martes, 29 de diciembre de 2015

Perfil

Por. MarioossaM


Porque sus ojos dicen que la vida se vive a diario, porque la sufren bajo el peso de la historia, la disfrutan en el horizonte de los sueños, porque la siembran con el cogollo del plátano, la iluminan con una instalación para el hijo, la lloran ante la visión de la quebrada que se seca, como se evaporan los anhelos juveniles.

Porque sus ojos brillan en medio de la penumbra y le dan vida a la inmensidad oscura.

Porque su rostro lo construyo de lado y de frente. Y la vida aparece en ese lienzo con perspectivas de profundidades varias. Como la tierra a las semillas. Con reflejos del sol, con sus pinceladas sobre el manto eterno del recuerdo de sus rasgos. De una nariz telúrica, equilibrada, abisal. Sólo suya. Sin ella, no sería Ella.

Con labios finos de frente y de lado. Finos y celosos. Guardianes de secretos. Firmes. Custodios de anhelos. Liberadores de verdades. Firmes.  Por ellos fluye el soplo de la vida. Las verdades calladas, las canciones cantadas. El café compartido. La frase inacabada que quedó bebiendo el agua de la primera vez, que se alimentó de curiosidad y de memorias, que se abonó en las charlas y en las noches. Que está lista para cosechar. Por ellos fluye la despedida insuficiente, el nuevo saludo. El Hola que se espera. Nuevamente la vida.

Porque sus manos hermosas y finas, tímidas y cálidas trazan el relieve de las palabras supremas, de las canciones de mujer, de las compras en el mercado, de las historias en la cocina, del plato servido, de los hijos atendidos. Esculpen y eternizan los anhelos de la vida, en el papel que luego se rompe, en el alimento que se ofrece, en la orden señalada, en la tarea que se ayuda, en el abrazo que conforta.

Porque dejan una leve calidez. Leve y mítica. Porque sus brazos son largos y tocan la tierra, y alcanzan hasta siempre.

Porque sus pies son ágiles y blancos. Son una epifanía. Caben en la portada de un libro. Caminan los caminos y abren los senderos. En ellos descansa el agua. Allí donde cayó, nació una fruta.

Y de pie o de rodillas tiene la misma estatura. Y huele dulce. Y es libre aunque esté atada a los quereres. Tan libre que piensa en otros y se compromete. Y se detiene. Y piensa en avanzar. Y es Mujer. Vive y Ve. Camina y Viaja. Y Sueña. Y Piensa y Habla. Y Calla. Y juega al fútbol.

Porque su perfil es la vida. Y es de vida.

Y al amanecer su silueta es el paisaje. Las luces avanzan como un velo sobre su cuerpo. Mientras camina e inicia el día nuevo. Su perfil es de vegetación, que es su mismo Yo. Los quehaceres cotidianos y los sueños desde siempre. Lo que dice y lo que calla.  El agua que cabalga hasta sus pies. El caballo que gusta montar por las veredas. Con el viento. Con los ojos posados en la meta.

Y su vida es grande. Dulce, cálida, fértil, lúbrica, elocuente, simple, maternal, deportiva, comprometida, trascendente, débil, fuerte, triste, cantarina, colosal. Aunque a veces sienta que la “vida se va al agujero, como la mugre en el lavadero. Aunque siempre la vida sea seria y a pesar de ahogarse en la miseria”.

Porque cuando se conoce, no se olvida. Porque guarda la grandeza de la semilla que alimenta, porque su estatura llega al sol y sus manos siembran la tierra. Porque su mirada abarca abismos y su pecho contiene el fuego. Porque su boca libera luces y su piel guarda olores de fruta.


Porque mirada de perfil, completa las constelaciones.

martes, 22 de diciembre de 2015

Esa Mujer huele a vida

Por. MarioossaM

Esa mujer huele dulce, de una forma sutil. Huele a campo, a fruta, a flores; huele  a vida.

Sus manos son limpias y delineadas, suaves y fuertes, siembran y pintan. Son ágiles como potrillos y contundentes como un cuchillo. Son hermosas y finas, abrazan tímidas y cálidas.

Ella es esbelta y simple, alegre y taciturna. Se mueve con agilidad como si flotara, como si la movieran corrientes de aire con aromas de sandía, de suave chocolate, de panela. Mariposea. Y su mirada se pierde en recuerdos, en pensamientos, en anhelos de otras vidas, en la historia de sus ojos. De repente vuelve a este mundo y de su frente surcada se caen las palabras, se esparcen por el papel como el vino por el vestido. Se vuelven indelebles y secretas. Palabras que no pueden ser leídas por quien no se elige, pensamientos con alma que se van como el agua por el lavadero de lo cotidiano. Mariposea.

Son palabras hermosas, dignas de un libro que abarque a la humanidad, son frases de sangre y de lágrimas para regar la tierra y fecundarla. Son pensamientos arados en el papel por sus manos blancas – hacer fue el destino de las manos y en cada cicatriz cabe la vida, dijo Neruda -.

Yo  vi al agua correr sobre su piel, aferrarse para negar la separación. Y cuando el líquido corría desde el azabache de su cabello, arrastraba a su paso las lágrimas, se pintaba de pinceles en su rostro, de palabras secretas, de pensamientos que corrían a lo largo de su torso y de su cuerpo, para descansar en esos bellos pies, antes de regar la tierra. Yo vi al agua que cantaba. Allí donde cayó, nació una fruta.

Hablamos muchas noches. Y nos acompañaron las estrellas. Era importante hablar, porque había mucho que decir aunque no se usarán las palabras, porque a veces las palabras abren puertas que no pueden cerrarse luego. Sería bueno abrir esas puertas, pero…

Y hablamos, y hablamos, y surgieron silencios, y miradas tímidas o esquivas. Para no abrir esas puertas. Y las puertas a punto de derrumbarse. Y la oscuridad todo lo envolvía, y las estrellas todo lo alumbraban. Y en la penumbra el viento, una tibieza sugerida, una manta, un poco de café compartido. Y hablamos de la vida, del diálogo que sólo se entabla a través de la comida, de Remedios La Bella, de las mariposas amarillas, de Eva Luna y el cosmos, de los aromas de la tierra que ella lleva en su piel. Del zodiaco y de lo que es, de lo que no es, de lo que puede ser. Como luz que ilumina las noches de un largo camino…

Y nos despedimos una y dos veces. Hasta tres. Y los astros se alinearon para una última despedida, silenciosa, tibia, a través del correr sobre la tierra, por caminos de este mundo. Por canciones compartidas. A veces cuando no se puede llevar serenata, entonces esta se silba. Un último abrazo en el espacio tibio, aislado de la bruma fría, de la partida hasta otra ocasión.



jueves, 22 de octubre de 2015

Medios contra la Democracia y Discriminación deliberada.

Por : Carlos Mario Marín Ossa
         @MarioossaM

Visto el debate de algunos candidatos a la Alcaldía de Bogotá, transmitido por televisión a través de City TV y canal El Tiempo, es frustrante ver de nuevo que bajo el argumento de invitar a los candidatos con mayores opciones se infrinja la Ley y se violente el derecho ciudadano a tener por cuenta de los mismos una información objetiva, veraz e imparcial. También violentan el derecho de los sectores políticos minoritarios de tener acceso equitativo a los medios de comunicación.

Es una situación que en tan sólo una semana afectó en Risaralda a la candidata a la Gobernación de este departamento Luz Yasmid López Vélez y a los candidatos por la Alcaldía de Bogotá Alex Vernot, Ricardo Arias y Daniel Raisbeck; por sólo mencionar estos casos que con seguridad se repiten de forma aleve a lo largo y ancho del país.
Luz Yasmid López. Candidata a la Gobernación de Risaralda


En primer medida, con estas actitudes discriminatorias se incumple la responsabilidad social de que habla el artículo 20 de la Constitución Nacional. Los principios orientadores de la actividad de comunicación de la información contenidos en el artículo 2 de la Ley 1341 de 2009 se convierten en letra muerta (como tantas normas), pues la discriminación no garantiza los derechos humanos ni la inclusión social.  Pero también se viola de forma grave la libertad de expresión de los candidatos discriminados a la luz de las consideraciones contenidas en la Sentencia de la Corte Constitucional C-089-94 “…Lo que viene a darle a la libertad de expresión el doble carácter de elemento generador de las distintas formas de realidad y de instrumento de valoración, análisis y crítica de la misma realidad social”. La costumbre, confianza y dependencia que adquiere el público o audiencia de un medio (para este caso radio y televisión) derivados del hábito de aquel al remitirse sistemáticamente al medio de su preferencia, pueden ser utilizados al adoptar modalidades omisivas de la responsabilidad social que a los medios les confieren la Constitución y las Leyes (Sentencia T-48-93), afectando gravemente la dignidad de la audiencia que es manipulada como la de los candidatos discriminados de ejercer sus derechos.  Y para colmo de males, las actitudes mencionadas desconocen de plano los mandatos contenidos en El Decreto Presidencial 1981 de 2003, La Resolución 415 de 2010 del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.
Alex Vernot. Candidato a la Alcaldía de Bogotá.


Los medios de comunicación en Colombia disponen de un poder para defender determinadas posiciones y a la vez se convierten con las actitudes discriminatorias en agentes de privilegios contrarios al pluralismo. Los derechos y sistemas consagrados en el ordenamiento jurídico han sido así violados (ante la discriminación referida hacia los candidatos en mención) por un ejercicio del poder monopolístico que atenta contra la convivencia y la democracia; convirtiéndose además en enemigos de la libertad de expresión y de los más profundos valores democráticos que los deberían animar por cumplir con un encargo del Estado para llevar a cabo una de las funciones y obligaciones de Este, como es garantizar el derecho a la información y a la libertad de expresión, utilizando además un bien público como el espectro radio y electromagnético.
Daniel Raisbeck. Candidato a la Alcaldía de Bogotá.


En Risaralda el hecho discriminatorio se da en la Emisora Que Buena 92.1 F.M, emisora supuestamente Comunitaria, en donde se editó un debate televisado a la gobernación y se transmitió el audio editado del mismo, de donde se excluyó la intervención de la candidata López Vélez. Pero esto no es lo más grave, ya que al tenor del artículo 26, parágrafo 2 de la Resolución 415 de 2010 del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, dicha emisora incurre en una grave falta pues dicha norma reza: “A través del Servicio Comunitario de Radiodifusión Sonora no podrá transmitirse ningún tipo de programa con fines proselitistas ni publicidad política”. Excluir la intervención de la candidata presentando sólo a los contendientes, se convierte en proselitismo a favor del modelo que representan los otros dos y en contra del modelo alternativo que representa esta. Es de anotar que la emisora cuestionada no transmite además los espacios comunitarios que diversas organizaciones tenían hasta el año 2012, luego del asesinato de su anterior propietario, y que ahora se encuentra fuertemente enfocada hacia la información de los allegados de la administración municipal de Dosquebradas.
Ricardo Arias. Candidato a la Alcaldía de Bogotá.


Por su parte, la discriminación sufrida por los candidatos de Bogotá Vernot, Arias y Raisbeck por parte del oligopolio mediático de la Casa El Tiempo es odioso y antidemocrático. Pretende sesgar las decisiones de los electores de la capital y caer en los vicios y violaciones arriba destacadas, ya que privan a la audiencia de planteamientos y propuestas diferentes a las de los candidatos invitados, con lo cual se altera el resultado del domingo 25 de octubre, pues a través de los debates decenas, cientos o miles de televidentes u oyentes podrían tomar partido por cualquiera de los ausentes. Lo mismo ocurre con la discriminación deliberada de la candidata López Vélez en Risaralda.

Para finalizar, propongo a los candidatos afectados por la discriminación deliberada y sistemática de los medios de comunicación, que de la misma forma en que manifesté por escrito mi inconformidad y pido el respeto y reivindicación de mis derechos, así también lo hagan Ustedes. Ojalá esta exigencia la hagan extensiva los seguidores de todos estos candidatos afectados y se extiendan además ante los organismos de Control, el Ministerio, La Presidencia y Las Cortes si es necesario. Es hora de iniciar un movimiento nacional por el derecho Popular a recibir una información objetiva, veraz e imparcial; por tener políticamente un acceso realmente equitativo a los medios y por la democratización de estos.

La discriminación conduce a la violencia.


sábado, 12 de septiembre de 2015

LOS MAESTROS, CRÍTICA Y HOMENAJE *


Por: Carlos Mario Marín Ossa

Proceso de educación Popular. Cumbre Urbana Alternativa. Foto/Carlos M. M. Ossa


En algunos países, de esos que llaman emergentes y que se han industrializado; uno de los factores claves para que en pocas décadas se pasara de unas condiciones socioeconómicas deplorables a una situación de crecimiento económico sostenido y mejor distribución del ingreso, ha sido el papel de los maestros dentro del sistema educativo por supuesto apoyado por políticas serias, trazadas desde los gobiernos respectivos y apoyados por el conjunto de la sociedad.

Colombia es un país que no cuenta con estas políticas serias podríamos decir que en toda la historia republicana. Sólo ha existido el tesón de maestros comprometidos y conscientes de su papel definitivo en la construcción de niños y jóvenes con calidades académicas, éticas, morales, intelectuales y políticas suficientemente sólidas para que como hombres y mujeres asuman la construcción de una sociedad mejor y con mayores perspectivas de equidad, inclusión, democracia y respeto por la diferencia. En el siglo veinte, los maestros se comprometieron con este papel a pesar de la adversidades creadas desde los centros de poder, que necesitan de un pueblo inculto para sobrevivir y mantener el disfrute de sus prebendas.

Pero tantos golpes a la economía de los formadores, a su estabilidad laboral e incluso a su dignidad, ha hecho mella por fin en su determinación y en su misión. Salvo contadísimas excepciones, nuestros actuales maestros han sucumbido a la indiferencia por el problema ajeno, han cedido ante el individualismo y la improvisación. No se ve el compromiso y la mística de la profesión, que se asume sabiendo que no se alcanzará la fortuna en dicha labor, pero que se dejará el legado de generaciones conscientes de su papel social transformador. Los sucesivos ataques desde los gobiernos nacionales, las estupideces malintencionadas y premeditadas de ministros y ministras de educación, han logrado sumir al gremio en condiciones deplorables, disminuyendo de paso su posibilidad de agremiarse de forma efectiva. Los nuevos maestros llegan a la labor con la incertidumbre de contratos cortos, poca estabilidad y baja motivación. Esas son las políticas del gobierno que nos acompaña hace 20 años. Pero también vemos como en los sindicatos, algunos maestros se atornillan a puestos burocráticos que justifican como conquistas del sector, conquistas que no comparten con sus propios compañeros. Esta situación no tiene diferencia con la que asumen los contradictores ubicados en las otras orillas políticas de los beneficiarios de las prebendas magisteriales. No es este el ejemplo que ayudará a construir un mejor país, que lleve a la unión y nuevo fortalecimiento del gremio.  Así también vemos como desafortunadamente algunos de los maestros, carecen de conciencia de clase, ya que se quejan permanentemente de los abusos a los que son sometidos por parte del Estado; y tan pronto llegan las votaciones de todos los niveles territoriales, se ponen del lado de sus verdugos y los eligen. Todo por beneficios coyunturales.

Pero llega el momento ahora de recordar a aquellos grandes maestros que marcan nuestras vidas, por sus posturas verticales y por asumir su papel trascendental en la formación y generación de sujetos sociales y políticos.

Hago un homenaje sentido a los profesores que me enseñaron a pensar, que me mostraron que el pensamiento único sólo conduce a la esclavitud, que el miedo se vence con el conocimiento y que debo mirar con beneficio de inventario todo lo que nos muestran como la verdad. Omar Zuluaga, fue mi profesor de historia en el colegio Nacional Popular Diocesano. Nos enseñó a recrear el conocimiento y a interpretar lo que nos decían los textos, leyendo entre líneas; y redactando innumerables páginas de aquello que entendíamos en las clases. En el mismo colegio, más adelante, Humberto Tumbaquí nos mostró el rigor de comparar el pasado con el presente resultante. De sus labios escuché por primera vez la palabra empréstitos –y no me sonó agradable- invitándonos y casi obligándonos a investigar las diferentes miradas que tiene un hecho histórico.

En la UTP luego, encontré a mi profesor de Economía Omar Montoya, quien me mostró cómo se dan las relaciones entre los distintos sectores de interés en una sociedad. Me mostró lo intuitiva que es esta ciencia. Finalmente, en la misma universidad, llegó a mi vida Guillermo Aníbal Gärthner Tobón. Abogado y maestro en toda la extensión de la palabra, con quien estudié ética y constitución. Maestro respetuoso de las ideas ajenas, quien sin intentar inocularnos las propias, logró que su sentir social se quedara impreso en nuestra vida.


A todos ellos, gracias infinitas por ser consecuentes con su misión y por asumirla con amor, respeto y mística. Quiero más maestros como estos y menos maestros indiferentes. Espero que el maestro que me lea, se encuentre en la categoría del final del texto.
____________________________

* Publicado originalmente en el periódico Hojas Sentipensantes.

sábado, 5 de septiembre de 2015

La paz como solución del conflicto social

“Las ideas son, a la larga, más fuertes que las armas”
Orlando Fals Borda


Por: Carlos Mario Marín Ossa

Tras cincuenta años de la violencia colombiana más contemporánea y en un momento histórico que reclama el fin del conflicto armado, es clave recordar que los antecedentes históricos, sociales y políticos que han engendrado nuestra guerra fratricida están lejos de resolverse pues el conflicto social no avizora signos prontos de resolución. La paz concebida en su alcance integral requiere cambios radicales en las estructuras económicas, sociales, culturales y políticas que conlleven a una justica social en la distribución de la riqueza, en el ejercicio de la soberanía, en el logro de la autonomía por parte del pueblo y sus comunidades, en el ordenamiento del territorio de acuerdo a las culturas y a las características geográficas comunes, entre muchas otras consideraciones.


Marcha Agraria a Bogotá. Año 2013. Foto/ Carlos M. Marín O.

Antecedentes de la violencia.

Es claro que la invasión europea a América y por supuesto al territorio que hoy ocupa Colombia, destrozó los sistemas de vida imperantes y que seguían su desarrollo histórico propio. La exclusión, discriminación y negación de toda forma de vida y de manifestación cultural diferente a la impuesta por el dominio eurocentrista marcó el inicio del ejercicio de la violencia como método político, económico y cultural en favor de las élites y de sus intereses.

La violencia siempre ha estado atada a la posesión de la tierra como factor de producción que no se reproduce como ocurre con otros, por ejemplo con los bienes de capital o con la mano de obra a través de la explosión demográfica. La tierra nada más y nada menos provee al ser humano del alimento y ello en un mundo cada vez más superhabitado y hambriento, constituye un elemento desestabilizador en torno a su posesión por los medios que sean necesarios. Pero también tiene un componente político que trasciende y transversaliza el eminentemente economicista.  Allí se tejen relaciones sociales, culturales, históricas y de poder bajo el concepto de territorio, que atizan la confrontación cuando son negadas o que impulsan la convivencia pacífica cuando son reconocidas.

Hay que recordar que luego de la guerra de independencia frente al dominio español, las élites criollas descendientes de europeos se disputaron el poder económico, político y social. Los sucesivos presidentes que tuvo la República llegaron con las visiones partidistas copiadas del modelo europeo y que negaban la realidad de las grandes mayorías mestizas, afrocolombianas e indígenas. La distribución del territorio se dio de forma amañada según los intereses de las élites y es una situación que llega hasta nuestros días.

Basta traer a colación la “evolución” del presidente Rafael Núñez, electo en 1884 como estandarte del partido liberal y que en sólo un año se adhirió al conservador con el << fin de aplastar definitivamente las insolencias de una chusma que reclamaba el reconocimiento de su condición humana, y cuyas aspiraciones, que las gentes tradicionalistas encontraban desmedidas, eran apoyadas por el liberalismo radical. >> [i]

El despojo de la tierra, la exclusión humana, social y política, la utilización de la fe como arma de control del pueblo eran sostenidas además con aparatos represivos organizados desde la oligarquía para mantener sus prebendas. Documentos históricos muestran por ejemplo, como antes de la IX Conferencia Panamericana de 1948, en Bogotá se dio un suceso en donde un hombre realizaba disparos al aire intentando amedrentar a estudiantes e intelectuales progresistas y que una vez detenido por la policía, luego de incesantes llamadas y confirmaciones resultó ser un detective de los aparatos del Estado. Inmediatamente fue puesto en libertad [ii]. Una situación bien conocida aún en nuestros días.

La violencia como disolución de viejas formas agrarias y de instalación del capitalismo en el campo y en la sociedad colombiana.

La búsqueda de las élites por concentrar la tierra en pocas manos se ha ejercido a sangre y fuego. De acuerdo a diversos autores, el proceso que siguió al asesinato de Jorge Eliécer Gaitán Ayala y que había iniciado hacia 1928, tuvo dos desarrollos primordiales : uno de transformación progresiva a través de la violencia armada y ejecutada por los pájaros como aparato paramilitar de la oligarquía, apoyados por el Estado y el segundo, de equilibrio de fuerzas entre hacendados y campesinos del centro y suroriente del país. El primero se dio en el Valle del Cauca, el alto Cauca y el Eje cafetero. Allí el despojo se dio en condiciones de violencia sin par en contra de los campesinos dueños de tierras, fomentó la proletarización de los despojados y coincidió con el auge y consolidación de los ingenios azucareros del país. El segundo, se dio en la región del Sumapaz principalmente y se replicó con menor intensidad en el Tolima y territorios adyacentes. Allí el proceso fue de parcelación y disolución de las haciendas, generado por una correlación de fuerzas más equilibrada llevó a la invasión de las haciendas improductivas por parte de campesinos desposeídos y arrendatarios que utilizando la doctrina del Decreto 1110 de 1928 se negaron a pagar más por la utilización de la tierra y obligaron a los hacendados a “partir diferencias” [iii].


Toda reclamación Popular es reprimida por los aparatos armados del Gobierno.
Marcha Agraria a Bogotá 2013. Foto/Carlos M. M. Ossa
En 1953 el ingreso per cápita de la población rural era de 497 pesos y el de los grandes empresarios era de 2146 pesos [iv]. Recordemos además que durante el gobierno de Misael Pastrana Borrero se le dio un golpe contundente al campo y a sus posibilidades de supervivencia democrática en términos de distribución, cuando siguiendo los consejos de su asesor económico extranjero y formado en Harvard – Lauchlin Currie -, fomentó la migración hacia la ciudad de grandes masas de campesinos que no tuvieron el apoyo del Estado para trabajar en condiciones dignas; con lo cual se potenció la industrialización en las ciudades con mano de obra abundante y barata en paralelo que se impulsó la especulación financiera con la construcción de vivienda para los menesterosos y la adopción del sistema UPAC.

Como es más conocido, a partir de los gobiernos de Virgilio Barco Vargas y hasta nuestros días, el impulso a los modelos capitalistas de sobre-explotación de los recursos naturales, de privatización de los sectores estratégicos, de la salud y la educación, de reemplazo del aparato productivo nacional por el extranjero, de destrucción del empleo nacional y por consiguiente de la posibilidad de organizar un futuro digno para las mayorías nacionales, azuzan más las condiciones de guerra y conflicto en nuestro país.

La ventana de la paz, los post – acuerdos y el conflicto social.

En el ajedrez geopolítico y geoeconómico de los tiempos del neoliberalismo, se ha hecho imprescindible para los sectores contendientes en el conflicto armado colombiano, buscar una solución a los tiros de fusil. El anhelo de parte de la insurgencia armada es buscar las reformas necesarias para encontrar la solución al conflicto social luego de silenciar las armas y acceder bajo condiciones especiales, al poder político para buscar las transformaciones requeridas. La búsqueda de las estructuras oligárquicas, terratenientes y de especulación financiera tanto nacionales como extranjeras; es acceder a territorios, recursos naturales y “recursos humanos” para profundizar el modelo extractivo, la explotación humana y la especulación financiera en todos los sectores para maximizar sus ganancias y su riqueza.

Para llegar a una paz integral luego de los post acuerdos, es necesario solucionar el conflicto social. Ello se logra sólo cambiando estructuras de todo orden, el modelo económico actual y las condiciones de participación política incluída la directa.

Es necesaria una reforma agraria real y efectiva, para que la tierra se democratice y llegue a manos de quien la necesita y la trabaja. Existiendo el modelo agroindustrial en el campo, es necesario que se garantice la existencia, desarrollo y consolidación de sistemas agrarios cooperativos. El campo debe destinarse primordialmente a la siembra y cosecha de alimentos para garantizar la seguridad y soberanía alimentarias. Esa soberanía implica no depender de semillas patentadas y volver a la semilla ancestral.

El aparato industrial nacional debe preferirse por el extranjero en los sectores no desarrollados en el país. De igual forma debe ocurrir con el comercio y servicios de apoyo. Así se garantiza la creación de empleo  y su acceso.  La política macroeconómica debe enfocarse a la redistribución de la riqueza mediante una política que impulse el incremento de los salarios, para incentivar el consumo  social y la dinamización permanente de la economía, renunciando a una política que privilegie el control inflacionario y que de paso impida el acceso a mejores salarios. En general se debe tener una política económica que permita el desarrollo de diversas miradas por parte de las comunidades, las cuales no necesariamente se enmarcan en la dinámica capitalista.
Los sectores estratégicos como los servicios públicos, la salud y la educación deben ser nacionalizados y garantizados por el Estado. Incluso debería pensarse en que la educación sea pública, para garantizar que todos los estratos socioeconómicas accedan a iguales condiciones de calidad.

Finalmente y faltando innumerables estructuras por intervenir, los territorios deben jugar parte primordial en estos postacuerdos y la búsqueda de la paz integral. El ordenamiento territorial debe trazarse a partir de las identidades históricas, culturales, económicas, geográficas y de biodiversidad de los mismos y de las etnias y pueblos que allí habitan. Un ordenamiento del territorio basado en estas condiciones es lo que facilitará el reconocimiento de los pueblos, de la diversidad y la suma de las diferencias como constructora de fuerza e identidad nacional.

De lo contrario seguirá ocurriendo la confrontación entre colombianos, que nos trae a la memoria una imagen que en su momento relataba el sacerdote Claretiano Alcides Fernández cuando buscaba entre hombres poderosos una solución al problema de desplazamiento y desempleo: “ He visto las caras de los desocupados que rondan por las ciudades, y son las mismas que ví descender de las montañas, el nueve de abril de mil novecientos cuarenta y ocho para incendiar a Bogotá” [v].





[i] OSORIO LIZARAZO, J.A. GAITÁN: Vida, muerte y permanente presencia.  El Áncora Editores. 3ª. Edición. Pág. 12. Op. Cit.
[ii] GUZMÁN CAMPOS, Germán – FALS BORDA, Orlando – UMAÑA LUNA, Eduardo. La violencia en Colombia tomo II. Carlos Valencia Editores. 9ª. Edición. Pág. 363.
[iii] SÁNCHEZ, Gonzalo – MEERTENS, Donny. Tierra y Violencia, el desarrollo desigual de las regiones. Revista Análisis Político No. 6. ENE/ABR de 1989. Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.
[iv] GUZMÁN CAMPOS, Germán – FALS BORDA, Orlando – UMAÑA LUNA, Eduardo. La violencia en Colombia tomo II. Carlos Valencia Editores. 9ª. Edición. Pág. 252.
[v] FERNÁNDEZ GÓMEZ, Alcides. Sacerdote Claretiano. Alas sobre la selva. Edición Propia.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Genealogía de la nueva guerra*

El contexto actual de beligerancia social inducida a través de los medios de comunicación masiva colombianos y extranjeros frente a las diversas crisis sociales, económicas y políticas que se presentan, trae a la actualidad este texto escrito posteriormente a los ataques del 11S en Estados Unidos y muestran como se desarrollan las nuevas guerras en las mentes, desde el extremo del control remoto del televisor sin necesidad de salir de bajo de las sábanas.



Por: Josep Ramoneda (1)

  
Las claves de los conflictos bélicos han cambiado por completo. Como han demostrado los atentados terroristas contra los Estados Unidos, son enfrentamientos globalizados, sin fronteras y sin bandos estatales organizados. Las nuevas guerras son guerras de exclusión donde la principal víctima es la población civil, según se deduce de las más recientes novedades editoriales sobre el tema.

 
Lo importante es que los procesos conocidos con el nombre de globalización están destruyendo las divisiones culturales y socioeconómicas que definían los modelos políticos característicos de la era moderna.  Sobre esta idea, Mary Koldor construye su teoría acerca de la nueva guerra. La vieja guerra, la guerra que Occidente ha conocido desde los siglos XVII y XVIII, era una guerra entre Estados o coaliciones de Estados. Con ejércitos organizados, una economía de guerra basada en los recursos de cada Estado y unos objetivos políticos. Las necesidades de la guerra tuvieron un papel fundamental en la configuración de las Naciones – Estado modernas: impuestos y disciplina militar. En el siglo XIX, la guerra moderna hizo énfasis “en la dimensión y en la movilidad” y “en una necesidad creciente de organización racional y doctrina científica”. El siglo XX incorporó los ejércitos de masas y la guerra revolucionaria, portadora de algunos gérmenes de la guerra del siglo XXI. La culminación de esta lógica de la guerra moderna fue la guerra fría, construída sobre el principio  de la disuasión que se resolvió con la quiebra del bloque comunista. Lo que Kaldor llama la nueva guerra se generaliza a principios de los noventa como consecuencia de la gran inundación provocada por la caída del muro de Berlín.

El orden bipolar estable de la guerra fría desapareció. Occidente había ganado, Estados Unidos aparecía como una potencia sin parangón, con la única sombra de lo que pueda ser en el futuro la misteriosa y secreta China. La desigualdad entre adversarios había dado lugar a las llamadas guerras limpias, en que la potencia americana operaba  con su avasallador poder aéreo sin exponer la vida de sus combatientes. Guerra sin combate, en que los muertos eran invisibles, inscritos en la lista de los efectos colaterales. Vía libre para que la mundialización  se hiciera bajo la égida del modelo liberal – democrático. De pronto, sin embargo, se ha empezado a constatar que el gran hipertexto que tenía que unificar el mundo – del que Internet es a la vez expresión y metáfora, y el fin de la historia el argumento ideológico – no era tal, que en realidad lo que aparecía era la fragmentación y el conflicto.

Durante este tiempo se han producido cambios esenciales para pensar la guerra: los estados plurinacionales del mundo ex comunista se fragmentaron, dando vía libre a las pasiones nacionales y a una nueva irrupción de lo que Amin Maalouf ha llamado las identidades asesinas. Como recuerda Mary Kaldor, por lo menos desde los años setenta, en la Unión Soviética las nacionalidades se convirtieron en el paraguas legítimo que cubría la lucha de intereses políticos y en especial la competencia por los recursos en una economía de escasez.

Algo parecido ocurrió en Yugoslavia, otro Estado unido por el monopolio del partido comunista. Al hundirse los sistemas de tipo soviético, funcionó la alianza entre lo rojo y lo
pardo, entre las antiguas nomenclaturas (incluida la dirección de los ejércitos) y el nacionalismo que en muchas cosas evolucionó hacia lo étnico. “El nacionalismo”, dice Kaldor, “representaba la continuidad con el pasado y al mismo tiempo una forma de negar u olvidar una complicidad con ese pasado”.  Coincidiendo en el tiempo, en Africa, se ha llegado al agotamiento de los regímenes poscoloniales. A menudo regímenes personales, construidos sobre liderazgos forjados en la lucha anticolonial, no superaron el paso del tiempo. La corrupción, el despotismo, la dificultad de remplazar los líderes históricos, la avalancha de ciudadanos hacia las ciudades en unas economías completamente desequilibradas, la pérdida de protección del sistema de potencias – tutores de la guerra fría y el poder destructivo de epidemias como el Sida y la malaria han creado situaciones insostenibles, que en lo tribal y lo mafioso se cruzan ante cualquier intento de crear Estados modernos.

Europa ha iniciado un proceso de desmantelamiento del Estado de Bienestar, en una espiral de privatizaciones que incluirá la venta de parte de los activos del monopolio de la violencia legítima, que caracterizaba al Estado moderno.
 
 

En fin, como ha explicado Ives Michaud, “el valor de la universalidad de los derechos del hombre pone profundamente en duda las soberanías nacionales, en beneficio de un gobierno de funcionarios de lo universal y de jueces transnacionales”. Pero la incapacidad política de dotar de poder y legitimidad a este Gobierno agrava la sensación de vacío.

En este vacío político, “de pérdida de ingresos y legitimidad de los Estados”, de “desorden creciente y fragmentación militar”, estallan las nuevas guerras que describe Mary Kaldor. Son guerras globalizadas, porque en un mundo que se ha hecho más pequeño lo que ocurre en un sitio puede tener repercusión en muchas partes y porque desde los combatientes locales hasta las organizaciones internacionales y los Estados intervencionistas pasando por la ayuda humanitaria y las ONG son muchos y de muy distintas procedencias los actores que intervienen. La televisión consolida la globalización y configura la actitud de las opiniones públicas de los países occidentales, entre la compasión y el miedo.

Las nuevas guerras son guerras de exclusión, basadas sobre la adhesión a principios identitarios, con diversidad de actores militares, que rehúyen el combate convencional y provocan muchas más muertes entre la población civil que entre los propios combatientes organizados y no reconocen ninguna regulación ni legislación internacional.

Los principios identitarios las diferencian de las guerras revolucionarias. Los señores de la guerra provocan la adhesión a una etiqueta más que a una idea. Una marca, como si de un producto de consumo masivo se tratara. No hay más proyectos de futuro que la homogenización étnica y religiosa.

El fracaso de los Estados va acompañado de una privatización cada vez mayor de la violencia. Las unidades de combate son diversas: los ejércitos convencionales o lo que queda de ellos, los grupos paramilitares, generalmente formados por gente proveniente de los ejércitos que trabajan para el propio Estado o para carteles mafiosos, los mercenarios, los ejércitos de las instituciones internacionales que generalmente no entran en combate, los ejércitos extranjeros. Ignatieff explica que para los jóvenes guerreros el arma como emblema ha sustituido el papel del uniforme. La sexualidad primaria del varón adolescente preside la subcultura de unas guerras en que las bandas paramilitares actúan a menudo como franquicias de los Estados para hacer los trabajos más sucios que estos prefieren delegar.

Naturalmente, esta privatización de las unidades de combate afecta la economía de guerra. Los combatientes acuden a la extorsión y el pillaje para sustituir los salarios que no reciben. Las unidades en conflicto buscan ayudas externas, se apoyan en traficantes internacionales y se queda parte de la ayuda humanitaria.

La estrategia no es tanto de ocupación de un territorio como la expulsión de una población y busca, por la vía de la adhesión identitaria, máxima implicación de la ciudadanía en l conflicto.

Las nuevas guerras son causa permanente de oleadas inmigratorias. La política de identidades excluyentes cierra las expectativas de futuro.

Las nuevas guerras son muy difíciles de terminar por las complicidades de los protagonistas, por la trama económico-mafiosa que se teje sobre ellas. Y por la incapacidad de la comunidad internacional de operar positivamente sobre ellas. El ejemplo de la ex Yugoslavia es evidente, el resultado final de un conflicto largo y superinternacionalizado ha sido la legalización de la limpieza étnica. Una sociedad plural se ha convertido en un mosaico de fragmentos étnicos.

Corresponde el ataque terrorista a Estados Unidos a este nuevo modelo de guerra definido por Mary Kaldor? Hasta ahora las nuevas guerras ocurrían extramuros: fuera de Occidente, a lo sumo en espacios fronterizos. Esta vez la violencia globalizada ha dado en el corazón del sistema. A través de la televisión, los occidentales asumíamos el papel de voyeaurs con conciencia humanitaria (Ignatieff), de unas guerras degeneradas (Martin Shaw).

De un modo súbito y dramático nos sentimos incluídos en el territorio del estado de violencia. Había habido avisos, todos los países han sufrido fenómenos de terrorismo, pero este ataque es de otra dimensión: es, para decirlo en términos de Clausewitz; la subida a los extremos de la nueva guerra. Y en el extremo, la guerra se convierte en estado de violencia salvaje.

“Una vez abatidas las barreras de lo posible”, decía Clausewitz, “es extremadamente difícil volver a colocarlas” . El ataque a Manhattan rompe definitivamente los límites de lo posible. Pero es un ataque hecho por un comando invisible, que se desconoce de que Estado es franquicia. Es un salto efectivo en la globalización de la nueva guerra, que nos sitúa en un estado de violencia generalizada. La violencia lo simplifica todo, y sin embargo, como concluye Mary Kaldor, sólo desde la reconstrucción política de la legitimidad se puede controlar la violencia.

Ignatieff ha descrito así el orden causal que conduce a las guerras identitarias: primero cae el Estado, luego aparece el miedo hobbesiano, sigue la paranoia nacionalista como respuesta a la destrucción del orden y de la convivencia, y, finalmente, estalla la guerra.

Es la genealogía de la nueva guerra.

_________________________________________

* Publicado en El País de España. Sábado 22 de septiembre de 2001.
 
(1) Josep Ramoneda (1949) es Filósofo, periodista y escritor español.

jueves, 16 de julio de 2015

Los Míos

Por: Carlos Mario Marín Ossa
        @MarioossaM




Yo no escribo para los poderosos, ni para los petulantes. Tampoco para los traidores. Yo escribo para los míos. Escribo para la gente sencilla, para aquellas personas que tienen la sensibilidad de la vida, para los que se asombran mirando las nubes, el sol, las flores, la sonrisa y los juegos desprevenidos de los niños o las arrugas de los ancianos.  Para los que aman los animales, los que siembran la comida, los que defienden la dignidad, los que se rebelan contra los oprobios, para aquellas personas que siguen el camino espinoso, para los que caminan el mundo y viven la vida.

A veces lo hago con la intención de dejar un mensaje, tal vez algún aprendizaje que a alguien pueda servir. Otras veces para entonar homenajes a quien lo merece. Otras tantas, como reacción crítica ante la injusticia y la mezquindad. En ocasiones y de forma privada a quien me toca el corazón y el alma.

Las personas de mis mayores afectos, son y han sido gente del pueblo. Sólo he encontrado honestidad real – incluso en la expresión de sus defectos – entre las personas más humildes, entre aquellos y aquellas que desde su nacimiento se debaten ante la incertidumbre y la injusticia. Aquellas gentes que conocen la solidaridad de compartir una bicicleta con otros, que deben montarla por turnos para que varios y varias puedan disfrutarla; como conocen de heredar los pantalones, las camisas, las faldas y los zapatos a los más chicos, o que han sido herederos de las prendas de los mayores. Entre esas personas he conocido a los luchadores por los derechos, a los defensores de la dignidad colectiva.

Las gentes de mi pueblo comparten la comida, no la que les sobra sino la que les hace falta. Comparten la cobija y los sueños. Comparten incluso el vino de mora que destilan. Y lo tomamos en el mismo vaso y de él tomamos los convocados, mientras charlamos sentados en un parque o en un andén, en una loma o mientras recorremos un camino. Son edenes a los que no están llamados todos.

La gente de mi pueblo tiene los ojos limpios, tan limpios que hasta enseñan la desconfianza o la amargura. Pero también la alegría y la esperanza.

Por eso renace la fe y nunca se agota.

Las turbulencias de la vida me han llevado ante los espacios de los poderosos, de sus lacayos, de sus esquiroles, Allí he comprobado como la vanidad, la mezquindad y la mentira se conjugan como un coctel amargo que se pasa entre risas de falsedad mientras intentan engullirse al más descuidado, para apoderarse de lo que tiene. Porque entre los poderosos y sus esbirros no se da ni lo que sobra. Nunca puede adivinarse la intención tras la sonrisa. La mirada siempre va varios centímetros por encima del pueblo. Habitan una burbuja que no toca ni el cielo ni la tierra. Son tibios, pusilánimes y violentos.

Más cerca de estos están esos falsos profetas que se presentan como protectores de las gentes populares, que buscan con afán el reconocimiento para satisfacer su vanidad        – vanitas vanitatis – pero que atentan con su proceder contra toda posibilidad de emancipación de los míos. La máscara no dura, porque bien lo decía Gaitán: El Pueblo es superior a sus dirigentes. El pueblo no necesita dirigentes vanos ni envanecidos, no necesita suplir a una clase de opresor con otra clase, decía Camilo. Necesita compañeros de lucha y de camino. El compromiso desnuda los falsos discursos. Por sus obras los conoceréis.

Entre los combos de metaleros, punks, hippies, campesinos, bases étnicas y  desarrapados; he conocido mejores seres humanos, más sensibles, personas más honestas y comprometidas con su entorno y con sus familias que entre los ejecutivos de corporaciones seculares o de iluminación divina. Tampoco se halla tal valor entre los patrones mafiosos de los grandes latifundios. Mis mejores afectos se encuentran entre estas gentes diferentes y transgresoras.

La tibieza de una mirada inocente, esperanzada y profunda – de esas miradas insondables que no se recorren en una eternidad – no tiene conversión monetaria. No se adquiere esa experiencia con Masterd Card.

Por eso a veces renuncio a escribir acerca de tecnicismos y estadísticas. Muchas veces la intelectualidad se convierte en una trampa donde se ahoga la humanidad.

Hoy prefiero referirme a esa gente que camina conmigo por calles, por veredas, por montañas. Esa gente que cuando se despide, la veo alejarse con su silueta delgada y mirando hacia el frente, absorta en sus convulsiones internas, en sus grandes y pequeñas utopías. Esas personas son mi familia, esa familia que se construye, se apoya y se defiende. Esa gente con la que preparo alimentos compartidos, con la que bebo del mismo vaso. Esos y esas son los míos.

martes, 16 de junio de 2015

La nueva Constitución de Colombia tendría principios neofederales, descentralizantes y autonomistas.


Palabras de Orlando Fals Borda durante su participación en la Asamblea
Nacional Constituyente de 1991 en Colombia. De allí nació la actual
Constitución Política de Colombia. Aunque su participación fue
Fundamental en la determinación de conceptos como el
Ordenamiento territorial y la construcción del Poder
Popular a través de la democracia participativa,
Los posteriores representantes del Congreso,
Han impedido el desarrollo de varios de
Estos tópicos, en representación de
Las élites tradicionales[1].



Por. Orlando Fals Borda *[1]


Ante todo, quiero darles un testimonio y transmitir un deseo. Quizás algunos de ustedes recuerden que he escrito cosas fuertes contra la clase política de recinto con muchos de los más importantes exponentes de esa clase política a la que vi con tanto recelo.

Confieso que aún me siento deslumbrado por ello, y he tratado de sobreponerme escuchando y aprendiendo de todos ustedes. Es una gran experiencia. Pero lo más extraordinario ha sido descubrir otras facetas de la personalidad de aquellos políticos, aspectos sólo advertibles mediante el contacto directo. Con la vivencia que ahora tengo, esas personas están adquiriendo rostros más cordiales y humanos. Por lo menos aquellos con quienes he conversado en estos días intensos. Me están demostrando no sólo la proverbial inteligencia que se ha reconocido internacionalmente a los políticos colombianos, sino también una cierta apertura inesperada para comprender las situaciones nuevas, y para aceptar el surgimiento de los nuevos movimientos políticos que han retado al bipartidismo. ¿De buen grado? Unos más, otros menos. Pero me da la impresión de que muchos de ellos responden ante el país que marcha y buscan acomodarse a las actuales circunstancias de cambio, con un grato espíritu de patriotismo y de realismo político.

He tenido, pues, que empezar a corregir mi anterior visión satánica de la clase política, y ello me alegra como sociólogo y como colombiano. Porque quiero seguir abrigando la esperanza de que esta atmósfera constructiva y respetuosa que se respira en la hermandad de la Asamblea, continúe hasta el final. Que sigamos pensando más en las necesidades y urgencias de nuestros pueblos que en nosotros mismos, o en nuestros partidos como pudo ser antes. Que ese empeño de construir entre todos la Colombia nueva de que nos hablaran aquí los doctores Vásquez Carrizosa y Maturana, culmine en la fiesta de una patria en paz, con justicia y prosperidad.

Voy a seguir los pasos de los doctores Gómez, Calaz, Garzón y Rodado, para referirme también a la filosofía de la participación democrática, en vista de que nuestro mandato exige que el nuevo pacto político y social de los colombianos se dirija a construir una democracia participativa.  Como en el caso de otras ideas fundamentales, también esta se presta a diversas interpretaciones como ya lo hemos escuchado aquí. Ahora me permito ofrecer a esta Asamblea, como simple referencia y con todo respeto, algunas ideas pertinentes, sólo en aras de la mayor claridad que necesitamos para alcanzar coherencia ideológica en el texto constitucional final.

Empecemos por lo que muchos observadores sostienen sobre lo que no puede ser democracia participativa. Así, aunque fuera masiva, no lo fue la política de nazis y fascistas [2], que justificó la opresión y la manipulación de los pueblos europeos. Tampoco lo fueron los regímenes de Ferdinand Marcos y Augusto Pinochet, aunque así lo autoproclamaran. No lo es la política de tutelaje que mantiene en el poder a gobiernos democráticos amenazados por desequilibrios estructurales de la sociedad, como los nuestros, porque desconoce la esencia de la participación auténtica.

¿Cuál es esa esencia? Hay que partir de alguna fuente, especialmente de las que ofrece la autoridad histórica. Apelo por eso a la de Juan Jacobo Rousseau en El Contrato Social (Libro III, Cap. 18, Libro II, Cap. 3), el primero en plantear esta idea dentro de la tradición occidental. Recordemos rápidamente esos dos grandes ejes teóricos que ofreció Rousseau para definir a la democracia participativa: primero como un proceso educativo que implica la construcción de una sociedad participativa e igualitaria a partir de sus instituciones, con una formación congruente de actitudes y valores individuales; y segundo como un derecho de los ciudadanos para ejercer control  y vigilancia efectivos sobre sus representantes a todo nivel, con el fin de asegurar toda la vigencia de la “voluntad general”. Así ilustración y poder popular[3] son esenciales en este concepto, con la presencia activa y determinante de las gentes del común esclarecidas para el manejo de los intereses de la colectividad.

 Sobrevivió hasta nuestros días a pesar de incomprensiones, y apareció en diversas formas que fueron desde los primeros soviets de 1917, al desarrollo comunitario de las Filipinas de los años cincuenta que importamos aquí poco después, como “acción comunal” para que el caciquismo la desvirtuara. Estudiantes y sindicalistas la han enarbolado y, últimamente, por su trascendencia, ella ha sido tema de estudio serio en las ciencias políticas.

La discusión entre politólogos se ha centrado en ese punto: ¿es deseable o no, para la estabilidad de los gobiernos, que haya una mayor participación de los ciudadanos? Algunos neoliberales temerosos (Berelson, Huntington), sostienen que es peligroso aumentar el nivel de la participación popular y prefieren seguir alimentando democracias restringidas o limitadas, con mecanismos de tutelaje y represión armada. Otros aceptan que haya un matrimonio entre los mecanismos de representación electiva y los de participación directa, de lo cual salen los ya conocidos plebiscitos, referendos, juntas, talleres, consultas populares, cabildos y concejos. Hay dificultades obvias en este matrimonio, que proviene de la ilegitimidad de los actuales mecanismos de representación aún en países avanzados, así como de las prácticas políticas corrientes: gamonalismo, la líbido imperandi, la represión y persecución contra movimientos de masas, el clientelismo, las distancias entre las clases sociales, todo lo cual es antiparticipativo por antonomasia.

Recordemos que una condición de la participación auténtica es que de ella emerja un poder popular local, regional y nacional. Este poder ha sido dinamizador de movimientos sociales [4] y políticos, regionales, cívicos, comunales, culturales, ecológicos, femeninos, de indígenas, de negros, en muchos países. En Colombia, han dado un revolcón a la política partidista en sólo diez años de lucha. Muchos de esos movimientos postularon candidatos para esta Asamblea, y algunos lograron llegar [5], en lo que demostraron el valor de la organización y la resistencia práctica en la construcción de la democracia participativa.

Es evidente que esta democracia de participación, de las bases hacia arriba, de la periferia hacia los centros, ya se ha venido por ello implementando entre nosotros y que la Constitución nueva sólo deberá reconocerla, consagrarla e impulsarla. Se ha visto que resulta tanto o más importante practicar la democracia participativa de manera cotidiana, gradual y no violenta, desde ahora mismo y donde estemos, aún en esta misma Asamblea, que esperar a la toma total del poder para imponerla desde arriba a la fuerza, como fue diseño de muchos partidos en el pasado, y lo es desde la guerrilla activa. Porque la democracia participativa es, en el fondo, una filosofía de la vida, una actitud constructiva ante la realidad, una ética, una vivencia personal.

He dicho que hasta en esta misma Asamblea. En efecto, aquí ha habido esbozos prácticos de esta filosofía, como cuando implantamos consensos y cuando procedimos a elegir sucesivamente mesas directivas colegiadas. Esto rompió tradiciones rígidas, y es sintomático de nuestro tiempo. No me huele a componenda, como se ha dicho, que las nuevas formas de hacer política que surgen hoy incluyan un mayor y explícito reconocimiento de los derechos de las minorías a hacerse oír y sentir en corporaciones públicas como  esta, hasta hacernos remover las conciencias.

Pero no es necesario reducirnos a citar extranjeros de autoridad para justificar la decisión plebiscitaria del año pasado. También existen antecedentes participativos en nuestro propio pueblo., que tienen que ver con las tradiciones de la ayuda mutua y la solidaridad que aparecen espontáneamente en zonas de colonización campesina, en combos y palenques de negros y en resguardos y reservas indígenas; antecedentes que se relacionan también con los cabildos antiseñoriales y los cabildos abiertos de españoles y criollos. Hay muchos casos de  “republiquetas” autónomas que vienen desde el siglo pasado, no sólo los de El Pato y Guayabero.

La historia nos lo enseña. Hubo participación democrática en la elección de curas párrocos por los feligreses en 1851; las hubo en las comunas de autogobierno local que siguieron al asesinato de Gaitán; en las experiencias de búsqueda de la paz en el Caguán y en La India (Cimitarra) antes de ser destruídas por los paramilitares; en las tomas de tierras para baluartes campesinos de Córdoba y Sucre en los años setenta. Hubo asomos de democracia participativa, medio socialista, en el gobierno de Melo en 1854 y ella surgió por unos meses con las Leyes del Llano en 1953. Luego, si podemos realizar los ideales de la participación democrática auténtica, con lo que tenemos y con lo que somos.
Los movimientos sociales y regionales a que he aludido, como puntas de lanza de la participación popular, se inspiran en ideas tales como el respeto a la diversidad y a las identidades culturales, el altruismo, el pluralismo y la tolerancia, todo lo que ha hecho posible el avance de la civilización. Es el Rousseau contra el Hobbes del Leviatán al que aludió aquí el doctor Pastrana. ¿Qué tal que no fuera así entre nosotros? La violencia sería peor de lo que está, ni habrían ocurrido los portentosos hechos de la vuelta a la civilidad y a la paz del M-19, el PRT, el EPL y el Quintín Lame, que rompen la maligna tradición de la violencia en Colombia, ni se habrían registrado las valientes luchas por los derechos humanos y la heroica resistencia inerme de compañeros de la Unión Patriótica, hechos que rompen la maligna tradición de la violencia en Colombia.

Por último, muchos han señalado que los regímenes federativos conducen más a la democracia de participación que los centralistas. No es volver a los esquemas ya superados de los Estados soberanos del siglo pasado, sino el enriquecimiento de la unidad nacional con la diversidad regional que nos caracteriza como nación, y de lo cual debemos enorgullecernos. Parte de la violencia actual podría explicarse por la incongruencia entre disposiciones autoritarias y centralistas vigentes y la realidad autógena, las aspiraciones y necesidades de las poblaciones en sus regiones.

Si la nueva Constitución de Colombia ha de ser inspirada por la democracia participativa, como es nuestro mandato, ella tendría que inclinarse hacia principios neofederales, descentralizantes y autonomistas, como se expresa en el texto de la Alianza Democrática M-19 que acabamos de presentar a la consideración de esta Asamblea. Es muy gratificante que estos principios generales hayan sido acogidos por ilustres constituyentes, algunos de ellos mis vecinos de curul, como lo hemos escuchado en anteriores intervenciones.

Muchas gracias.


Abril 12 de 1991



[1] Introducción del Editor.
[1] Nació en Barranquilla, departamento del Atlántico (1925 – 2008). Doctor en Sociología de la Universidad Nacional de Colombia. Historiador, investigador del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Nacional y escritor. Miembro de la Comisión de Límites con Venezuela. Miembro de la Comisión Segunda de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991. Desarrollador de la metodología Investigación, Acción Participativa (IAP). Cofundador de varios partidos de izquierda democrática como la Alianza Democrática M19 y del Polo Democrático Alternativo.
[2] Guardando las distancias, los consejos comunitarios del gobierno colombiano entre 2002 y 2010 tampoco son muestra y práctica de democracia participativa, ya que la voluntad del constituyente primario en la práctica no se tiene en cuenta, por cuanto la delegación del primer mandatario en subalternos, para que presuntamente dieran respuesta a las demandas de los asistentes, no se materializaban, como lo testimonian numerosos casos. En muchos de estos espacios, la asistencia era dirigida por los organizadores. (Nota del Editor).
[3] Subrayado del editor.
[4] Como ocurrió en abril de 2014, cuando la participación del movimiento agrario y campesino colombiano, así como de los movimientos urbanos nacionales, dieron nacimiento al proceso nacional de convergencia social y política CUMBRE AGRARIA, CAMPESINA ÉTNICA Y POPULAR. (Nota del Editor).
[5] También en 2014 el movimiento campesino y popular colombiano logró llevar al Senado de la República para el período Constitucional 2014 – 2018, a un campesino, salido desde los procesos sociales y de la fuerza política P.U.P que hace parte del POLO DEMOCRÁTICO ALTERNATIVO. (Nota del Editor).