La cita para la movilización en rechazo a los más recientes actos de violencia policial en el país, inició en la Plaza de Bolívar de la capital risaraldense, desde las 4:00 p.m, del pasado 11 de septiembre.
Las voces de rechazo y arengas en contra del proceder policial, de la indiferencia oficial y del descaro con que se ha afrontado esta situación, por parte del gobierno, se fueron concentrando alrededor de un acta simbólico sobre el piso de la plaza, con el cual se representó la cantidad de vidas perdidas por la causa en cuestión.
Al son de la batucada y de la música inició la movilización. Malestar y molestia, si; pero no se presentaron desmanes ni violencia por parte de los y las marchantes. Noticias sobre cercos policiales en los posibles sitios de destino, llevaron a cambiar el rumbo final hacia el Parque Olaya Herrera. Los dispositivos policiales, entre ellos con policía a caballo se vieron desde tempranas horas de la tarde.
Previamente, el alcalde de la ciudad anunció el dispositivo y la suspensión del servicio de transporte masivo, debido a la "información" sobre desmanes. Esta actitud, de por si, generó una inseguridad y zozobra sobre hechos que no se presentaron durante el transcurso de la movilización. Sólo a la llegada a la gobernación, se dio el ataque del ESMAD con perdigones y aturdidoras, que dispersó a los manifestantes y generó allí si, zozobra.
Entonces, se pregunta uno si la configuración de un preámbulo de incertidumbre y miedo pretendía justificar un accionar policial violento.
En un país en donde el derecho a la protesta se respeta desde la retórica, pero se ataca en la realidad, tal como ocurre con la libertad de prensa, especialmente si esta no se da desde los medios corporativos del establecimiento; las palabras del alcalde de Pereira resultaron no sólo inoportunas, además innecesarias.
Para limitar las libertades civiles, también es útil crear la sensación de miedo e inseguridad, para así proceder con la represión.
@MarioossaM
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