Por. Carlos Mario Marín Ossa
Frente a los eventos sociales acaecidos en las últimas semanas en el área metropolitana Pereira-Dosquebradas, en que confluyen las movilizaciones “multitudinarias” (aunque las administraciones locales intenten minimizar su efecto) en defensa de derechos constitucionales (salud y educación) y de reclamo ante el proceder amañado e injusto con el que se pretende justificar un cobro desmadrado de impuestos ( avalúo y posterior incremento en el cobro del impuesto predial), vemos con gran preocupación como los medios masivos de comunicación de la región han tenido un manejo totalmente sesgado frente a los hechos (salvo contadísimas excepciones). Se pregunta el ciudadano despreocupado ¿por qué proceden así, si se supone que la esencia de estos medios y sus periodistas es la objetividad e imparcialidad?
Y existen diferentes explicaciones ante esta situación.
Dejaremos de lado el papel del cine, concentrándonos en el papel de la radio, la televisión y la prensa escrita.
Fotografía. Carlos Mario Marín Ossa.
Los medios masivos de comunicación tienen una ubicuidad manifiesta en la cultura de nuestro país, en donde se convierten especialmente la televisión, en elementos más que de información, de entretenimiento para masas de población con bajísimo poder de consumo, que no encuentran más opciones de bajo costo económico para pasar el tiempo libre. Y digo de “bajo costo económico” porque el costo social y político de la desnaturalización de dichos medios respecto a la formación de opinión crítica es inconmensurable. Cuando hacemos un barrido sistemático por los diferentes medios de prensa, encontramos grandes espacios dedicados a la “información” de farándula y entretenimiento y que en la prensa escrita se llenan con la pauta publicitaria. El análisis concienzudo de temas que lleven a formar seres sociales y políticos de los ciudadanos, no se da, ya que se maneja una avalancha permanente de noticias que se catalogan como importantes desde estos medios; con lo que el espacio para la reflexión y la construcción de memoria crítica es apabullada con el nuevo escándalo, la boda de las celebridades o el resultado de los partidos de fútbol.
Los medios masivos de comunicación cumplen con unas funciones sociales tales como el otorgamiento de “status”, la compulsión de normas sociales y la disfunción narcotizante (M. de Moragas. Sociología de la comunicación de masas. II. Estructura, funciones y efectos, pags. 29-36). Así pues, los medios de comunicación otorgan “status” a las personas, ideas, ideologías y/o propuestas, en tanto que pueden desaparecerlas (invisibilizándolas) también según varíen los intereses. Los medios de comunicación también, refuerzan conductas sociales que son consideradas por el establecimiento como adecuadas, cuando los intereses de dicho establecimiento en asocio con los intereses de dichos medios confluyen. Pero las conductas sociales vivirán una desviación hacia el cambio, cuando dichos intereses sean dispares. También los medios masivos de comunicación ejercen una “disfunción narcotizante” por cuanto someten al ciudadano a un flujo inmenso e imparable de información, que entrega la sensación a los usuarios de encontrarse al tanto de lo que ocurre. Al respecto dice M. de Moragas “Sin embargo, este vasto suministro de comunicaciones puede suscitar tan sólo una preocupación superficial por los problemas de la sociedad, y esta superficialidad, a menudo, enmascarar una apatía masiva. La exposición a este flujo de información puede servir para narcotizar más bien que para dinamizar al lector o al oyente medio. A medida que aumenta el tiempo dedicado a la lectura y a la escucha, decrece el disponible para la acción organizada”(M. de Moragas. Sociología de la comunicación de masas. II. Estructura, funciones y efectos, pag. 36).
Fotografía. Carlos Mario Marín Ossa.
Entra a jugar aquí el hecho referente a una realidad, en donde los grandes medios masivos de comunicación pertenecen a grandes conglomerados comerciales, industriales , financieros y terratenientes, del orden nacional, regional y local. Son los mismos que tienen asiento en los puestos de dirección del estado, con lo cual comprendemos los intereses que persiguen y defienden. La directriz que es fácil adivinar, rige, en el actuar frente a la realidad nacional, no es otra que la reafirmación del estado de las cosas (status quo), mediante la utilización de información y propaganda que aprueba la actual estructura social y que reafirmada una y otra vez, induce al deber de aceptar dicho estado de cosas.
Fotografía. Carlos Mario Marín Ossa.
Nuestras sociedades están sometidas a diferentes formas de control organizado de forma sistemática. “Hitler, por ejemplo, empleó las más visibles y directas de ellas : la violencia organizada y la coerción masiva” (M. de Moragas. Sociología de la comunicación de masas. II. Estructura, funciones y efectos, pag. 24). En un estado social de derecho esto no es tolerable, por lo que otras formas psicológicas a través de los medios masivos de comunicación son empleadas de forma más discreta (aunque el último gobierno nos dio una buena dosis de la dieta de Hitler).
Llegamos al punto en donde encuentran gran importancia los medios alternativos, que se generan por los movimientos sociales y políticos; y las nuevas tecnologías para expresar una mirada no oficial frente a los hechos, develar la “otra verdad” en una suerte de revisionismo histórico.
También cabe, cuando entendemos estas situaciones, generar un boicot frente a estos medios, con el fin de afectar la estructura de ganancias que enmascara la realidad y modificar las posturas frente a la sociedad y sus necesidades.
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