Tomado de periódico Ámbito Jurídico No. 398
de Julio 21 a Agosto 03 de 2014. Pág. 13 [1[i]]
“La
élite del poder normalmente está compuesta por hombres de educación, origen,
carrera y estilo de vida similares (…) estas personas ejercen un grado de
sinergia mayor – contacto, afinidad, trabajo, cooperación – con sus pares
líderes y directores de corporaciones altamente articuladas, que con sus mismos
colaboradores. De esta forma, las cúpulas de las esferas económicas, políticas
y militares conforman una red cerrada de
intereses que les permite no sólo mantener su posición de privilegio sino
entender el espacio de poder como suyo. Varios políticos se mueven con facilidad en las esferas económicas,
varios militares se convierten en políticos y varios políticos transitan con
facilidad a las cimas del poder económico. Esto, implica que como lo ha sostenido
Murray en las descripciones contemporáneas de la distribución de clases
estadounidense, la clase alta es fundamentalmente endogámica, cerrada y
distante del resto de grupos sociales. Eso hace que los canales sociales de
contacto sean mínimos, los procesos de reconocimiento del otro sean reducidos y
por ello, la toma de decisiones sea completamente aislada de determinadas
realidades sociales”.
“(…)
Mills menciona que los grupos por fuera de las élites del poder que están
dentro de los procesos políticos de búsqueda de posiciones altas no pueden tener esperanzas de lograr su
objetivo. Él sustenta su postura respecto de las clases medias con aspiraciones
políticas en varias afirmaciones:
1.
Los
niveles medios de discusión política, a los que esta clase de personas tienen
acceso, no poseen el alcance nacional y mucho menos internacional necesario
para llegar a algún tipo de posición importante en el gobierno. Las dinámicas
en que las élites del poder operan normalmente eluden al Congreso y los
escenarios democráticos deliberativos (…).
2.
El
escenario de deliberación política mediada por partidos y organizaciones
políticas ya no están en un campo de encuentro de los intereses de grupos en diferentes
posiciones y con distintos capitales. En lugar de ello, estas organizaciones en
la actualidad representan las agendas meramente individuales de las personas
que los componen, teniendo un mínimo o nulo contacto con las bases sociales
dentro de la estructura de la sociedad de masas.
3.
La
clase media estadounidense está disminuida y ya no puede percibirse como una
base de poder independiente, un vínculo de unión o un espacio de encuentro y
balance. Todo lo contrario, está casi anulada por la asimetría en la
distribución del poder existente entre dos sectores que no se conocen pero
ocultan su desconocimiento en la lealtad de las clases medias en forma de
cuellos blancos y burocracias, hacia las élites del poder,
Las
condiciones anteriores se combinan con una despolitización creciente derivada
de la mercantilización de los medios de comunicación y la privatización de la
opinión pública para consolidar el modelo de la élite del poder, donde un grupo
particular de personas toma las decisiones políticas que definen los destinos
de todos, sin que nadie se dé cuenta.
Al
respecto Mills señala, como resultado de su observación, que las masas son
fundamental y voluntariamente indiferentes a la toma política de decisiones, lo
que acaba por fortalecer la asimetría en la distribución de poder. En estos
contextos, las masas han perdido la voluntad de participación porque saben que
no poseen los instrumentos para la toma de decisiones; han perdido el sentido
de pertenencia política porque ya no pertenecen a ninguna comunidad que se
imagine como un todo incluyente, y han perdido su voluntad política, porque ya
no existen maneras de experimentar esa sensación de agencia o de poder. Por esa
razón, los sectores con menor poder distributivo dentro de la sociedad están
políticamente fragmentados e incrementalmente más desposeídos de poder y
agencia”.
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