Es necesario que los jefes sepan que
no podrán llegar a servir lealmente a
la revolución
si no es mediante un sacrificio personal,
por ese ideal, hasta las últimas
consecuencias.
Camilo
Torres Restrepo
Por. Magisterio Alternativo de Inclusión Social.
Un Pueblo que a la usanza de los
referentes implantados por las élites nacionales y extranjeras, se ve a si
mismo como un elemento mínimo de la historia, subyugado ante el poder y la
decisión de una minoría que protege sus intereses de clase, encuentra en la
persona de Camilo Torres Restrepo ese ser que los confronta con su propia
realidad. Un hombre mestizo que nace en el seno de una familia anticlerical, de
clase media, heredera de las ideas del liberalismo radical y socialista; toma
decisiones trascendentales derivadas de su contacto permanente con ese pueblo
que ES a su imagen y semejanza, que vive las necesidades generales que también
lo alcanzan, que requiere encontrarse en un rostro y unas ideas con las cuales
su mundo, sus vicisitudes y su esperanza confluyan y encuentren eco.
Así el Camilo estudiante, sacerdote,
sociólogo, educador, político y revolucionario surge al lado de la memoria de
Jorge Eliécer Gaitán, María Cano, José Martí, Ernesto Guevara, Simón Bolívar,
Fidel Castro y otros latinoamericanos que asumieron su papel histórico hasta
las últimas consecuencias.
Camilo decide ser sacerdote en medio
de un pueblo profundamente religioso porque entiende que es la mejor forma de
dialogar con ese pueblo, caminar con él, aprender de él y con él, interpretar
sus anhelos, sus problemas y buscar las soluciones que lo dignifiquen.
Camilo decide ser sociólogo porque
entiende que es necesario realizar un diagnóstico científico de la nación como
de la misma forma debe realizar una propuesta de país al lado de los sectores
populares.
Camilo decide ser educador porque
reconoce en la juventud un caudal incontenible de fuerza revolucionaria, de
futuro de un país digno.
Camilo asume muy a su pesar reducirse
de las funciones sacerdotales ante el embate de las élites seculares y
eclesiásticas que resintieron sus propuestas, las mismas que tocaban sus
intereses mezquinos en favor de las mayorías nacionales, pero lo hace porque su
compromiso con el pueblo era superior a su interés personal por el sacerdocio.
Es el avance en la materialización de su propuesta de amor eficaz.
Camilo decide ser ejemplo de teoría y
práctica política porque entiende que el sustrato filosófico de la propuesta de
un mundo mejor es un hecho político que requiere sujetos políticos
comprometidos y probos.
El diagnóstico y propuesta de país que
realizó se encontraba entre los vericuetos del ADN de las clases populares, de
los pueblos originarios y afros; y que nos es otra cosa que la decisión
soberana de construir un mundo digno a la medida de su cosmovisión, de su
historia, de su derecho a ser humanos, a ser autónomos. Es la visión de un
mundo justo y noble.
Su legado histórico trasciende el
señalamiento de la élite de su condición de revulsivo social, de revolucionario
comprometido y coherente. Su figura humana se alza victoriosa por encima de la
táctica de miedo a su nombre y a sus ideas, a sus decisiones más
estremecedoras. Su ejemplo se remonta a través de los laberintos del tiempo, de
las generaciones, porque su práctica del amor eficaz al lado del pueblo es
sincera, porque caminó con los estudiantes, con los creyentes y no creyentes,
con los trabajadores y sindicalistas, con las fuerzas políticas que tenían
elementos revolucionarios a favor del pueblo, porque fundió su ser y su esencia
con la de esos sectores populares que amó, defendió y acompañó.
En su vida y legado, Colombia, América
Latina y el mundo popular encuentran al ser histórico que trasciende su paso
material por la vida y se vierte en la historia.
Sólo morimos de verdad cuando nos
olvidan. Camilo es recordado y su propuesta está vigente. Camilo Vive.
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