su vida y otra que le sorprende de nuevo por su juventud y frescura o por sus roturas a pesar de su juventud.

Pero más allá de los clichés, me conmueve la exploración de ese suceso tan humano como el amor, y es el de la trascendencia. Me gusta esa complicidad y solidaridad entre los amantes, que se va fortaleciendo y se complementa, a veces se conmuta, porque ambos se van necesitando y se van reflejando como dos caras de una misma moneda. ante la desesperanza o el nihilismo de Amy ( Olga Kurylenko) están la tranquilidad y bagaje de Ed( Jeremy Irons). Cuando Ed requiere "saborear" la frescura de lo perdido en la rutina y la desidia, Amy le entrega el fuego de lo que aún no ha sido alcanzado por el frío del invierno.

Dos científicos (astrofísicos) que exploran los misterios del universo, comparten los misterios del amor, algo tan misterioso como simple al fin. Y van descubriendo que todo está mediado por el tiempo, que todo se descubre a través de este, ya sea por cuantificación del mismo o por simplemente compartirlo. Por eso Ed, ante la inminencia de su desaparición física, se preocupa por dejarle su presencia a través de la comunicación, en un intrincado juego cibernético, que Amy puede suspender cuando así lo desee (el respeto por la decisión del otro), pero que también representa la preocupación por la suerte del otro.


Y la gran metáfora del amor, es la Supernova, que nos enseña que "una estrella cuando muere regresa a la nada de la que nació" (palabras de Ed). Aquí es donde recuerdo unos versos de Antonio Machado:

"Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.
Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan a dónde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,
y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca.
Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra".

El tiempo, como siempre es el gran aliado y el gran enemigo. Le dice Ed a Amy en uno de sus mensajes: "En el curso de nuestra vida, sólo un error nos hace perder el don de la vida eterna...nadie ha sido la excepción a la misma...mi error fue no haberte conocido antes, no haber compartido más tiempo contigo". ¿Quién no ha cometido tal error, aún cuando tantas veces no está en nuestras manos? Es la gran tragedia que va superpuesta ante la gran oportunidad de la vida. Dos caras de la misma moneda.


Una conversación que trasciende la moderna deconstrucción del amor romántico, que tantas veces he observado se torna en una violenta lucha entre la búsqueda de un amor amplio, universal; y el sucumbir al miedo de compartir la vida con otros seres humanos, con reconciliar la cercanía física, el abrazo, el beso. Son los tiempos del miedo y de la soledad.

Los paisajes maravillosos, no podían sustentar otra historia diferente. Parajes ingleses, para una historia apasionada y sobria, con una descomunal actuación de Jeremy Irons, con la belleza dulce y perturbadora de Olga Kurylenko, una actriz que recuerda a Mónica Bellucci (Malena, también de Tornatore). Una película que no defrauda el estilo de Guiseppe Tornatore.

Una impresión del misterioso dolor.


Cierro con este fragmento muy apropiado de Ernesto Sábato, de su libro La resistencia: "Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obra de las casualidades, sino que nos están misteriosamente reservados. ¡Cuántas veces en la vida me ha sorprendido cómo, entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino, como si hubiéramos pertenecido a una misma organización secreta, o a los capítulos de un mismo libro! Nunca supe si se los reconoce porque ya se los buscaba, o se los busca porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino".

* Imágenes de la red.

No hay comentarios:

Publicar un comentario