Por: Carlos Mario Marín Ossa
@MarioossaM
En la era de la postmodernidad y del desarrollo diseñado por las élites económicas y políticas, se ha intensificado la usurpación por medios “legales” del patrimonio público general, pero lo más impactante y delicado es cuando dicha apropiación se ejerce sobre el patrimonio humano representado en la naturaleza, en el agua, en la diversidad biológica, en el territorio.
Por
lo general, se argumenta desde los gobiernos la inviabilidad de sostener
fiscalmente un determinado patrimonio público, motivo por el cual se debe
invitar a participar como “socios estratégicos” a empresarios privados que
aporten capital y experiencia. La
estrategia es conocida en el eje cafetero, particularmente en Pereira, en donde
las empresas públicas de energía eléctrica, agua y aseo fueron escindidas hace
años por quien ha pretendido regresar a ocupar la alcaldía de la capital de
Risaralda. El argumento de entonces, la inviabilidad financiera. La empresa
telefónica de la misma capital fue entregada en manos de empresarios asociados
a los Nule y al expresidente Álvaro Uribe Vélez. La cuenca del rio Otún se ha
pretendido entregar a una multinacional europea. Lo mismo ocurre en municipios como
Quinchía, en donde una multinacional minera ha intentado afectar la propiedad de los acueductos comunitarios,
como se ha intentado hacer en Dosquebradas con dichos acueductos.
En
muchas ocasiones, y es fórmula mundial, se arguye desde las administraciones la
necesidad de enajenar un bien público con el fin de construir parques u otras
obras que “beneficiarán” a la comunidad. Posteriormente y bajo diversas
maniobras, se va entregando estas nuevas obras públicas al interés privado. Así
viene ocurriendo con el aeropuerto Matecaña.
Desde
México, Candelaria, amiga y nativa de ese país, nos cuenta como en su natal
Atlacomulco – en lengua nativa significa Tierra entre pozos – los pozos de
agua que caracterizan dicho territorio fueron cercados por la presunta necesidad
de construir un parque que beneficiaría a su comunidad. Pero lo que no contó el
administrador público, era que el parque se cerraría de tal manera que el
acceso a los pozos para sacar el líquido vital quedó vedado y sometido a la
disposición de los administradores. Sus pobladores ya sospechan que el
siguiente paso es entregar el parque – y por ende el agua – al interés privado.
Pero
también vemos históricamente como muchas veces han sido – y son llamados -
llamados en defensa de la Nación, del patriotismo y de otras banderas
supuestamente comunes, a los hijos de las clases desposeídas. Luego encontramos
que los intereses que se terminan defendiendo son precisamente los de esas
élites excluyentes. Así ocurrió cuando se llamó a defender la Nación Alemana en
la segunda guerra mundial, la Inglesa, Japonesa o Norteamericana. Ocurre en
Colombia cuando estos sectores llaman a defender la “patria” – la de la élite –
pero la cuota de sangre sólo la colocan los pobres. Lo vemos cuando los
soldados de la “patria” custodian y defienden los intereses de las
multinacionales que se llevan la riqueza natural, cultural y biológica de los
colombianos, bajo el supuesto de defendernos. Vemos la defensa o utilización de
lo público en beneficio del interés privado, cuando en municipios de Risaralda
se entregan las calles que le pertenecen al pueblo, para que se exploten
servicios públicos como el transporte, en beneficio de las ganancias de los
empresarios privados que ni siquiera lo hacen con una calidad mínima y en términos
de humanidad con sus usuarios. Lo vemos cuando la red de salud pública es la
caja menor de los políticos que nos tienen en la miseria.
Por
eso la movilización social es el camino que convoca los sueños de justicia y
equidad, que posibilita el aprendizaje colectivo acerca de los derechos y su
defensa, que trasciende las coyunturas y se remonta en el tiempo y en la
memoria colectiva de los pueblos.
Colofón.
Realizando
este ejercicio de humanidad, solidaridad, fraternidad y soberanía, cayó ante
las balas asesinas de quienes se oponen a las mejoras en las condiciones de
vida de los colombianos, el líder Carlos Alberto Pedraza, miembro del Congreso de los Pueblos. A ÉL
nuestro homenaje. Tomamos sus banderas. Sigue vivo.