Una
vez conocidos los resultados de la primera vuelta electoral hacia la
presidencia de la República de Colombia, para el período Constitucional 2014 –
2018, de acuerdo a nuestro análisis,
consideramos que se presentaron las siguientes situaciones:
1. La abstención de la jornada, cercana al 65%, engloba tanto a los abstencionistas activos, es decir, aquellos compatriotas que no se vieron representados en ninguna de las candidaturas que competían en la primera vuelta; a aquellos que no creen en el sistema electoral colombiano, debido a la historia de fraudes, a la influencia decisiva de los cuadros gobiernistas y/o de extrema derecha tanto en la Registraduría nacional, como en el Consejo Nacional Electoral, a la influencia de los grupos violentos ilegales en amplios sectores de la geografía nacional. Aparecen también aquí, desafortunadamente, los colombianos a quienes les interesa más un paseo de olla, un partido de fútbol o un programa de televisión, que buscar cambios para el país de sus hijos, depositando el voto que impulse programas alternativos, con carácter progresista y justo.
2. Quienes depositaron sus votos por las candidaturas que representan la continuación de las políticas económicas, sociales y culturales enfocadas a mantener los privilegios de una pequeñísima clase oligarca, desconocen la historia del país, su capacidad de análisis histórico (incluso el reciente) es sin duda producto de aquellos que en el presente y en el pasado, han estado excluidos de la formación académica, pero también de aquellos que teniéndola, no han podido aprobar las tristemente célebres pruebas PISA. Por supuesto, están aquellos que ante la miseria, claudican y venden su dignidad por las migajas de los programas de manipulación asistencial del Estado. Los restantes, son aquellos que defienden un modelo guerrerista y de empleo a ultranza de las armas, para enviar a los hijos ajenos a matar y a morir.
3. Las y los compatriotas que votaron por la campaña de Clara López, siguen en gran medida una política coherente de un partido de izquierda democrática, que presenta un programa para la nación que busca una PAZ INTEGRAL, sustentada en un cambio de modelos tanto económico, como político y social. Las mujeres que apoyaron la posibilidad de una mujer en el poder, se diferencian de las que apoyaron a la candidata Martha Lucía Ramírez, en que tienen claro que la última es la representante de uno de los partidos impulsores del sistema desigual en este país, que sustenta los privilegios de las élites que conforman su dirigencia, sobre la miseria de la gran mayoría de los colombianos. Partido por demás, atizador de los grandes odios nacionales que han incendiado al país desde los albores de la República. Por el contrario, las votantes de Clara López, han sufrido los rigores del conflicto y del modelo excluyente y desigual, pero imbuidas en procesos unitarios para la resolución de sus problemas y por ende en un proceso de formación y educación tanto histórica e ideológica, tienen más clara la situación de Colombia y su evolución a través del tiempo.
4. La campaña negra, impulsada por las candidaturas que pasaron a la segunda vuelta, lograron confundir a muchos votantes, desalentaron a otros y mostraron una realidad vergonzosa de la tan cacareada “democracia” colombiana. Los medios de comunicación de las élites económicas y políticas, jugaron su papel con sus “periodistas” de bolsillo que amplificaron la guerra sucia y que fueron regañados con fruición por pilares del periodismo colombiano como Juan Gossaín y Javier Darío Restrepo. Por supuesto, ante la seducción del dinero, tuvieron oídos sordos ante el llamado a la dignificación de la profesión.
Los resultados, las ambiciones y la verdadera cara de las campañas.
Martha Lucía Ramírez, obtuvo así cerca de dos millones de votos. Clara López Obregón obtuvo cerca de dos millones de votos. Enrique Peñalosa un resultado previsible y decepcionante para los que pensaban que podía encarnar una opción alterna. El voto en blanco, manipulado e inflado en las elecciones a congreso, con el fin de afectar las aspiraciones de los sectores populares y alternativos, no tuvo el impulso para las presidenciales, pues sus financiadores, se enfocaron en sus reales intereses reeleccionistas en persona propia y ajena.
Para nosotros resulta claro, que la candidata conservadora, adherirá al centro democrático, pues allí se encuentra realmente su corazón y su identidad ideológica. Fue parte del gobierno del señor Uribe y compañera de gabinete. Comparte sus políticas. Es más, durante la campaña a primera vuelta, reivindicó como suya la política de “seguridad democrática” sin que su dueño, la desmintiera o rechazara tales afirmaciones. Blanco es, gallina lo pone y frito se come. Pero no creemos que todos los votos de dicha campaña, se vayan a endosar a la campaña uribista, ya que quienes votaron por su opción como solidaridad de género, también pensaban que había algún deslinde de la extrema derecha. Por otro lado, la historia de Colombia nos enseña que el partido conservador es adicto a la burocracia de los gobiernos de turno y al manejo del erario y de las instituciones públicas. Muchos se quedarán con el gobierno, que al fin, si quien triunfa es el contrario, les resulta fácil realizar nuevamente la metamorfosis hacia el uribismo.
Queda entonces, el candidato presidente en una situación crítica, porque no cuenta con la adhesión de grandes caudales. Peñalosa, durante la campaña criticó fuertemente al presidente candidato y se alejó de sus políticas. Lo llamó politiquero. Sus votos no son claramente endosables hacia el candidato presidente, y aunque lo fueran, no le alcanzan para ganar. El voto en blanco, no se dirigirá hacia la candidatura oficial. Tampoco le alcanzaría.
Las regiones que presentaron una abstención sorprendente para su historial electoral, están divorciadas de las opciones de la derecha y la ultraderecha. Entienden el abandono histórico y la manipulación a que han sido sometidos. Con buenas untadas de mermelada oficial o con el incentivo de los fusiles del ultrafascismo, se movilizarían hacia la votación. Pero no es probable, que marquen gran diferencia en una u otra opción a la presidencia.
Queda entonces, como caudal decisivo, la votación de la izquierda democrática encarnada en la candidatura de la coalición de Clara López y Aída Avella. Le resulta ampliamente deseable al candidato presidente hacerse al favor de este caudal, que es el único que le garantizaría el triunfo en segunda vuelta. Es claro, que bajo ninguna circunstancia la invitación de los uribistas se considerará dentro de la izquierda, ubicada diametralmente a las apuestas del centro “democrático”.
Comienzan a escucharse las voces y los llamados para cerrarle el paso a la opción de la ultraderecha guerrerista y violenta, alineándose a la candidatura que “puede” firmar la dejación de las armas por parte de la insurgencia colombiana, disminuir la intensidad del conflicto interno, posibilitar la participación política de los desmovilizados y por esta vía, buscar los cambios en los modelos económico, social, político y cultural, para así buscar en un clima de “no guerra”, los cambios que la mayoría de la población colombiana requiere para alcanzar niveles dignos de bienestar y justicia social. Argumentan además estas voces, que nos ahorraremos un baño de sangre, persecución política y exterminio físico por parte de la ultraderecha de Colombia.
Luego de escuchar diversa voces y realizar consultas, de asistir a los primeros debates, entendemos que la alineación con el actual gobierno, se fundamenta más en el terror (justificable y compartido) que genera la visión del nuevo ascenso del fascismo salvaje de la otra opción. Como se ha escuchado en diversos espacios, tenemos como opciones, elegir entre morir de cáncer o de sida.
Lo que la coherencia histórica invita.
Grandes amigos y compañeros de la lucha social por un mejor país, piensan que el anhelo más grande del pueblo colombiano es terminar la guerra, lograr la paz, y que la izquierda democrática debe apoyar e interpretar dicho anhelo y movilizarse hacia él, para evitar el baño de sangre y exterminio que se desencadenaría con el nuevo ascenso de la ultraderecha al poder. Por lo tanto, la campaña Clara – Aída (todos los que la apoyamos, la trabajamos y lideramos) debería apoyar la opción del candidato presidente y bajo un clima de disminución del conflicto, de paz, buscar las transformaciones justas para el pueblo.
Una retrospectiva histórica (sin duda incompleta, pero con elementos ciertos) nos recuerda que las campañas uribista y santista encarnan y tienen en sus filas, a quienes han generado las políticas y las Leyes que llevaron al pueblo al estado de miseria y desigualdad que padecemos en la actualidad. Y eso, sólo contando los últimos treinta años.
1. Tanto la Ley 50 de 1990, como la Ley 100 de 1993 fueron obra del entonces senador Álvaro Uribe Vélez. La primera “flexibilizó” el código laboral colombiano y borró de tajo las conquistas de los trabajadores de esta patria. Desaparecieron los contratos laborales que garantizaban estabilidad, aparecieron las cooperativas de trabajo asociado, se botaron literalmente a la calle a cientos de miles de trabajadores bajo la figura de negociaciones colectivas de los derechos laborales, para ayudar a las finanzas de las empresas, con el pretexto de generar mayor empleo, lo cual los años demostraron no era cierto. Se acabó con los sindicatos que protegían el bienestar de los trabajadores y se liquidaron grandes empresas estatales que generaban ganancias monetarias y sociales para el país, como Telecom, el Instituto Colombiano de Seguros Sociales, las empresas de servicios públicos de las entidades territoriales, Focine, y muchos más. Muchas de las empresas de intermediación laboral – lo descubrimos luego – han sido propiedad de congresistas y empresarios que se hicieron a tremendo negocio sacando más ganancias del hecho de desconocer el justo pago a los trabajadores colombianos y desconocerles en muchos casos el derecho a las prestaciones sociales. La segunda, convirtió el derecho a la salud y a la vida de los colombianos en un negocio, donde prima la rentabilidad de los dueños de las EPS sobre la vida de los pacientes. El mismo promotor de dicho adefesio, ha resultado implicado en el escándalo de corrupción de Saludcoop como presunto dueño o a través de la presunta propiedad de familiares o allegados cercanos.
2. Durante su “carrera política” el señor Uribe ha sido señalado de nexos con grupos paramilitares, del impulso de los mismos, de la relación de sus familiares y allegados a los mismos, de sus actuaciones poco claras durante su dirección en la aerocivil, de nexos con la mafia de las drogas y más. Nada ha aclarado al respecto y sólo se ha dedicado a evadir los cuestionamientos, señalando de terroristas a quienes se los plantean. Cabe recordar que muchos de sus asesores, cuerpos de seguridad, aliados políticos y protegidos han sido condenados por la llamada parapolítica, por nexos con carteles de la droga, por corrupción derivada del robo del erario, por violación de la Ley en temas como las interceptaciones ilegales de comunicaciones a periodistas, a la oposición política y a las altas esferas de la justicia. Así mismo, avanzan procesos de corrupción sobre su exministro de agricultura, por el caso de AgroIngreso Seguro, sobre su exministro de gobierno, sobre su entonces secretario general, sobre su jefe de seguridad de palacio, sobre su alto comisionado de paz, sobre su ministro de salud y así. Personajes como el exgobernador Salvador Arana, señalado y condenado de asesinar a un alcalde de su departamento (durante la gobernación del mencionado exmandatario regional), fueron nombrados en cargos consulares a pesar de los señalamientos. Se puede configura una lista interminable de hechos similares.
3. Durante su gobierno, el señor Uribe, promovió a través del entonces Senador Óscar Iván Zuluaga, la Ley 789 que terminó de quitarles beneficios y garantías a los trabajadores colombianos, como fue el caso de los recargos nocturnos y festivos. Debemos recordar los asesinatos extrajudiciales –falsos positivos- por parte de las fuerzas militares, en donde cayeron jóvenes de los sectores más humildes de la población, todo para que militares cobraran incentivos monetarios y permisos. El ministro de defensa, era el hoy presidente candidato Juan Manuel Santos.
4. Por su parte, el actual presidente candidato, durante su gobierno se ha dedicado a desconocer las justas reclamaciones de los campesinos colombianos, se ha mofado de ellos, ha respondido ante sus demandas, con el bolillo y las balas del ESMAD. Representa a la clase social que emprendió el despojo de las tierras más fértiles del país a los campesinos pobres y que consolidó el latifundio. Ha usufructuado el dinero producto del ahorro y esfuerzo del campesinado cafetero de la nación y promovió por diversos mecanismos y a través de diversos amigos y miembros de su élite, la toma de la federación nacional de cafeteros y la debacle de su patrimonio. Ahora, en los momentos en que esos campesinos cafeteros esperan ayuda, los ignora, los atropella y les entrega limosnas distractorias.
5. Juan Manuel Santos, aunque lo niegue, siempre ha sabido quien es Álvaro Uribe Vélez y lo ha sabido la élite colombiana. Fueron creadores de esta figura, permitieron su ascenso por acción u omisión. Han participado de sus gobiernos y los han defendido a través de todas las formas de lucha, incluidos los medios de comunicación. Recordamos la manipulación y defensa férrea del gobierno Uribe, por parte de RCN Noticias en la televisión. Ahora, con su línea gobiernista, defienden a Santos.
6. Durante su gobierno, ha promovido intentonas de privatización de la educación, de la justicia, promueve una reforma cosmética del sistema de salud, que de paso le perdona las deudas a las EPS para con la red pública. Ataca con barreras fiscales a la tutela y la desaparece como garantía a la salud y a la vida. Desconoce los derechos de los maestros e ignora sus demandas frente a salarios, régimen unificado, formación, calidad educativa, entre otros. Ya los había golpeado durante el gobierno de Andrés Pastrana y su ministerio de Hacienda. También eliminó las formas de financiación del SENA.
7. En el plan de desarrollo de este gobierno, se ordena la reestratificación en el país, proceso que se inicia, y ordena además la actualización catastral de la que hemos sido víctimas tanto en Dosquebradas como en Pereira, y a lo ancho y largo de Colombia. Desconoce la voluntad popular, como en el caso del municipio de Piedras – Tolima. Le ha dado un impulso sin precedentes a la explotación minera multinacional, afectando a las comunidades en sus territorios, acabando con las fuentes de agua y reservas subterráneas.
8. Así las cosas, la historia nos enseña que tanto Uribe como Santos le han mentido al país de forma sistemática. Que desprecian las Leyes que sus propias élites han estructurado como sofisma de aparente voluntad de respeto y defensa del pueblo.
1. La abstención de la jornada, cercana al 65%, engloba tanto a los abstencionistas activos, es decir, aquellos compatriotas que no se vieron representados en ninguna de las candidaturas que competían en la primera vuelta; a aquellos que no creen en el sistema electoral colombiano, debido a la historia de fraudes, a la influencia decisiva de los cuadros gobiernistas y/o de extrema derecha tanto en la Registraduría nacional, como en el Consejo Nacional Electoral, a la influencia de los grupos violentos ilegales en amplios sectores de la geografía nacional. Aparecen también aquí, desafortunadamente, los colombianos a quienes les interesa más un paseo de olla, un partido de fútbol o un programa de televisión, que buscar cambios para el país de sus hijos, depositando el voto que impulse programas alternativos, con carácter progresista y justo.
2. Quienes depositaron sus votos por las candidaturas que representan la continuación de las políticas económicas, sociales y culturales enfocadas a mantener los privilegios de una pequeñísima clase oligarca, desconocen la historia del país, su capacidad de análisis histórico (incluso el reciente) es sin duda producto de aquellos que en el presente y en el pasado, han estado excluidos de la formación académica, pero también de aquellos que teniéndola, no han podido aprobar las tristemente célebres pruebas PISA. Por supuesto, están aquellos que ante la miseria, claudican y venden su dignidad por las migajas de los programas de manipulación asistencial del Estado. Los restantes, son aquellos que defienden un modelo guerrerista y de empleo a ultranza de las armas, para enviar a los hijos ajenos a matar y a morir.
3. Las y los compatriotas que votaron por la campaña de Clara López, siguen en gran medida una política coherente de un partido de izquierda democrática, que presenta un programa para la nación que busca una PAZ INTEGRAL, sustentada en un cambio de modelos tanto económico, como político y social. Las mujeres que apoyaron la posibilidad de una mujer en el poder, se diferencian de las que apoyaron a la candidata Martha Lucía Ramírez, en que tienen claro que la última es la representante de uno de los partidos impulsores del sistema desigual en este país, que sustenta los privilegios de las élites que conforman su dirigencia, sobre la miseria de la gran mayoría de los colombianos. Partido por demás, atizador de los grandes odios nacionales que han incendiado al país desde los albores de la República. Por el contrario, las votantes de Clara López, han sufrido los rigores del conflicto y del modelo excluyente y desigual, pero imbuidas en procesos unitarios para la resolución de sus problemas y por ende en un proceso de formación y educación tanto histórica e ideológica, tienen más clara la situación de Colombia y su evolución a través del tiempo.
4. La campaña negra, impulsada por las candidaturas que pasaron a la segunda vuelta, lograron confundir a muchos votantes, desalentaron a otros y mostraron una realidad vergonzosa de la tan cacareada “democracia” colombiana. Los medios de comunicación de las élites económicas y políticas, jugaron su papel con sus “periodistas” de bolsillo que amplificaron la guerra sucia y que fueron regañados con fruición por pilares del periodismo colombiano como Juan Gossaín y Javier Darío Restrepo. Por supuesto, ante la seducción del dinero, tuvieron oídos sordos ante el llamado a la dignificación de la profesión.
Los resultados, las ambiciones y la verdadera cara de las campañas.
Martha Lucía Ramírez, obtuvo así cerca de dos millones de votos. Clara López Obregón obtuvo cerca de dos millones de votos. Enrique Peñalosa un resultado previsible y decepcionante para los que pensaban que podía encarnar una opción alterna. El voto en blanco, manipulado e inflado en las elecciones a congreso, con el fin de afectar las aspiraciones de los sectores populares y alternativos, no tuvo el impulso para las presidenciales, pues sus financiadores, se enfocaron en sus reales intereses reeleccionistas en persona propia y ajena.
Para nosotros resulta claro, que la candidata conservadora, adherirá al centro democrático, pues allí se encuentra realmente su corazón y su identidad ideológica. Fue parte del gobierno del señor Uribe y compañera de gabinete. Comparte sus políticas. Es más, durante la campaña a primera vuelta, reivindicó como suya la política de “seguridad democrática” sin que su dueño, la desmintiera o rechazara tales afirmaciones. Blanco es, gallina lo pone y frito se come. Pero no creemos que todos los votos de dicha campaña, se vayan a endosar a la campaña uribista, ya que quienes votaron por su opción como solidaridad de género, también pensaban que había algún deslinde de la extrema derecha. Por otro lado, la historia de Colombia nos enseña que el partido conservador es adicto a la burocracia de los gobiernos de turno y al manejo del erario y de las instituciones públicas. Muchos se quedarán con el gobierno, que al fin, si quien triunfa es el contrario, les resulta fácil realizar nuevamente la metamorfosis hacia el uribismo.
Queda entonces, el candidato presidente en una situación crítica, porque no cuenta con la adhesión de grandes caudales. Peñalosa, durante la campaña criticó fuertemente al presidente candidato y se alejó de sus políticas. Lo llamó politiquero. Sus votos no son claramente endosables hacia el candidato presidente, y aunque lo fueran, no le alcanzan para ganar. El voto en blanco, no se dirigirá hacia la candidatura oficial. Tampoco le alcanzaría.
Las regiones que presentaron una abstención sorprendente para su historial electoral, están divorciadas de las opciones de la derecha y la ultraderecha. Entienden el abandono histórico y la manipulación a que han sido sometidos. Con buenas untadas de mermelada oficial o con el incentivo de los fusiles del ultrafascismo, se movilizarían hacia la votación. Pero no es probable, que marquen gran diferencia en una u otra opción a la presidencia.
Queda entonces, como caudal decisivo, la votación de la izquierda democrática encarnada en la candidatura de la coalición de Clara López y Aída Avella. Le resulta ampliamente deseable al candidato presidente hacerse al favor de este caudal, que es el único que le garantizaría el triunfo en segunda vuelta. Es claro, que bajo ninguna circunstancia la invitación de los uribistas se considerará dentro de la izquierda, ubicada diametralmente a las apuestas del centro “democrático”.
Comienzan a escucharse las voces y los llamados para cerrarle el paso a la opción de la ultraderecha guerrerista y violenta, alineándose a la candidatura que “puede” firmar la dejación de las armas por parte de la insurgencia colombiana, disminuir la intensidad del conflicto interno, posibilitar la participación política de los desmovilizados y por esta vía, buscar los cambios en los modelos económico, social, político y cultural, para así buscar en un clima de “no guerra”, los cambios que la mayoría de la población colombiana requiere para alcanzar niveles dignos de bienestar y justicia social. Argumentan además estas voces, que nos ahorraremos un baño de sangre, persecución política y exterminio físico por parte de la ultraderecha de Colombia.
Luego de escuchar diversa voces y realizar consultas, de asistir a los primeros debates, entendemos que la alineación con el actual gobierno, se fundamenta más en el terror (justificable y compartido) que genera la visión del nuevo ascenso del fascismo salvaje de la otra opción. Como se ha escuchado en diversos espacios, tenemos como opciones, elegir entre morir de cáncer o de sida.
Lo que la coherencia histórica invita.
Grandes amigos y compañeros de la lucha social por un mejor país, piensan que el anhelo más grande del pueblo colombiano es terminar la guerra, lograr la paz, y que la izquierda democrática debe apoyar e interpretar dicho anhelo y movilizarse hacia él, para evitar el baño de sangre y exterminio que se desencadenaría con el nuevo ascenso de la ultraderecha al poder. Por lo tanto, la campaña Clara – Aída (todos los que la apoyamos, la trabajamos y lideramos) debería apoyar la opción del candidato presidente y bajo un clima de disminución del conflicto, de paz, buscar las transformaciones justas para el pueblo.
Una retrospectiva histórica (sin duda incompleta, pero con elementos ciertos) nos recuerda que las campañas uribista y santista encarnan y tienen en sus filas, a quienes han generado las políticas y las Leyes que llevaron al pueblo al estado de miseria y desigualdad que padecemos en la actualidad. Y eso, sólo contando los últimos treinta años.
1. Tanto la Ley 50 de 1990, como la Ley 100 de 1993 fueron obra del entonces senador Álvaro Uribe Vélez. La primera “flexibilizó” el código laboral colombiano y borró de tajo las conquistas de los trabajadores de esta patria. Desaparecieron los contratos laborales que garantizaban estabilidad, aparecieron las cooperativas de trabajo asociado, se botaron literalmente a la calle a cientos de miles de trabajadores bajo la figura de negociaciones colectivas de los derechos laborales, para ayudar a las finanzas de las empresas, con el pretexto de generar mayor empleo, lo cual los años demostraron no era cierto. Se acabó con los sindicatos que protegían el bienestar de los trabajadores y se liquidaron grandes empresas estatales que generaban ganancias monetarias y sociales para el país, como Telecom, el Instituto Colombiano de Seguros Sociales, las empresas de servicios públicos de las entidades territoriales, Focine, y muchos más. Muchas de las empresas de intermediación laboral – lo descubrimos luego – han sido propiedad de congresistas y empresarios que se hicieron a tremendo negocio sacando más ganancias del hecho de desconocer el justo pago a los trabajadores colombianos y desconocerles en muchos casos el derecho a las prestaciones sociales. La segunda, convirtió el derecho a la salud y a la vida de los colombianos en un negocio, donde prima la rentabilidad de los dueños de las EPS sobre la vida de los pacientes. El mismo promotor de dicho adefesio, ha resultado implicado en el escándalo de corrupción de Saludcoop como presunto dueño o a través de la presunta propiedad de familiares o allegados cercanos.
2. Durante su “carrera política” el señor Uribe ha sido señalado de nexos con grupos paramilitares, del impulso de los mismos, de la relación de sus familiares y allegados a los mismos, de sus actuaciones poco claras durante su dirección en la aerocivil, de nexos con la mafia de las drogas y más. Nada ha aclarado al respecto y sólo se ha dedicado a evadir los cuestionamientos, señalando de terroristas a quienes se los plantean. Cabe recordar que muchos de sus asesores, cuerpos de seguridad, aliados políticos y protegidos han sido condenados por la llamada parapolítica, por nexos con carteles de la droga, por corrupción derivada del robo del erario, por violación de la Ley en temas como las interceptaciones ilegales de comunicaciones a periodistas, a la oposición política y a las altas esferas de la justicia. Así mismo, avanzan procesos de corrupción sobre su exministro de agricultura, por el caso de AgroIngreso Seguro, sobre su exministro de gobierno, sobre su entonces secretario general, sobre su jefe de seguridad de palacio, sobre su alto comisionado de paz, sobre su ministro de salud y así. Personajes como el exgobernador Salvador Arana, señalado y condenado de asesinar a un alcalde de su departamento (durante la gobernación del mencionado exmandatario regional), fueron nombrados en cargos consulares a pesar de los señalamientos. Se puede configura una lista interminable de hechos similares.
3. Durante su gobierno, el señor Uribe, promovió a través del entonces Senador Óscar Iván Zuluaga, la Ley 789 que terminó de quitarles beneficios y garantías a los trabajadores colombianos, como fue el caso de los recargos nocturnos y festivos. Debemos recordar los asesinatos extrajudiciales –falsos positivos- por parte de las fuerzas militares, en donde cayeron jóvenes de los sectores más humildes de la población, todo para que militares cobraran incentivos monetarios y permisos. El ministro de defensa, era el hoy presidente candidato Juan Manuel Santos.
4. Por su parte, el actual presidente candidato, durante su gobierno se ha dedicado a desconocer las justas reclamaciones de los campesinos colombianos, se ha mofado de ellos, ha respondido ante sus demandas, con el bolillo y las balas del ESMAD. Representa a la clase social que emprendió el despojo de las tierras más fértiles del país a los campesinos pobres y que consolidó el latifundio. Ha usufructuado el dinero producto del ahorro y esfuerzo del campesinado cafetero de la nación y promovió por diversos mecanismos y a través de diversos amigos y miembros de su élite, la toma de la federación nacional de cafeteros y la debacle de su patrimonio. Ahora, en los momentos en que esos campesinos cafeteros esperan ayuda, los ignora, los atropella y les entrega limosnas distractorias.
5. Juan Manuel Santos, aunque lo niegue, siempre ha sabido quien es Álvaro Uribe Vélez y lo ha sabido la élite colombiana. Fueron creadores de esta figura, permitieron su ascenso por acción u omisión. Han participado de sus gobiernos y los han defendido a través de todas las formas de lucha, incluidos los medios de comunicación. Recordamos la manipulación y defensa férrea del gobierno Uribe, por parte de RCN Noticias en la televisión. Ahora, con su línea gobiernista, defienden a Santos.
6. Durante su gobierno, ha promovido intentonas de privatización de la educación, de la justicia, promueve una reforma cosmética del sistema de salud, que de paso le perdona las deudas a las EPS para con la red pública. Ataca con barreras fiscales a la tutela y la desaparece como garantía a la salud y a la vida. Desconoce los derechos de los maestros e ignora sus demandas frente a salarios, régimen unificado, formación, calidad educativa, entre otros. Ya los había golpeado durante el gobierno de Andrés Pastrana y su ministerio de Hacienda. También eliminó las formas de financiación del SENA.
7. En el plan de desarrollo de este gobierno, se ordena la reestratificación en el país, proceso que se inicia, y ordena además la actualización catastral de la que hemos sido víctimas tanto en Dosquebradas como en Pereira, y a lo ancho y largo de Colombia. Desconoce la voluntad popular, como en el caso del municipio de Piedras – Tolima. Le ha dado un impulso sin precedentes a la explotación minera multinacional, afectando a las comunidades en sus territorios, acabando con las fuentes de agua y reservas subterráneas.
8. Así las cosas, la historia nos enseña que tanto Uribe como Santos le han mentido al país de forma sistemática. Que desprecian las Leyes que sus propias élites han estructurado como sofisma de aparente voluntad de respeto y defensa del pueblo.
El pasado y el presente de la opción
uribista es negro. Santos no cumple nunca lo que promete. Ha traicionado a
todos sus “amigos” cuando sus interese personales lo requieren. Traicionó a su
mentor Uribe y traicionará cuando lo requiera. Uribe ha traicionado al pueblo y
a la patria. Firmó TLC que acaban con la seguridad alimentaria de la nación,
con la empresa propia que no sean grandes corporaciones. Ha perseguido y señalado
a quienes piensan distinto, se apropió, para sus hijos, de la explotación
económica del reciclaje y de las denominaciones de origen de las artesanías
colombianas, ya que sólo pueden ser exportadas a través del concurso de sus
hijos.
El POLO DEMOCRÁTICO ALTERNATIVO, ha
sostenido un férreo rechazo a las políticas de la oligarquía colombiana y
extranjera, a sus métodos corruptos, al modelo mezquino que sacrifica a los
pobres para mantener los niveles de bienestar de la clase rica. Encarna una
propuesta de paz integral, con bienestar social, económico y cultural. Si bien
es cierto, que el proceso de paz de la Habana debe ser defendido y apoyado como
medio de disminuir el conflicto armado, y evitar más muertes de colombianos
pobres de ambos bandos, también es cierto que allí sólo discuten sus intereses
los representantes de los latifundistas, de los grandes industriales y
comerciantes y de las fuerzas militares y de policía.
Consideramos, que nuestro partido y la
campaña de coalición con Aída Avella y otros sectores alternativos, abogan por
temas tan estructurales, que trascienden el actual proceso de negociación de la Habana, sin que ello
signifique su terminación, ya que el mismo es parte de nuestra visión integral de la paz.
Nada en las políticas históricas de
Santos y sus amigos, ni su talante, ni su actuar, indican que pueda apoyarse su
actual aspiración electoral, por parte del POLO. Posiciones fascistas también aparecen en su campaña, por medio de la figura del candidato vicepresidencial Germán Vargas Lleras. Mucho menos la campaña
uribista. Nada garantiza que los posibles acuerdos programáticos que pudieran
plantearse, se vayan a cumplir.
Sólo si el candidato presidente retira
del congreso de forma inmediata su reforma a la salud, y radica el proyecto de
Ley diseñado por las comunidades médicas, científicas y las asociaciones de
usuarios, si radica e impulsa de inmediato la propuesta de la MANE sobre
educación, si instala, desarrolla la mesa agraria y compromete los recursos
para las soluciones estructurales, si disminuye el precio de los combustibles y
modifica la política de extracción minera, si retira de sus puestos a los
ministros de salud, educación, agricultura, minas y hacienda; y nombra a los
ministros que requiere el sector popular para garantizar – con la continuidad
en su siguiente gobierno – la generación de las condiciones para una paz
integral, se justificaría el apoyo a su interés electoral.
Pero como estas condiciones nunca
serían aceptadas, el llamado debe ser a votar en blanco aunque sea un accesorio
sin poder vinculante en esta segunda vuelta, pero que dejará una estadística
del rechazo a las opciones de los candidatos opresores y sus amigos. Respetamos
eso sí, a quienes consideran la opción del voto útil, que frena las
aspiraciones del fascismo más ortodoxo.
No debemos votar para escoger si
queremos morir de cáncer o de sida.
En la segunda vuelta presidencial, nuestro
llamado es a votar en blanco.
CARLOS
MARIO MARÍN OSSA MARINA
GAONA JURADO
Polo
Democrático Risaralda.