jueves, 29 de enero de 2015

CUANDO LO PÚBLICO SE CONVIERTE EN PRIVADO


Por: Carlos Mario Marín Ossa

        @MarioossaM

En la era de la postmodernidad y del desarrollo diseñado por las élites económicas y políticas, se ha intensificado la usurpación por medios “legales” del patrimonio público general, pero lo más impactante y delicado es cuando dicha apropiación se ejerce sobre el patrimonio humano representado en la naturaleza, en el agua, en la diversidad biológica, en el territorio.

Por lo general, se argumenta desde los gobiernos la inviabilidad de sostener fiscalmente un determinado patrimonio público, motivo por el cual se debe invitar a participar como “socios estratégicos” a empresarios privados que aporten capital y experiencia.  La estrategia es conocida en el eje cafetero, particularmente en Pereira, en donde las empresas públicas de energía eléctrica, agua y aseo fueron escindidas hace años por quien ha pretendido regresar a ocupar la alcaldía de la capital de Risaralda. El argumento de entonces, la inviabilidad financiera. La empresa telefónica de la misma capital fue entregada en manos de empresarios asociados a los Nule y al expresidente Álvaro Uribe Vélez. La cuenca del rio Otún se ha pretendido entregar a una multinacional europea. Lo mismo ocurre en municipios como Quinchía, en donde una multinacional minera ha intentado afectar  la propiedad de los acueductos comunitarios, como se ha intentado hacer en Dosquebradas con dichos acueductos.

En muchas ocasiones, y es fórmula mundial, se arguye desde las administraciones la necesidad de enajenar un bien público con el fin de construir parques u otras obras que “beneficiarán” a la comunidad. Posteriormente y bajo diversas maniobras, se va entregando estas nuevas obras públicas al interés privado. Así viene ocurriendo con el aeropuerto Matecaña.

Desde México, Candelaria, amiga y nativa de ese país, nos cuenta como en su natal Atlacomulco – en lengua nativa significa Tierra entre pozos – los pozos de agua que caracterizan dicho territorio fueron cercados por la presunta necesidad de construir un parque que beneficiaría a su comunidad. Pero lo que no contó el administrador público, era que el parque se cerraría de tal manera que el acceso a los pozos para sacar el líquido vital quedó vedado y sometido a la disposición de los administradores. Sus pobladores ya sospechan que el siguiente paso es entregar el parque – y por ende el agua – al interés privado.

Pero también vemos históricamente como muchas veces han sido – y son llamados - llamados en defensa de la Nación, del patriotismo y de otras banderas supuestamente comunes, a los hijos de las clases desposeídas. Luego encontramos que los intereses que se terminan defendiendo son precisamente los de esas élites excluyentes. Así ocurrió cuando se llamó a defender la Nación Alemana en la segunda guerra mundial, la Inglesa, Japonesa o Norteamericana. Ocurre en Colombia cuando estos sectores llaman a defender la “patria” – la de la élite – pero la cuota de sangre sólo la colocan los pobres. Lo vemos cuando los soldados de la “patria” custodian y defienden los intereses de las multinacionales que se llevan la riqueza natural, cultural y biológica de los colombianos, bajo el supuesto de defendernos. Vemos la defensa o utilización de lo público en beneficio del interés privado, cuando en municipios de Risaralda se entregan las calles que le pertenecen al pueblo, para que se exploten servicios públicos como el transporte, en beneficio de las ganancias de los empresarios privados que ni siquiera lo hacen con una calidad mínima y en términos de humanidad con sus usuarios. Lo vemos cuando la red de salud pública es la caja menor de los políticos que nos tienen en la miseria.

Por eso la movilización social es el camino que convoca los sueños de justicia y equidad, que posibilita el aprendizaje colectivo acerca de los derechos y su defensa, que trasciende las coyunturas y se remonta en el tiempo y en la memoria colectiva de los pueblos.

Colofón.

Realizando este ejercicio de humanidad, solidaridad, fraternidad y soberanía, cayó ante las balas asesinas de quienes se oponen a las mejoras en las condiciones de vida de los colombianos, el líder Carlos Alberto Pedraza, miembro del Congreso de los Pueblos. A ÉL nuestro homenaje. Tomamos sus banderas. Sigue vivo.