Por. Carlos Mario Marín Ossa
Fotos. Carlos Mario Marín Ossa
A la vista de los problemas que aquejan a la sociedad moderna en todos los ámbitos en que esta se mueve, se encuentran manifestaciones de rechazo, de aceptación, solidaridad o indiferencia. Hay esferas del acontecer cotidiano que afectan más directamente a las personas y ante las cuales se presentan reacciones en los sentidos citados anteriormente (rechazo, aceptación o indiferencia). Son estas las que tienen un impacto directo y duradero en la sociedad, por cuenta de las instituciones que ella misma ha creado y que son dirigidas por personas que esta sociedad elige para llevar las riendas, la administración, la gerencia y revertir sus beneficios al total de las personas ( que es lo deseable ) o en su defecto hacer sufrir la carga negativa de sus actuaciones y decisiones erradas ( por error o por mala fe ) al conjunto social y a las generaciones venideras. Hablamos pues de las instituciones sociales llamadas El Estado, El Gobierno, Las Clases Políticas, Las Clases económicas entre otras.
Como se sabe y se hace evidente cuando uno se informa un poco, haciendo uso aunque sea mínimo, de la mínima porción del cerebro que utilizamos los seres humanos durante nuestra vida; la gran mayoría de los habitantes del planeta y por reducción geográfica, los habitantes de Colombia, no somos quienes realmente gobernamos, ni llevamos las riendas del país, ni elegimos libremente a nuestros representantes políticos, ni incidimos en la oferta y la demanda del mundo capitalista como lo proclaman las tesis del neoliberalismo “LAISSER FAIRE LAISSER PASSER” (“dejar hacer, dejar pasar”). Aunque muchos se resistan a creerlo la voz del pueblo no es la voz de Dios en el mundo moderno ( quién sabe si alguna vez lo fue? ).
En nuestro caso y muchos otros, la constitución política de Colombia no es el reflejo de la voluntad de ese pueblo que nos enseñan es el constituyente primario en cuyo seno reside el poder y la orientación primigenia del estado. Por el contrario, la constitución ha sido redactada, atendiendo los intereses y la voluntad de los grupos que realmente tienen el poder y de unos pocos que en ciertas etapas de la historia nacional han logrado imponer por la fuerza generalmente de las armas, algunas visiones que no necesariamente representan la de la mayoría. Quienes son estos grupos?
Se trata nada más y nada menos que de las familias que poseen la riqueza del país: Financiera, Industrial y terrateniente. Es más incluso corporaciones extranjeras influyen en el marco de nuestra constitución que es sometida a la tijera de las reformas y sus consecuentes remiendos según varíen los intereses económicos en cada coyuntura. Las otras fuerzas que han logrado imponer algunas posiciones son los grupos armados irregulares que se han desmovilizado y acogido a la civilidad y los que han aparentado hacerlo.
Pasamos así a comprender por qué las decisiones que se toman en los ámbitos políticos y económicos (que son la misma cosa) cuando nos afectan negativamente, generan nuestro descontento al no sentirnos representados. Ese malestar se traduce en la protesta; y esta escala diferentes niveles hasta llegar a la protesta social masiva con movilizaciones callejeras y los paros. Los estudiantes y algunos gremios sindicalizados son los que en nuestro país hacen mayor uso de ellas. Con frecuencia vemos estas movilizaciones sociales de protesta que se trasladan por nuestras calles lanzando arengas, portando pancartas, repartiendo documentos escritos que manifiestan su pensamiento y contienen sus posiciones y demandas ante las situaciones particulares por las cuales se protesta. Por lo regular se trata de defender bienes públicos, programa sociales obtenidos a través de luchas llevadas a cabo durante décadas, las cuales cuentan con el beneplácito de la ciudadanía como también con la simpatía de la misma, que parte de la identificación que la mayoría siente por las causas justas que en algún momento de la historia puede ser la causa propia.
Foto. Carlos Mario Marín Ossa
Pero también con frecuencia vemos como integrantes de dichas protestas hacen uso del grafitti contra las paredes de uso público (universidades, colegios, alcaldías, hospitales, bibliotecas, etc), contra las paredes de uso privado (almacenes, supermercados, casas de familia, cámaras de comercio, cafeterías, etc). También se utilizan las piedras, palos y otros objetos contundentes contra los citados bienes públicos y privados. Se utilizan los cocteles molotov contra la policía y demás fuerza armada del estado, que está conformada por sujetos promedio de la gran masa de la población ( capas sociales pobres y clases medias en menor proporción).
Se logrará con estas actitudes realmente obtener un cambio acerca de las situaciones sociales y políticas que nos son desagradables y vulnerativas de nuestros intereses mayoritarios? Obtenemos el beneplácito y la identificación de la gran mayoría de la ciudadanía hacia nuestras justas demandas? Se sentirá dispuesta la sociedad a apoyar nuestras causas en diferentes frentes de acción incluídas las urnas? La policía siempre piensa en reprimir “per se” la protesta social?
Y la respuesta es NO. Las vías de la fuerza en contra de los actores equivocados no conduce a nada. No logran nada efectivo que beneficie la causa que lleva a la protesta. Porque el comerciante en sí no tiene toda la culpa de los desbalances sociales (especialmente los pequeños), los trabajadores de los sectores gremiales tampoco, ni la tienen las familias que tienen sus viviendas ubicadas en los sectores por donde habitualmente se realiza el desplazamiento de la marcha. No tienen la culpa de las decisiones políticas erradas ni malintencionadas, ni dolosas que los “padres de la patria” y demás representantes públicos de los niveles nacional regional y municipal, trazan en contra de las gentes que dicen representar; ninguno de los empleados de nivel inferior de las entidades públicas, ni los estudiantes de universidades, colegios y escuelas, ni profesores no sindicalizados y otros empleados no acogidos a las centrales obreras.
La razón es que no son ellos quienes tienen el poder de decisión sobre este país. La normatividad y las leyes están hechas a la medida de los grupos que detentan el poder económico y que tienen el dinero, la ascendencia y la raigambre para colocar en los puestos de dirección política del estado a sus representantes. Es contra estos grupos que hay que enfilar la protesta. Pero de forma inteligente, contundente, dirigida, sistemática, articulada y masiva.
Fotos. Carlos Mario Marín Ossa
Si la protesta es violenta, la constitución y las leyes que han sido hechas para la defensa del capital y sus dueños, serán empleadas para acallarla. Y para ello se hará uso de la fuerza de las armas del estado que han sido compradas con el dinero del erario público, es decir, con el dinero de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos. Se utilizarán los miembros de la fuerza pública y militar extraídos de las mismas capas sociales que son afectadas por las decisiones de los “dueños” del país y pagados sus salarios con nuestros propios impuestos, se utilizará en nuestra contra el entrenamiento militar y policial que nosotros les hemos pagado, así como todas las herramientas técnicas y tecnológicas dispuestas para la fuerza pública compradas por el grueso de la sociedad. Y todo esto se utilizará contra el manifestante sin ninguna medida. Además contarán en el proceso con el visto bueno de la ciudadanía que se ha visto afectada por la agresión a sus bienes y a su dignidad durante la protesta mal dirigida.
¿Cómo protestar entonces?
De forma efectiva. Cuando tratamos de comunicar una idea, comercializar un bien, socializar una propuesta; utilizamos los medios, herramientas y el lenguaje que nuestro interlocutor comprende. Apelamos a sus sentimientos y a su razón. Hablamos y actuamos en el lenguaje que este entiende. De igual manera una vez hemos identificado al actor social que impide el avance del colectivo social para lograr él, imponer sus intereses particulares, que en todos los casos se reducen a la obtención del lucro particular y al aumento de sus riquezas, a la conservación de sus privilegios con menoscabo del bienestar general; entonces es allí cuando actuamos afectando sus intereses y actividades de lucro. Hacemos uso del “BOICOT” utilizamos el concepto de “consumo ético o responsable”.
Si identificamos qué empresas, qué conglomerados financieros, grupos económicos y terratenientes (incluídos los ganaderos) se encuentran detrás del alcalde, gobernador, congresista o presidente que vulnera los derechos colectivos, creando leyes antisociales, dictando y proyectando políticas que nos llevan a la pobreza, que son abusivas y desconocen las realidades económicas y sociales de nuestro pueblo, que minan nuestra calidad de vida o la posibilidad de mejorarla, que extienden la desigualdad en el tiempo y las generaciones, que desconocen los derechos laborales y civiles; podemos actuar contra ellos. Y es sencillo y legal. No compramos ni consumimos sus productos. Instamos a la comunidad a establecer un repudio social contra estos productores y sus productos. Y a difundirla. Tocamos sus bolsillos, afectamos sus ganancias. Establecemos la probabilidad cierta de debilitar sus privilegios, de extinguirlos, de ponerlos en evidencia ante el conjunto de la sociedad. Los llevamos a sentir lo que implica abandonar su insensibilidad y su cinismo, lo que es tener vergüenza, lo que se siente al ser repudiado. Los volvemos a la tierra. Los volvemos simplemente humanos.La historia nos ha mostrado que este camino es el efectivo, porque no alimenta la industria armamentista, no dinamiza al sistema capitalista, no induce al consumo que genera más avaricia y ansias de lucro, no genera más dividendos para los políticos serviles al servicio del gran capital. Por el contrario, les amarga la vida. Y sin paga. Sin paga ellos no se aguantan la situación.
Primero fue Charles Parnell y los labriegos en Irlanda. Gandhi lo hizo contra el poderosísimo imperio Británico, Martin Luther King a expensas de la reacción de la costurera negra Rosa Park, puso en jaque al gremio del transporte de Alabama y logró el reconocimiento de sus derechos civiles, La oficina Internacional para la paz en Francia, obligó al gobierno de Jacques Chirac a eliminar las pruebas atómicas en la polinesia Francesa, absteniéndose de comprar vino francés y promoviendo el boicot. Más recientemente la campaña “Stop Killer Coke” dirigida por un estudiante y activista norteamericano contra Coca Cola Internacional impidió que en varias universidades y colleges de los Estados Unidos se distribuyeran los productos de la multinacional, por las denuncias del apoyo que esta dio a los paramilitares en Colombia, para actuar contra el movimiento sindical obrero. Esto obligó a revisar la actividad de Coca Cola en Colombia y Estados Unidos, generó pérdidas que la multinacional se negó a comunicar y llevó a replantear su posición frente a la intervención en Colombia.
En 2009 ante el escándalo por los abusos clientelistas y la política contra el pueblo desde el ministerio de agricultura, dirigida por el entonces ministro del ramo en Colombia, llamado AgroIngreso seguro que regaló los recursos del erario público a ricos contribuyentes de las campañas proselitistas del gobierno de turno y se lo negó de forma democrática a la masa de campesinos necesitados, se identificó al grupo Daabon que comercializa aceite de palma hacia el Reino Unido. Las protestas que se hicieron y la amenaza de boicot (aunque fuera implícita) hacia los importadores del producto en Inglaterra, llevó a estos a cancelar los negocios con los beneficiarios corruptos del mencionado desmadre en nuestro país.
El llamado es a emplear la resistencia civil. Actuemos de forma consistente y lógica con los postulados de nuestras demandas. Si intentamos defender la propiedad común del estado (que nos pertenece a todos), no la destruyamos en el proceso. Si pedimos el respeto a nuestros derechos civiles, no vulneremos el derecho de quien no está de acuerdo con nosotros, ni de la fuerza pública que cumple órdenes a veces incomprensibles, pero que en última medida está compuesta por ciudadanos salidos de nuestros orígenes sociales.
¡El poder se construye con nuestra decisión acertada!
El llamado es a emplear la resistencia civil. Actuemos de forma consistente y lógica con los postulados de nuestras demandas. Si intentamos defender la propiedad común del estado (que nos pertenece a todos), no la destruyamos en el proceso. Si pedimos el respeto a nuestros derechos civiles, no vulneremos el derecho de quien no está de acuerdo con nosotros, ni de la fuerza pública que cumple órdenes a veces incomprensibles, pero que en última medida está compuesta por ciudadanos salidos de nuestros orígenes sociales.
¡El poder se construye con nuestra decisión acertada!
me parece muy interesante el tema propuesto y creo que esta es una muy buena reseña sobre un lado tan cautivador de la politica
ResponderEliminarMuy bien Mario,eres una promesa para el pais.te deseo lo mejor en tu carrera política , la cual etoy dispuesta a apoyar en la poca vida que me queda
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