Meme que circuló por redes sociales, luego de las elecciones parlamentarias
de marzo 11 de 2018 en Colombia, en donde la Registraduría del Estado Civil, autorizó votar
con fotocopias de los tarjetones de las consultas presidenciales.
@MarioossaM
Las actuales elecciones
presidenciales se desarrollan en medio de una disputa de intereses y poderes
que se contraponen, los unos para mantener a la nación en el pasado, en el
atraso, la injusticia, la inequidad y la violencia; otros, que buscan avanzar
hacia estadios más modernos y progresistas que permitan atisbar la equidad, la
justicia y la inserción en una era de avance económico, social, político.
Los acontecimientos, de
forma más contemporánea, se vienen ajustando desde un año antes de la firma
definitiva de los acuerdos logrados entre el gobierno y la insurgencia armada
de las FARC-EP, hoy partido político legal.
Ya entonces, se atacaba con furia la posibilidad que antiguos
guerrilleros de dicha agrupación, pudieran participar en política y de forma
concreta, en el Congreso de la República. Los sectores que se han opuesto a
ello, son los que representan los intereses de los terratenientes y
acaparadores de tierras, que las obtuvieron por diversos medios.
En paralelo, se han
dado estos sectores a la tarea de negar acontecimientos históricos varios con
el argumento de que “hacen parte de la narrativa mentirosa de la izquierda”,
como en el caso de la masacre de las bananeras o con los crímenes de estado
conocidos como falsos positivos durante el gobierno Uribe. Es decir, se quiere
imponer la visión histórica desde la óptica de los vencedores, sin considerar
los medios utilizados para vencer a los más débiles.
La elección de un registrador nacional afín al
conservatismo, en especial al ex -procurador Ordoñez, como se dice en el medio
político tradicional, es tener un registrador amigo. Y más si los padrinos del
registrador, apadrinan la campaña de mi interés.
Las encuestas que
construyen y difunden las empresas dedicadas en Colombia a ello, y que son de
propiedad de personas afines al régimen tradicional, dejan bastante que desear
en su estructuración técnica. En ocasiones, como se ha hecho evidente, las prisas
de los medios contratantes por difundir los resultados, han mostrado más de un frankenstein matemático en los
resultados mostrados para favorecer a los candidatos que defienden los
intereses de las castas terratenientes, industriales y financieras. Los resultados
que nos enseñan a través de sus mass media son un tobogán semanal que suben y
bajan candidatos e inflan de forma inesperada a otros. Es otro elemento del
discurso desde el poder y los vencedores, que avanza en el camino del
determinismo político del país: lo lógico es que ganen los representantes de la
élite.
Sumadas la titularidad
de la Registraduría y los resultados de las encuestas, se “legitima” ante la
opinión general el resultado de las elecciones parlamentarias de marzo 11, en
especial de las consultas presidenciales que fueron votadas en muchos lugares
con fotocopias por autorización de la Registraduría, en medio de un caos que no
había visto hasta ahora durante mi vida política de ciudadano. En la previa, la Registraduría del señor Juan
Carlos Galindo Vachá, había cambiado a una parte importante de los jurados de
mesa con experiencia, reemplazándolos por otros que no tenían la menor idea de
lo que hacían como pudimos constatar quienes fuimos testigos electorales o
quienes trabajaron en los escrutinios. Observé contadas excepciones. Pero los
reportes nacionales indicaban que la situación se multiplicaba por todo el
país.
Los medios de
comunicación, en especial radiales y de televisión – que tienen mayor impacto y
presencia en los sectores sociales populares y medios- mientras invisibilizaban las evidencias de
fraude, a la par amplificaban los mensajes de propaganda política de la élite
con los conceptos reduccionistas y de manipulación a través del miedo, como castrochavismo, seremos como Venezuela,
la dictadura venezolana, la muerte por hambre en Venezuela, el desplazamiento
en Venezuela, la violencia contra la oposición en Venezuela, todo sintetizado
en el castrochavismo. Y por supuesto,
se dedicaban a enseñar el avance del candidato de derecha y el retroceso de los
alternativos y de izquierda. Algunos como Darío Arizmendi o Vicky Dávila, no se
tomaron el trabajo de disimular su odio hacia Gustavo Petro, por ejemplo, y su
disposición incondicional con Iván Duque. Pero puede ocurrir que de un momento
a otro repunte Vargas Lleras, también ficha de la élite.
En su espacio, los
parlamentarios en su mayoría se dedicaron a impedir la reforma política y
electoral, como también algunos compromisos fundamentales de los acuerdos de
paz, en tanto que el país veía la exposición más vulgar de la corrupción como
nunca antes nuestras generaciones habían presenciado. Y sin embargo, con sus
métodos, se hicieron reelegir muchos de los de siempre. El desmadre de la
Registraduría, es ya asunto olvidado.
Para terminar el cuadro
del momento, la violencia sistemática hacia los líderes sociales y campesinos,
su persecución y asesinato, ajustó el censo electoral en muchas regiones por
ausencia física de materia o por intimidación. Y esa violencia se trasladó a la
plaza pública con el atentado contra la persona del candidato presidencial
Gustavo Petro – terror de la clase política tradicional- en su visita a Cúcuta.
La violencia no se quedó en la plaza pública, se trasladó y multiplicó al mundo
virtual, pero con consecuencias en el mundo real, como lo demuestran las
amenazas de muerte en Risaralda al caricaturista Matador y a líderes sociales,
políticos y sindicales. Todos críticos del modelo tradicional.
Entonces, podemos ver
como se ha implantado una matriz comunicativa que se soporta en el miedo al
castrochavismo (que nadie sabe qué es, pero al que se le teme de forma letal) y
que va dirigido a las vísceras, se implanta una matriz comunicativa que dice
que lo desconocido (izquierda) es inconveniente para el país y lo conocido
(derecha) aunque perverso, es lo que
sirve. El aparato institucional se ha adecuado para favorecer la opción
conocida (derecha) y garantizar el triunfo de la misma. Y el aparato armado y
de presión (o de opresión) ha mostrado de nuevo la cara para cuidar el
proyecto.
Pase lo que pase en las
jornadas de votación presidencial, en el conteo de votos y en los escrutinios,
ya está avanzada la legitimación de otro evento similar al de 1970.
Y si se da un fraude
electoral, ¿qué vamos a hacer?