Taller de
Cualificación y fortalecimiento sindical con perspectiva de género.
PANEL
COYUNTURA
POLÍTICA Y POST ACUERDOS CON PERSPECTIVA DE GÉNERO
Carlos Mario Marín Ossa
La perspectiva o el enfoque de género
es una categoría socio política que reconoce la diversidad, su valía y la
necesidad de que se eliminen las inequidades relacionadas con el género, con lo
diverso, con lo diferente.
El concepto de perspectiva de género
cobra especial relevancia a partir de 1995, durante la realización de la IV
conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la mujer. Se trata de una
estrategia para fomentar la igualdad de los sexos en la plataforma de esta
conferencia realizada en Beijing. La igualdad entendida como concepto y
práctica política.
Podemos decir que el ejercicio de la
inequidad y discriminación hacia la mujer es un resultado histórico que se da
con el paso del derecho materno al paterno, con la aparición de la propiedad
privada, con la aparición y evolución del capitalismo. Porque de forma paralela
a la etapa de la aparición capitalista se dieron en occidente los nacimientos
de las democracias modernas, de los Estados Nación, basados en una serie de
valores como la libertad, igualdad y fraternidad que terminaron siendo realidad
para las élites de cada país, con lo cual la discriminación hacia lo más
variado de la sociedad, hacia las mayorías, da como resultado una concepción
machista y patriarcal, así como una práctica coherente con estos mitos
fundacionales de dichas democracias. Es así que se le asigna a la mujer una
condición social y política de dependencia y pasividad. Y en estos desarrollos
influye de manera determinante la cultura religiosa que es eminentemente
machista, con decisiones y designios de un dios hombre que se comunica con lo
terrenal a través de jerarcas hombres que traducen e interpretan desde su
mirada, la voluntad divina.
Las mujeres han asumido a través de la
historia diversas formas de organización, como también iniciativas para
protestar contra la guerra, contra las violencias ejercidas en sus vidas y
cuerpos, contra sus territorios y el tejido social que han construido y
habitan.
Para el caso colombiano, a través de
la organización, la formación y la persistencia, a partir de la década de los
noventa del siglo XX, lograron la aprobación de la Ley 581 del 2000 llamada
también Ley de cuotas, que establece que por lo menos el 30% de los cargos
públicos por designación deben ser asumidos por mujeres. La Ley 1257 del 2008
sanciona los tratos discriminatorios y las violencias ejercidas contra las
mujeres. En el año 2006, la Corte Constitucional despenalizó el aborto.
Desde el lado de los hombres, habría
que decir que la imposición cultural se revirtió en contra como sujetos activos
de diversas violencias que pagan con su vida o con la imposibilidad social de
desarrollar las varias sensibilidades que son vistas o señaladas como
indeseables en un macho. Culturalmente se les imposibilita el desarrollo
integral como seres humanos con sentimientos.
Coyuntura
Política.
La política internacional
se guía de acuerdo a los dictados de una minúscula élite económica, unas pocas
familias, que se expresan a través de los organismos multilaterales y que se
constituyen a través de la gran corporación transnacional en supra gobiernos.
Los límites geopolíticos existen para impedir que llegue la diversidad a los
países que alojan a esa pequeña élite, pero desaparecen para permitir la
entrada de los excedentes económicos de dichos países así como la entrada de
capitales especulativos que se alimentan de la economía, el trabajo y el
bienestar de las mayorías mundiales, de las mayoría populares. Es una política
mundial contra la diversidad en todas su expresiones, entre las cuales se
encuentra el género. El capitalismo es patriarcal, es machista, es anti
diverso. No permite los desarrollos diferentes en términos económicos,
sociales, culturales, educativos, étnicos, políticos ni de género.
América Latina enfrenta un
período de retroceso de los gobiernos de izquierda y progresistas debido al
ataque sistemático de la derecha vernácula e internacional, a los errores
propios en materia de educación y formación política del pueblo, del accionar
mediático a través de la guerra de cuarta generación, del empleo de procesos de
golpe suave y guerra sicológica, auspiciados por la derecha y los aparatos
paramilitares que comienzan a internacionalizarse como una empresa de guerra.
De esta forma, Venezuela ha vivido la llegada de su élite nacional al seno de
la Asamblea Nacional en una mayoría que tiene en aprietos el proyecto socialista
del siglo XXI. Brasil enfrenta un duro movimiento que cuestiona el gobierno de
Rousseaf y pretende enjuiciar no sólo la figura del expresidente Lulla Da
Silva, sino el proyecto político de izquierda de dicha nación. Argentina
entrega el gobierno a un exponente purasangre de la extrema derecha gaucha que
no tardó en comenzar a desmontar proyectos emblemáticos del modelo Peronista y
de los Kichtner. Es una arremetida que compromete toda la propuesta
emancipatoria latinoamericana a través del ALBA, de UNASUR y otros mecanismos
de integración de los pueblos latinoamericanos y que se contraponen al proyecto
político, territorial y hemisférico de los Estados Unidos, Canadá y sus socios
globales.
Hoy se encuentran
amenazados el pueblo venezolano, su democracia y el proyecto histórico propio
que desde la base soñaron e impulso el eterno comandante Hugo Rafael Chávez
Frías y el movimiento bolivariano revolucionario MBR 200, por cuanto de forma
aleve y descarada, diversos medios norteamericanos plantean ya la necesidad de
una intervención en el hermano país para restaurar la democracia. Colombia, su
gobierno y su élite han sido factores desestabilizadores, cómplices e
impulsores del ataque al proyecto histórico revolucionario bolivariano.
Colombia inicia una nueva
etapa con el fin del conflicto armado entre el gobierno de las élites y las
FARC-EP. Se silencian los fusiles y se abre paso la posibilidad de buscar a
través de la participación política y de la movilización social y popular, la
anhelada paz. La paz que soñamos y a la que tenemos derecho pasa de largo por
el silenciamiento de los fusiles, muy importante en sí, porque quienes han
colocado los muertos de ambos bandos han sido los sectores populares. La
oligarquía asiste y atiza la guerra desde la comodidad y seguridad de sus
mansiones, oficinas y clubes sociales.
La paz que queremos se
construye desde la diversidad étnica y territorial. Desde las particularidades
de las regiones. No puede imponerse una paz diseñada desde la burbuja en que
viven las élites económicas que usufructúan la riqueza de Colombia y el trabajo
de los colombianos, sin conocer siquiera cómo se vive en pueblos y veredas, en
ciudades intermedias, en las barriadas. La paz que queremos es una paz
construida a varias voces, en donde la sociedad converse acerca de las
soluciones que necesita, lo que llamamos un gran diálogo nacional.
Sin embargo la realidad nacional es
que el modelo económico sólo sirve a los intereses de los más ricos, de ese
puñado de familias de la antigua oligarquía y de la emergente. El sistema de
salud es un negocio del que se lucran esas familias y sus agentes. El sistema
educativo desea convertirse a ultranza en un negocio y para ello requieren
eliminar los componentes de las humanidades y reemplazarlos con enfoques
técnicos que se acomoden al modelo económico. La seguridad y soberanía
alimentarias deben defenderse. El alimento y la tierra garantizan la
subsistencia autónoma del pueblo, de las comunidades. Garantizan la
supervivencia de la especie. Y existen comunidades que viven de forma diferente
y alterna al modelo impuesto, desarrollando procesos asociativos y
cooperativos. Allí, hombres y mujeres cumplen papeles fundamentales y
equitativos para el desarrollo de los planes de vida comunes y de los
individuales.
Países como Estados Unidos, que
acompañan el proceso de paz que está pronto a firmarse, tienen intereses
económicos de su propia élite en los territorios colombianos en donde hace
presencia la insurgencia armada. Por ello acompañan este proceso.
Otro elemento que mantiene y agudiza
el conflicto social es la guerra de IV generación, la guerra mediática e
ideológica que refuerza estereotipos machistas, patriarcales y capitalistas que
son sinónimos entre si. Es un aculturamiento permanente de la población que
mantiene y ahonda la estigmatización hacia lo diverso, hacia lo diferente,
podríamos decir, hacia el otro género u otros géneros. La disputa entre los que
defienden el género como una construcción social y quienes lo defienden como
una realidad biológica y designio divino plantea la contradicción que avanza
entre la sociedad que busca procesos modernizadores y quienes defienden el
status quo. El trasfondo del problema es un asunto de poder. Y ese poder está
en disputa para mantener las prebendas y privilegios de una clase social o para
avanzar los intereses históricamente negados de otra clase social diversa,
multiétnica, multicultural y popular.
Es así que se plantea la necesidad de
construir un movimiento político que busque la construcción de una paz real e
integral, que avance unificando los sectores de las mayorías nacionales, de las
mayorías populares, para transformar las causas históricas conflicto. La
construcción de paz tiene que ver con la gobernabilidad en los territorios y la
construcción de movimiento político. Es decir, construir un Nuevo Proyecto
Histórico para la clase popular.
Post acuerdos
en clave de diversidad. En clave de género.
Para grandes sectores de colombianas y
colombianos organizados, es claro que la Paz no ha llegado como un objetivo y
realidad integral y terminada. Se disminuye la sangre que han puesto los pobres
por designio de los más ricos, como resultado del silenciamiento de los
fusiles.
Pero el conflicto social sigue
existiendo y se agudiza. La imposición política de las élites sobre el
patrimonio público y los bienes comunes de la humanidad, es venderlos. Entregarlos
al ejercicio especulativo del capital privado transnacional. Es algo que deberá
buscar revertir el movimiento social y político alternativo a través de la
movilización y la protesta, a través de la participación política
institucional, a través del impulso de Leyes que favorezcan a las mayorías
nacionales y a través del ejercicio de gobierno de hecho en los territorios.
La Ley ZIDRES deberá ser un objetivo a
eliminar, porque no favorece al campesinado raso. Al convertir a campesinas y
campesinos en asalariados de los grandes empresarios, niega de facto la
realidad territorial, la diversidad étnica y cultural, la historia y el
desarrollo de las comunidades. Uniforma una propuesta de desarrollo rural y
agrario sobre la visión de una casta, desconociendo los usos y saberes de las
comunidades, de lo que hombres y mujeres han asumido como historia y memoria,
de cómo se ha construido en la realidad esta Nación de naciones. Niega la
relación entre los géneros allí en los territorios, sus saberes y aportes y las
construcciones conjuntas y separadas.
Los convenios UPOV [i]
criminalizan el ejercicio ancestral de proveerse la comida de forma autónoma y
soberana. La relación de hombres y mujeres con la semilla, con el alimento que
provee y con la vida que otorga, es amenazada para favorecer el lucro de esa
élite transnacional. Monsanto, Dupont, Syngenta, están entremezclados con
bancos, inmobiliarias, aseguradoras, calificadoras de riesgo, organismo
multilaterales y políticas globales de dominio y control social. Es otro
objetivo que deberá tenerse en cuenta si se quiere garantizar el alimento y
potenciar las relaciones ancestrales que hombres y mujeres han tenido con el
mismo.
La política minero energética es otro
objetivo para los tiempos de los post acuerdos. Hoy se quiere privilegiar el
valor del agua, de los páramos, de los ríos frente a la explotación minera y de
petróleo, frente a la construcción de megaproyectos energéticos e
hidroeléctricos y la generación de dividendos para esa corporación
transnacional de la que venimos hablando. Es un ejercicio de soberanía, pero
también de dignidad. Las comunidades rurales tienen una relación con su entorno
y de allí nacen diversos desarrollos y manifestaciones culturales de las
mujeres tejedoras, de los hombres pescadores, de las mujeres cantantes y
gaiteras, del hombre vallenato, tiplero o marimbero.
La política urbana es otro objetivo
para los tiempos de los post acuerdos. Ciudades para la vida digna, vivienda
digna, el derecho a la energía eléctrica, al mínimo vital de agua, a un
transporte digno, a rechazar la densificación en los centros para los sectores
populares con un criterio de costo financiero por encima del criterio de
bienestar y dignidad para las personas, son demandas de los sectores populares.
Es preciso buscar equipamientos urbanos de calidad, volver al verde, a los
árboles, a los parques con pasto y flores, en donde las personas y las familias
se puedan encontrar. El monopolio del cemento no sólo se presta para favorecer
la corrupción, sino también para atentar contra el medio ambiente y favorecer
el calentamiento global.
En ambientes urbanos diversos, emergen
de forma más natural las iniciativas desde los géneros. Avanzan en un diálogo y
en un baile de reconocimiento mutuo, de validación y aceptación.
Por eso la existencia y
fortalecimiento del ESMAD para los tiempos de los post acuerdos es un
contrasentido. Este cuerpo existe para impedir la diversidad, para imponer un
modelo único que garantiza el status quo. El diálogo no existe porque quienes
imponen el modelo están en posesión de la verdad. Este cuerpo de represión es
la mejor prueba de que vivimos en un Estado fascista que impide la diversidad. Bajo
los esquemas de esta política, el hombre es actor dinámico y la mujer continúa
siendo objeto pasivo y subordinado. Y ello golpea la posibilidad de las
manifestaciones culturales, sociales y políticas para la mujer, para su
libertad, para su búsqueda y condena al hombre a reproducir el modelo que
necesariamente terminará desatando nuevas violencias. El ESMAD es otro objetivo
de los tiempos de los post acuerdos.
La construcción del movimiento
político que busque el poder institucional, que se erija en derecho, que
impulse la construcción del Nuevo Proyecto Histórico, es otro objetivo de los
tiempos de los post acuerdos. Un movimiento político diverso y unificado en sus
acuerdos, respetuoso en sus disensos y decidido a obtener el poder es necesario
para la construcción de la paz que soñamos. Esa que se construye a varias
voces, que llega como resultado de un gran diálogo nacional.
Las mujeres colombianas que se
organizan por ejemplo en el proceso Confluencia de Mujeres para la Acción
Social, plantean como luchas la exigencia de acceso real a la propiedad de la
tierra, a la titulación, a tener garantías para producir. Consideran que el
reconocimiento del valor de su trabajo, de su aporte en la construcción de
tejido social y la redistribución de las cargas del trabajo son herramientas de
mayor valor para la resistencia y el arraigo en los territorios. Consideran su cuerpo
como territorio de la política y rechazan la militarización de sus vidas y sus
comunidades. Exigen y buscan que se tengan en cuenta en la construcción de las
políticas públicas que terminan afectando sus vidas y las de sus comunidades.
Plantean que requieren de una educación que no reproduzca los roles asignados a
la mujeres y que están basados en sistemas de opresión. Se declaran objetoras
por conciencia a la militarización, luchan contra el racismo y exigen seguridad
y soberanía alimentarias.
Cabe mencionar además, que una
construcción diversa del tiempo de los post acuerdos deberá impedir que tanto
el machismo como el hembrismo sean el resultado de las imposiciones políticas y
culturales del régimen.
Estos elementos y otros nos permitirán
avanzar en esa estrategia de eliminar las inequidades tanto económicas como
políticas y de género; para eliminar la exclusión y la invisibilización de las
violencias que se cometen en razón de la diferencia. Podemos llegar a entender,
aceptar y practicar que podemos caminar con una mujer sin pretender convertirla
en objeto de posesión, podemos llegar asumir que caminar con un hombre no
requiere convertirlo en objeto de utilización y explotación. Podemos entender y
aceptar que existen otras prácticas y manifestaciones de amor entre géneros
como una construcción social y como una decisión autónoma de personas, de seres
humanos con derechos y sentimientos, con aportes a la historia, a la comunidad,
al territorio.
Los tiempos de los post acuerdos y la
construcción de la paz es una labor de hombres y mujeres que como sujetos
políticos caminen no adelante el uno de la otra, no atrás, sino al lado y de
forma equitativa.
[i] Patentes
o figuras como Unión para la Protección de Obtentores Vegetales UPOV. Este
convenio internacional se creó en el año de 1961 y posteriormente se han
establecido dos convenios a los cuales se han suscrito los países miembros:
UPOV78 y UPOV91. Colombia hace parte de los países que han suscrito el UPOV78.
Estos convenios obligan a los gobiernos a reconocer la propiedad de las
semillas para las transnacionales que han desarrollado modificaciones genéticas
de diversa variedad
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