En
el mundo, y en particular en América Latina los vientos de la política soplan
hacia la derechización de la sociedad e incluso hacia el extremo de ese lado
del espectro ideológico. Son los tiempos que vivimos.
Entonces,
afloran con mayor fuerza que en los últimos diez años las políticas económicas
y sociales que apuntan a utilizar a las mayorías de la población como ganado
que, explotado con mayor refinamiento e incluso mayor violencia, contribuyan
con mayores márgenes de ganancia para los dueños de la hacienda continental, y
en nuestro caso particular, de esa, llamada Colombia.
Esos
vientos traen consigo las banderas de la homofobia, de la misoginia, del
fundamentalismo religioso, del odio a la diferencia, de la explotación de la
naturaleza y de las personas, sin compasión. Se intenta construir un mundo
homogenizado que no cuestione las razones de la injusticia ni proponga
alternativas humanas; antes bien, que sea funcional a los intereses de los
explotadores y que reproduzca no sólo sus formas, su ética, su moral y sus
características; sino además que produzca en el seno de una sociedad así a los
capataces que serán los verdugos de sus congéneres, mientras que los patrones
observan desde las alturas con las manos limpias.
En
Colombia, tan sólo con el advenimiento del nuevo “presidente” se incrementó la
oleada retardataria y sus vientos soplan huracanados. Los diferentes niveles de
este “gobierno” se han nutrido con lo más destacado de la corruptela local, y
no se molestan siquiera en disimular, ni se sonrojan. La restringida democracia
retrocede de forma evidente, las garantías constitucionales como la protesta o
las consultas populares sufren de persecución implacable, los compromisos para
la paz adquiridos a nivel del Estado y con responsabilidades internacionales,
se hacen pedazos sin consideración. El constituyente primario (el pueblo, como
lo señala la Constitución Política) es un títere sin valor, no como otros
títeres que tienen valor de uso y cambio para sus patrones.
En
el contexto de este período, se realiza un llamamiento para intentar construir
esa unidad amplia y real que confronte este régimen y se dispute los escenarios
de gobierno y territorialidad.
Un llamamiento desde las
comunidades y pueblos que conforman esta Nación
Analizando
y sobre todo sintiendo las realidades de la Colombia profunda, de esa en la que
viven las gentes humildes e incluso la maltrecha clase media, las comunidades
más diversas, los pueblos, se comenzaron a reunir personas desde los
territorios y desde las esferas nacionales: dirigentes y activistas, hombres y
mujeres de partidos políticos alternativos, de movimientos sociales,
campesinado, jóvenes de las ciudades, sindicalistas, indígenas y población
afro. El objetivo no es otro que intentar el avance y construcción de ese
movimiento de confluencia y unidad que permita juntar la fuerza necesaria bajo
una plataforma política común y el tejido minucioso de las confianzas, de forma
que se logre confrontar al establecimiento que trae ahora una reedición de los
momentos más aciagos sufridos por el pueblo colombiano en los últimos cincuenta
años.
Entonces,
los diferentes procesos sociales, comunitarios, políticos, sindicales y de variada
naturaleza hacen el llamado a la ASAMBLEA LEGISLATIVA, POPULAR Y DE LOS
PUEBLOS, la cual se llevó a cabo a mediados del mes de octubre en el municipio
de Bosa – Cundinamarca
El gobierno popular, un
acumulado real que legisla para una Nación de naciones
Aunque Colombia como resultado de su “vida
republicana” vive en la democracia liberal y en las instituciones propias de la
misma – al menos en la letra, aunque la realidad sea otra- la situación
objetiva es que en los territorios se vive en procesos de autogobierno y su
devenir se consolida a pesar de las presiones del poder del establecimiento, de
las élites. Esto se manifestó una vez más en el espacio asambleario de Bosa, de
donde se reconocen las manifestaciones en los siguientes aspectos gruesos de la
vida de los pueblos:
1. El territorio es el espacio
geográfico, cultural y económico en donde se viven las realidades de las
gentes, en donde se teje sociedad, en donde se proyecta la vida de las
comunidades y se construye la historia a partir de los legados de los
antepasados, sus sueños y sus luchas. De esta manera se defienden la tierra, el
agua y todos los bienes comunes en todos los ámbitos territoriales ( local,
zonal, municipal, regional, nacional ).Los énfasis se dan frente a las
amenazas que representan para las comunidades la presencia y actividad de las
multinacionales en temas minero-energético, ambiental, concesiones y títulos.
También sienten la amenaza de políticas públicas como las ZIDRES ( Zonas de
Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social) pues para ellos es la condena
a muerte del campesinado a manos de los empresarios ricos.
2. El gobierno en los territorios
(autogobierno) es una realidad que sobrepasa al gobierno oficial de la
República. La tradición, la cultura y las realidades de las comunidades dictan
la juridicidad que se cumple en la cotidianidad. Sólo se acepta como legítimo
el gobierno que sale del seno de las comunidades (rurales y urbanas), pues el
gobierno oficial no es el resultado de un proceso democrático ni representa los
intereses de la Colombia profunda.
3. La economía se construye de acuerdo a
los usos y costumbres de las comunidades, para suplir las necesidades
materiales de las mismas y no se enfoca necesariamente para el mercado liberal.
Se han apropiado algunos enfoques y manifestaciones de la modernidad, pero en
esencia se soporta sobre características de colaboración y solidaridad.
4. Los espacios institucionales de la
democracia liberal (oficial) son válidos como un escenario de disputa que se
articula con la movilización que es propia de la naturaleza de los pueblos que
conforman la nación colombiana.
5. El autocuidado se construye con
figuras propias de organización y defensa del territorio ( Consejos
Comunitarios, Resguardos, Zonas de Reserva Campesina, Territorios Campesinos
Agroalimentarios, Procesos Barriales) y
de las comunidades (Guardias Indígenas, Cimarronas, Campesinas, Obreras,
Populares). Lo que el Estado niega, las comunidades se lo proveen por sí
mismas.
En
este marco, la Asamblea Legislativa Popular y de los Pueblos ha legislado de
forma inicial para ser compartido y alimentado hacia adelante con la llegada de
otros procesos en clave de unidad amplia. Resumiendo se ha legislado lo
siguiente:
a. Declarar apoyo al movimiento
estudiantil y de defensa de la educación pública.
b. Caracterizarse como antipatriarcal,
antirracista, antimperialista y anticapitalista.
c. Socializar en las regiones los
mandatos de la asamblea, organizar comisiones de unidad y seguimiento al
proceso.
d. Declararse en Asamblea Permanente, con
el fin de avanzar en los objetivos.
e. Realizar movilización nacional en el
primer semestre del año 2019.
f. Construir una plataforma de carácter
político no reivindicativo.
Para
que los objetivos del proceso unitario que se pretende, sean logrados, se reconoce
la necesidad de invitar a la mayor cantidad de fuerzas de todo orden
alternativo y popular, incluir sus perspectivas y apuestas, avanzar en la
construcción de la plataforma política común y en procesos permanentes de
formación.
La
invitación está abierta, y la conformación del bloque es necesario para la
disputa con el establecimiento.
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