Por:
Carlos Mario Marín Ossa
El
proceso histórico que se viene dando en Risaralda por efecto del trabajo de
aproximación y reconocimiento interétnico e intercultural, avanza en torno a
necesidades manifiestas en la búsqueda de construcción de Poder Popular a la
medida de nuestras características particulares tanto de las étnias indígenas
vernáculas, de los asentamientos de poblaciones afrocolombianas y de la
población mestiza. Este es un proceso que lidera el Magisterio Alternativo de
Inclusión Social –MAIS– con aporte y acompañamiento del Congreso de los Pueblos
en la región. Y digo que es histórico, porque impulsa el reconocimiento mutuo,
la validación de los procesos de los otros actores y el convencimiento acerca
de la necesidad de concentrarse en un movimiento social y popular más amplio
que se fortalezca en la diversidad, con fuertes bases culturales y educativas
que asimilan los elementos propios de cada étnia[i] y los llevan a enriquecer
su proceso vital y cosmogónico.
Con
la adopción de un compromiso militante en el desarrollo de dicho proceso, hemos
llegado a convivir en diversos espacios con todas estas comunidades renunciando
al protagonismo per se, colocándonos en el mismo nivel humano de sus
condiciones de vida, eliminando la utilización instrumental de la que han sido
objeto las clases populares en general, pero de forma más dramática las etnias
indígenas y afros por razón de la tendencia arribista y racista que ha
predominado en el criollato de origen y cultura eurocentrista.
Gradualmente
las barreras de la desconfianza se han ido rompiendo de forma tal que unos y
otros enriquecemos nuestro proceso humano, encontramos nuestros elementos
comunes en el territorio, en los planes de vida y tomamos las decisiones para
comenzar a avanzar de forma unificada pese a las taras históricas.
Los elementos de la IAP [ii]
para superar el determinismo
El
compromiso que genera el interactuar de forma permanente con nuestras
comunidades, conlleva a un proceso de renacer en todos los sentidos, un Kaziyadu [iii] que potencia el
sentimiento de Poder Popular, porque se apropian los elementos para romper las
relaciones de sumisión entre el entrevistado y el entrevistador que por
extensión se aplica al campesino y el terrateniente, al obrero y el patrón,
entre las masas y los caciques, el pueblo y los intelectuales, entre el trabajo
manual y mental. Es el rompimiento del esquema sujeto – objeto que genere una
simetría real de trabajo y de vida como práctica de una verdadera participación
[iv]. Rompiendo las relaciones de dependencia se da
un proceso más calificado de la acción social y política en términos de
reconocimiento mutuo de los pueblos y etnias y en avance unificado sobre
plataformas de interés común.
La cultura popular en
contraposición a la cultura elitista.
Uno
de los mayores logros del proceso social interétnico, es precisamente entender
que cada pueblo ( de los muchos que conforman el pueblo colombiano) tiene
derecho y necesidad de una cultura propia.
Porque la cultura popular con toda su riqueza exalta la autonomía y la
creatividad y se opone a la colonización
sectárea de la cultura elitista. La cultura elitista es de origen foráneo, herencia
del atropello, el saqueo, la violación y la violencia. Esta cultura es
extranjerizante e impone grupos de referencia foráneos que minimizan el aporte
histórico de los nuestros.
Es
por esta razón que en las grandes plazas de pueblos y ciudades – salvo contadas
excepciones – no encontramos bustos y estatuas de Manuel Quintín Lame, de
Álvaro Ulcué Chocué, del indígena Agualongo, de Benkos Biojó, de Camilo Torres,
María Cano, de María Barilla, o del líder comunitario que mejoró las
condiciones de vida de su comunidad.
La
cultura popular y su fortalecimiento “constituye una reserva cultural y técnica
de primer orden” [v]
contra el imperialismo ideológico, la colonización de las formas y las
costumbres y como proceso emancipatorio de alcance en el inconsciente colectivo
de nuestro pueblo.
Avanzar hacia el Poder
Popular.
Como
fruto de este proceso, las etnias se han cualificado desde dentro en la
decisión de buscar el poder institucional en sus territorios, de avanzar hacia
la representación y el liderazgo gremial, de ejercer la solidaridad social,
económica y política, buscando dejar atrás los rezagos de la educación y
costumbres impuestas por opresores y caciques politiqueros. Falta más, pero
avanzamos hacia el Poder Popular. Llegaremos.
[i] Me refiero de forma más amplia a la etnia
indígena con la suma y participación de los diferentes pueblos asentados en el
departamento, la etnia de origen afrocolombiano y la etnia mestiza. Una
aclaración que recientemente me hiciera un indígena caucano en reunión del
Cabildo urbano Kurmadó, en reemplazo del término razas que consideran de
talante despectivo.
[ii]
Investigación – Acción – Participativa, metodología sociológica desarrollada
por Orlando Fals Borda que conlleva el compromiso con el sujeto que se observa,
de forma tal que se hace parte de sus procesos vitales superando la observación
desde la barrera. Es un proceso de aprendizaje en doble vía y de compromiso con
el desarrollo de las comunidades.
[iii]
Kaziyadu, renacer en idioma Huitoto. Renacer a niveles de entendimiento
profundo del territorio y de las relaciones que en él se dan.
[iv]
Orlando Fals Borda, Conocimiento y Poder Popular. Lecciones con campesinos de
Nicaragua, México y Colombia. Siglo XXI Editores. Primera edición. 1985
[v]
Orlando Fals Borda, Socialismo Raizal y el ordenamiento territorial. Ediciones
Desde Abajo. 2013
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