“Como ha sucedido a través de toda la historia,
el diálogo entre el patricio y el plebeyo, el señor
feudal y el siervo, el esclavista y el esclavo,
el capitalista y el trabajador, no rindió frutos.
No puede rendir frutos porque la división de
la humanidad y sus sociedades en una minoría
acaudalada y una masa empobrecida, no es un
problema de comprensión o compasión que
puede resolverse mediante la comunicación y
la pedagogía; sino
un problema de intereses y de poder.
El conflicto entre los que tienen y acumulan
y aquellos que no tienen y son empobrecidos, no
se resolverá por teleconferencias y filantropismo de
los ladrones globales, sino sólo por la conquista del
poder.”
Heinz
Dieterich Steffan
(El Socialismo del Siglo XXI)
Por: Carlos Mario Marín Ossa
@MarioossaM
El reciente paro nacional agrario de mediados del
año 2016, llamado MINGA AGRARIA, CAMPESINA, ÉTNICA Y POPULAR, nos trae una serie
de reflexiones necesarias como también los aprendizajes correspondientes
enmarcados dentro del contexto inmediato desde los niveles territoriales hasta
el nacional, desde el desarrollo histórico de los últimos 25 años, los últimos
3 años y ajustados en el momento actual
de negociaciones de fin de la confrontación armada entre la insurgencia de las
FARC-EP, la posibilidad de una negociación con la insurgencia del ELN y los
tiempos futuros de los post acuerdos. El movimiento social y popular avanza
hacia un Nuevo Proyecto Histórico.
1.
Reflexiones
sobre el modelo de Estado burgués y el avance de un Nuevo Proyecto Histórico de
las mayorías Populares en Colombia.
La democracia que rige en Colombia, cuando se
cumplen 25 años de la promulgación de la Constitución Política de la Nación,
soporta los modelos de vida, de enriquecimiento y de poder de las élites
oligárquicas del país, más allá de la adopción de reformas obligadas por las
negociaciones de paz y desmovilización con las guerrillas del M19, Quintín
Lame, EPL, PRT y Corriente de Renovación Socialista. Por supuesto dichos
procesos de “paz” obligaron a la adopción de medidas más garantistas y a la
creación de instituciones de defensa de los derechos de las colombianas y
colombianos, al impulso nominal [1]
de una nueva forma de democracia negada desde la oficialidad al Pueblo: La
Democracia Participativa. Sin embargo, dichas reformas que las élites oligarcas
del país aceptan realizar cada vez que las condiciones del pueblo llegan a
límites que ponen en peligro sus intereses de forma contundente, fueron
aprovechadas para constitucionalizar el modelo de despojo neoliberal en los
servicios públicos generales, en la salud y educación, en el sector
agropecuario e industrial y llevar a la población, a los territorios y al medio
ambiente hacia el límite de una crisis de tal profundidad que pone en peligro
la vida y la subsistencia humana de 48 millones de colombianos residentes
dentro de las fronteras nacionales.
El Estado burgués en el que vivimos, tiene como
fundamento el modelo económico capitalista de características neoliberales y
efectos de acumulación por despojo. Se sustenta en la entrega de la propiedad
pública al capital privado, principalmente foráneo, en el exterminio de la agricultura para el
consumo propio, de producción minifundista o microfundista, que asegura la
soberanía y seguridad alimentarias, en el impulso de la agricultura industrial
de monocultivo destinada a producir insumos para el desarrollo de combustibles,
de alimentos destinados hacia la ganadería, en el extractivismo minero y en el
modelo energético, entre otros. También en la sustitución de la industria
manufacturera nacional mediana y pequeña, como del comercio nacional, de
tienda, de pequeña estructura; en el acondicionamiento institucional y jurídico
para la entrada de capitales especulativos de grandes corporaciones
transnacionales. Así las cosas, los alimentos agrícolas se importan en lugar de
producirse en el país, la industria manufacturera es desplazada por la foránea
que maneja mejores estructuras de costos y recibe ventajas tributarias cuando
llega a Colombia, la vocación económica (que se entrelaza con el tejido social,
las costumbres, la cultura y el territorio) se cambia sin consulta para
impulsar el extractivismo minero, el desarrollo de proyectos energéticos que
desplazan campesinos, pescadores y destruyen sistemas biológicos.
Este Estado burgués de la oligarquía nacional tiene
como argumento de validez su modelo democrático igualmente burgués. Una
democracia limitada y de papel que sólo beneficia a dicha élite. La presidencia
sólo ha sido asumida por representantes de las élites, el Congreso de la
República está constituido en un 95% por representantes o empleados de dichas
élites, Las Cortes que han gozado de un aura aparente de respetabilidad,
justicia y apego a la Ley, se conforman también por representantes de la élite,
sus empleados y socios. Desde la óptica y la propuesta de la oligarquía
nacional, los problemas del país sólo se resuelven a través de las elecciones.
Las mismas que la élite domina y manipula. La representación mítica de la
“soberanía” que reside en el pueblo y que se delega a los representantes elegidos
“democráticamente” no es real, porque una vez elegidos estos, no representan a
sus votantes, sino que los sustituyen para actuar en favor de sus intereses
particulares.
Este Estado burgués en el que vivimos, defiende su
estructura y los intereses de sus dueños mediante la utilización de
organizaciones armadas legalizadas con las leyes burguesas, conformadas por
hombres y mujeres extraídas de las capas más pobres de la sociedad, quienes
hacen uso de la capacitación, el adoctrinamiento y las armas que se les
entregan, para defender los intereses de los ricos porque así lo dicen las
leyes que hacen los ricos. Capacitación, adoctrinamiento y armas se adquieren
con los dineros públicos que se recogen obligando a tributar a todos los
habitantes.
Este Estado burgués en el que vivimos hoy, es un
agente de grandes corporaciones globales que imponen la economía, la política,
la ética, la moral y la cultura al resto del mundo. Corporaciones globales
manejadas por unas cuantas docenas de familias que esclavizan a más de 8000
millones de seres humanos. Los empleados – agentes de la oligarquía nacional,
reciben una tajada de las ganancias para que cumplan la voluntad de los amos
globales.
Este Estado burgués y sus instituciones se
encuentran en un proceso de decadencia que se profundiza con rapidez, ya que no
resuelve los problemas de las mayorías nacionales – como es lógico, pues está
diseñado para favorecer a las minorías – y por lo tanto carece de legitimidad
cada vez creciente. Por lo tanto, como proceso histórico desaparecerá y será
reemplazado por otro modelo o sistema, el cual debe ser un sistema de Democracia
real participativa, Socialismo Raizal, Socialismo del Siglo XXI o Nuevo
Socialismo.
1.1. Un
Nuevo Proyecto Histórico de las mayorías explotadas que reemplace al Estado
Burgués.
Como se puede inferir de las reflexiones iniciales,
los campesinos y campesinas de Colombia han sido y son víctimas del sistema de
exclusión que existe desde la invasión española en 1492 y que no varió sus
características luego de la guerra de independencia de España, pues quedaron en
el poder los hijos de los invasores y se reprodujeron los modelos económico,
político, social y cultural de los expoliadores peninsulares. Lo mismo rige para los pueblos originarios,
los afrocolombianos secuestrados de sus pueblos en África, y para todo el
mestizaje que se derivó del encuentro entre pueblos y culturas.
La Democracia Participativa ha irrumpido con fuerza
con el inicio del nuevo milenio, ya que el acceso a nuevas formas de
comunicación e información que permiten una interacción entre grupos humanos con
identidades culturales y particulares que los llevan a participar de sistemas
más menos homogéneos por cuenta de las características sociales comunes y del
proceso dialéctico que los impulsa, lo ha permitido. Pero también la
persistencia del movimiento social que ha acumulado procesos, experiencias y
aprendizajes para transmitirlos en todo momento. Esta democracia participativa
tiene grandes visos de la democracia directa o radical [2]
que se ha practicado por las sociedades humanas (de la cual la colombiana no es
la excepción) cuando requieren manifestarse ante las injusticias, ante los
problemas que las aquejan y en la búsqueda de soluciones. Impulsa la
determinación social sobre los ámbitos económicos, sociales, territoriales,
políticos, éticos, estéticos, jurídicos. De allí su equivalencia con el Nuevo
Socialismo como Nuevo Proyecto Histórico de las mayorías explotadas por las
élites que se sustentan en la Democracia burguesa de representación de
intereses privados.
El conflicto entre las clases antagónicas
explotados contra explotadores, oprimidos contra opresores, sólo puede
resolverse mediante la “acumulación de poder de los explotados, de forma tal
que logre ser superior a la de los explotadores”. [3]
La forma como ello puede darse, es el desarrollo y consolidación de ese Nuevo
Proyecto Histórico Popular que es el Nuevo Socialismo, Socialismo Raizal o
Democracia Participativa. Esto, porque debe ser el sistema que reemplace la
democracia burguesa y sus decadentes instituciones como proceso histórico que
se repite a través del tiempo y que como fenómeno social hace parte de un
sistema del cual los seres humanos somos elementos integrantes junto con el
medio ambiente, los animales, los modelos intelectuales y teóricos.
La teoría que aquí acojo tiene elementos
fundamentales de la expuesta por el profesor Heinz Dieterich Steffan quien
plantea desde la ciencia el modelo sistémico que a través del conocimiento
objetivo sobre los fenómenos del mundo, encuentra cómo de forma análoga a la
naturaleza, los procesos sociales como subsistema del natural (conformado por
seres humanos) con propiedades de capacidad individual o colectiva de razonar,
además de las físicas, físico – químicas y biológicas, tienen como el resto de
la naturaleza sólo dos formas de existir: como materia o substancia y como
energía. Como la naturaleza misma, los procesos sociales están en permanente
movimiento y cambio (revolución). El gran desafío es entender (o inducir) la
forma como serán sustituidos y los tiempos en que dicho fenómeno se dará. [4]
Esa Democracia Participativa se manifestó en todo
el país a través de las personas que hicieron parte de la Minga Agraria,
Campesina, Étnica y Popular. Seres
humanos con identidades territoriales, de historia, de ideología pero
especialmente de carencias como también de una gran consciencia de dignidad, conformamos un sistema llamado
CUMBRE AGRARIA, CAMPESINA, ÉTNICA Y POPULAR que a su vez hace parte de un
sistema mayor que es la Patria Grande y el Nuevo Socialismo Latinoamericano.
Este Nuevo Proyecto Histórico Popular de Colombia está ajustando la acumulación
de poder frente a la explotadora oligarquía nacional.
2.
Lecciones
de los procesos de Democracia Directa y Participativa en los primeros 15 años
del siglo XXI.
Retomando el
momento de promulgación de una nueva Constitución Política que venía acompañada
por la constitucionalización del modelo de despojo que impusieron y mantienen
las élites, los movimientos populares y sociales retomaron la dinámica
ancestral de la movilización, la asamblea y mandar obedeciendo. Basada en los
elementos comunes que motivan su dinámica, los movimientos populares y sociales
han logrado superar la capacidad convocatoria, la visión, el análisis, la
decisión, la acción coordinada y decidida para la defensa de sus intereses,
superando a los tradicionales partidos de izquierda que aún se pierden en los
dogmatismos y los egos superlativos de muchos de sus dirigentes.
a.
Sin embargo, el surgimiento del Polo Democrático
Alternativo como partido político aglutinado como frente de diversas fuerzas y
partidos más pequeños, ha logrado establecer el inicio de una acumulación de
poder alternativo al oligarca y disminuir la sangría sobre los recursos
públicos, la soberanía, el territorio y la nación. A pesar de las actuaciones
de vieja vanguardia, del narcisismo político de algunos dirigentes sectoriales,
de la inserción de prácticas desarrolladas en el Frente Nacional oligarca, de
la infiltración de personalidades originarias de las castas de la élite
nacional o de sus agentes, el Polo como partido mantiene la presencia de un
partido de izquierda que juega un papel fundamental en pos del horizonte
estratégico del Nuevo Proyecto Histórico Popular de los explotados colombianos.
Esto al lado de otras importantes expresiones de la izquierda nacional y de los
sectores progresistas a los que también corresponde depurar sus programas y
actuaciones de las mezquindades que les impiden cumplir sumisión histórica. La
práctica e impulso de elementos de democracia participativa que sólo se logra a
través del contacto, el trabajo y la consulta permanentes con las bases
sociales, ha permitido su progresiva consolidación como factores políticos de
poder. En 2006 se logró demostrar que un proyecto histórico conjunto tiene
opciones de poder y más aun hoy en las deterioradas condiciones económicas,
políticas y sociales. Cuando primaron los egos y la vanguardia ideológica, se
perdieron los acumulados y sólo resultaron beneficiados los caudillos.
b.
Comenzando la segunda década de este milenio,
nacen organizaciones populares de carácter social y político como La Minga de
Resistencia Indígena, El Congreso de Los Pueblos, La Marcha Patriótica, que
como sistemas sociales colectivos aglutinan personas con identidades de diverso
orden y concilian las diferencias de las mismas como factor de poder en la
diversidad. Son entes sociales que heredan y rescatan sistemas propios de
sentimiento, conocimiento y reproducción material. Reconocen y respetan las
especificidades culturales de las 11 regiones socioeconómicas conocidas y que
participan en el diseño de las políticas de hecho y públicas que las afectan. [5]
Han logrado mantener la conexión con las bases sociales y los territorios,
cohesionar los sentimientos comunes y ejercer acciones coordinadas para
responder a sus intereses. Son los mejores intérpretes de las culturas, las
poblaciones y los territorios pues viven con ellos y en ellos. La participación
y compromiso del movimiento estudiantil y juvenil dentro de los mismos llena de
energía y nuevas ideas su discurrir, a la vez que se desarrolla una relación
dialéctica y dialógica que fortalece el conocimiento ancestral con lo nuevo; y
además transmite la tradición y la mantiene viva. Marchas, foros incluso
nacionales, interlocución con gobiernos locales, territoriales y nacionales,
acciones de hecho, acciones de derecho, posicionamiento de agendas propias en
las agendas territoriales, locales y nacionales, son algunos de los logros.
c.
La Organización Nacional Indígena de Colombia –
ONIC, el Proceso Colombiano de Negritudes, procesos locales y regionales,
sumados a Congreso de Los Pueblos y Marcha Patriótica, se articulan de acuerdo
a las necesidades, identidades y condiciones históricas, creando un sistema
social mayor llamado CUMBRE AGRARIA, CAMPESINA, ÉTNICA Y POPULAR. Este macrosistema interactúa con otros del
ámbito local, como del internacional. Todo está en continuo movimiento y
revolución. La crisis civilizatoria del modelo capitalista y de la democracia
burguesa sólo responde a las preguntas de unas pocas decenas de sus dueños
globales. El resto de la humanidad sólo recibe los daños del sistema excluyente
y explotador. De esta manera se ha
logrado avanzar en el posicionamiento como actor, vocero e intérprete político
de las mayorías populares ante los gobiernos de la oligarquía. Se han logrado
posicionar las agendas conjuntas con acento territorial. Se ha constituido
dicho macrosistema como un factor real de poder que comienza a pasar del hecho
al derecho, sumando a la carga histórica de legimtimidad el espectro futuro de
legalidad como constituyente reconocido desde la Nación colombiana. Los paros
agrarios de 2014 y 2016, la permanente movilización de territorios y de ideas,
el reconocimiento plural, el respeto, la creciente cualificación de sus
integrantes ha permitido el avance en esa acumulación que va en pos del Nuevo
Proyecto Histórico, del poder de las mayorías.
d.
Las centrales obreras y sindicatos
clasistas comienzan a manejar una nueva
dinámica de convergencia con el movimiento social y popular, luego de la
debacle sindical generada por los nuevos modelos laborales, las nuevas
legislaciones, los errores y vicios históricos de las propias organizaciones y
de sus dirigentes, el acomodo o la decepción por los años de lucha obrera, la
incapacidad para adaptarse e interpretar los nuevos tiempos tanto del sistema
capitalista, de la democracia burguesa, como de las implicaciones de los mismos
en sus intereses como trabajadores organizados y a partir de allí, tener la
capacidad de visualizar el futuro y las acciones que corresponde tomar para
llegar de forma prospectiva a un horizonte táctico deseable. Hoy muchos
sindicatos han remozado de actividad, nuevas prácticas y nuevas semánticas que
interpretan los nuevos tiempos, los nuevos seres, sin renunciar a los valores y
conquistas históricos. Parece ser que llegan prácticas de un nuevo sindicalismo
que reclaman las bases, que el encuentro con el pueblo puede llevarlos por vías
comunes de fuerza y de interés mutuo, así como de nueva legitimidad. Deberán
superar eso si, la vieja vanguardia, la dirigencia acomodada que se soporta en
prácticas representativas que sustituyen la voluntad de la base que elige y
delega, a la usanza de aquella clase antagónica que dicen confrontar, pero que
emulan. Deberán superar la prepotencia de grupo, para catalizarse como actores
fundamentales de ese sistema social que avanza en pos de Nuevo Proyecto
Histórico.
Existen
otras expresiones sistémicas de origen
burgués mediano, que están más atadas a los intereses de la élite
nacional, pero que sin embargo en momentos críticos del modelo que también los
golpean a ellos, se convierten en alíados coyunturales y tácticos del Nuevo
Proyecto Histórico. Es el caso concreto de las Dignidades Agropecuarias, Camioneros,
empleados de la salud y de la educación, cuyos integrantes con posiciones de
poder y decisión son propietarios medios de la tierra, intelectuales y
profesionales de clase media y que poseen parte de los medios de producción o
de especulación que tienen que ver con sus intereses económicos y políticos. El
resto de sus integrantes son campesinos asalariados, jornaleros y empleados que
se movilizan de acuerdo a los intereses de sus jefes y a la disponibilidad de
financiamiento para la acción.
3.
Características
de poder local de los sistemas sociales populares y su relación con los valores
fundantes en la acumulación de poder.
En
Colombia, las poblaciones populares que constituyen la génesis de las mayorías,
de su diversidad, de su cultura y de su identidad sistémica ocupan dos tercios
del territorio nacional. Aun cuando la mayor parte de la población habita la
zona andina y allí se produce el mayor porcentaje del PIB, la mayor parte del
territorio tiene la presencia de los pueblos originarios de acuerdo a la
concepción del sociólogo Orlando Fals Borda. Es allí, en dicho territorio,
donde viven y han vivido los indígenas primarios, los negros libres, los
campesinos – artesanos pobres, los colonos pioneros y su descendencia[6].
Son estas comunidades quienes han ejercido el poder local a través de sus usos
y cultura. La ausencia del Estado
burgués los ha condenado a no recibir los “beneficios” del crecimiento
económico o de las políticas gubernamentales.
La
cultura de la democracia participativa como proceso consolidado requiere de un
tipo de educación que supera los cánones de la estructura educativa pública y
se soportan en procesos de educación popular que forma a individuos y
colectividades en los principios y valores de esa Democracia Participativa, de
ese Nuevo Proyecto Histórico. Porque además de los elementos teóricos, la
democracia participativa se sustenta en las costumbres, tradiciones y valores
de esos sistemas humanos variopintos, que históricamente han asumido su destino
y su gobierno con autonomía, valor y resistencia. Este Nuevo Proyecto Histórico
de Democracia Participativa o Nuevo Socialismo o Socialismo Raizal se debe
construir “sobre la base de otra lógica
y de otros valores: un poder asumido como servicio; un poder entendido como
responsabilidad asignada en relación a la cual hay que rendir cuentas; un poder
que suponga ejercicio compartido y no atribuciones concentradas” [7].
La
educación así concebida se convierte en movimiento cultural de choque y
transformación que confronta al poder vigente y a sus instituciones. Es por
ello que adquiere una connotación e intencionalidad política que son
necesarias. No se trata de educar y/o formar para permanecer dentro de las
mismas estructuras del modelo que se confronta. Los poderes locales resultantes
son precisamente alternativos, sostenidos en una pedagogía que convoca a la
ética y a la política y convierte en protagonistas a los movimientos sociales y
populares [8].
El
Nuevo proyecto Histórico desde lo Popular, debe proponer lo local como
respuesta a los estragos de la globalización y del modelo de despojo que
utiliza la democracia burguesa y la economía capitalista como puntal y soporte
de sus pretensiones privadas. El poder local debe responder a las imposiciones
globales basado en la sinergia que producen las identidades del sistema social
construido desde las bases y desde la periferia hacia el centro, o desde las
regiones.
En
las condiciones de Colombia, dicho poder local se construye a partir de la
vereda, del barrio y del municipio. De allí parte la fuerza de ese Nuevo
Socialismo, del movimiento y cambio generado a partir de la CUMBRE AGRARIA,
CAMPESINA, ÉTNICA Y POPULAR. Es un
poder local que se articula globalmente como estrategia de lucha y acumulación.
No se concibe la democracia como la apropiación de las tomas de decisión a
partir de un puesto de mando o de un caudillo iluminado, sino a partir de la
concertación de los variados esfuerzos y
acciones. El poder local debe ser el
punto de acumulación hacia el poder nacional.
Se
trata nuevamente de un proceso cultural de cambio que rescata sus propios
valores. Los valores fundantes de esos pueblos originarios que constituyen el
genoma de nuestro pueblo: Los indígenas primarios, los negros libres, los
campesinos – artesanos pobres y los colonos pioneros. Sus valores fundantes son
el soporte del Nuevo Proyecto Histórico.
Las
correlaciones de poder actuales entre el movimiento social y popular frente a
la oligarquía colombiana comienzan a emparejarse de forma progresiva. Dicha
oligarquía lo sabe y por ende ha preparado el aparataje para impedir por vías
“legales” los reclamos de ese sistema social que ha convergido, de la
mutabilidad natural del proceso social e histórico y del ascenso del nuevo
sistema que debe remplazar al anterior. El recién aprobado código de policía es
una muestra de ello. La aprobación de leyes como la zidres, es muestra de ello.
La connivencia o la omisión ante el paramilitarismo es muestra de ello. La
instauración de matrices mediáticas y de opinión a través de sus mass media y
de los empelados que han alquilado para que los manejen, es muestra de ello.
Pero a pesar de todo, el mundo está en continuo movimiento y revolución. El
Nuevo Proyecto Histórico está en camino. Resta entender cuándo será el tiempo
para que emerja del todo. El movimiento
social y popular, es el sistema que debe inducir y acelerar ese tiempo.
[1]
Nominal, ya que en el papel y en el texto constitucional se reconoce y
“garantiza” la democracia participativa como por ejemplo a través de la
Veeduría Ciudadana, pero no se desarrollan los mecanismos y garantías para que
esta pueda ser ejercida de forma real y vinculante. Por ejemplo, las veedurías
no cuentan con recursos financieros ni materiales para su trabajo, son burladas
de forma permanente por las instancias gubernativas de orden administrativo,
legislativo e incluso judicial.
[2]
Del latín radix, raíz. Para la
discusión, se relaciona con el concepto de los valores fundantes de nuestra
Nación.
[3]
Heinz Dieterich Steffan. “EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI. Colección El Pez en la
Red. Fundación para la investigación y la Cultura FICA. 2003
[4] Ib
Ídem.
[5]
Orlando Fals Borda. SOCIALISMO RAIZAL Y EL ORDENAMIENTO TERRITORIAL. Editorial
Desde Abajo. Bogotá, 2013.
[6] Ib
Ídem.
[7]
Iosu Perales Arretxe. PODER LOCAL Y DEMOCRACIA PARTICIPATIVA EN AMÉRICA
LATINA. Colección El Pez en la Red.
Fundación para la Investigación y la Cultura FICA. Bogotá, 2004
[8] Ib
Ídem.
No hay comentarios:
Publicar un comentario