Los últimos meses en diferentes lugares de la geografía mundial, se han desatado movimientos por la reivindicación de los derechos civiles, de los grupos sociales y de la justicia que se espera recibir por parte de ese ente abstracto y lejano que es el estado. En Colombia también en las semanas anteriores vemos como la sociedad civil, harta de los desmanes y abusos de aquellos a quienes se ha llevado a los puestos de dirección del estado; manifiestan su descontento y las marchas de protesta no se han hecho esperar.
Foto. Carlos Mario Marín Ossa.
Porque nos asomamos con estupor ante el cinismo sin medida con que nuestros dirigentes han enfilado sus ambiciones sin par, pasando por encima de cualquier predicción pesismista respecto a la corrupción que se le endilga por antonomasia a la clase dirigente de este país.
Es tan desconcertante y abyecto el grado de desfachatez con que se han robado y siguen robando este país, que la gente ya no aguantó.
Porque según nos enseñaron desde niños, la base de esta democracia que se pregona desde los círculos de poder y a través de sus medios masivos de comunicación, es la masa del pueblo común y corriente (el constituyente primario). En la cima de la pirámide se encuentran aquellos que el pueblo privilegia por sus condiciones especiales para administrar el bien común según los dictados de sus electores. Pero resulta que la pirámide se invirtió; y ahora esos pocos "privilegiados" deciden por todos y determinan lo que nos conviene. En ese proceso antinatural que se han apropiado, los ciudadanos debemos obedecer sus dictados, contribuir con lo que manda el estado le corresponde tributar a cada ciudadano para construuir las arcas del bienestar común, pero además debemos contribuir con los huecos fiscales que ellos crean para hacer crecer sus cuentas personales y las de sus allegados; e incluso empeñar nuestro futuro económico con estados foráneos para que ellos puedan obtener y conservar su visa.
En la última semana fuimos testigos de la movilización ciudadana en bloque, porque ahora no son sólo los afectados los trabajadores como tal, aquellos que pertencen a las centrales obreras, sino también quienes tradicionalmente han sido ajenos a estas causas, pero que ahora ven amenazados sus derechos y futuro en la recepción de los derechos de salud, educación y servicios públicos que por "mandato constitucional" corresponde garantizar al estado y a sus administradores.
Foto. Carlos Mario Marín Ossa.
Sin embargo la desfachatez campea por los pasillos del congreso, de la presidencia, gobernaciones, asambleas departamentales, corporaciones autónomas, servicios de seguridad, alcaldías y concejos .municipales. Parece que estos "líderes" nos consideran sus amenazas y emplean el dinero del estado (que nosotros tributamos) para desarrollar a su antojo todos los métodos de sometimiento cultural, laboral, político, económico y armamentista.
Somos dueños de nuestra riqueza como nación. Es hora de emplear nuestro derecho sobre ella y defenderla sin desfallecer.