El 05 de marzo de 2013,
se integra al Olimpo latinoamericano un nuevo mito popular: el Comandante Hugo
Rafael Chávez Frías ha muerto al mundo físico. El bisnieto de Mainsanta -el
último hombre a caballo-, el paisano de José Antonio Páez –el bravo del Apure-,
el que rescató para el pueblo el pensamiento de Simón Bolívar, el campesino
hijo de profesores, que naciera un 28 de julio de 1954 en Sabaneta, estado de
Barinas; en medio de las bravías llanuras Venezolanas y que consolidara la
primer revolución social de la historia suramericana, partía hacia el
insondable y perpetuo abismo de los sueños de libertad, de soberanía, de
bienestar, de solidaridad humana.
Imagen que circuló el 05 de marzo/13 por Facebook. |
Sueños
y espejos.
Odiado y amado, Chávez,
según se desprende de todas las historias conocidas, nunca fue un hombre que
pasó inadvertido para sus congéneres y por supuesto, nunca se resignó a ser un
hombre promedio. Cuando terminó sus estudios secundarios a comienzos de los
años setenta, ingresó a la Academia Militar, bajo el plan educativo Andrés
Bello. Este es uno de los momentos claves de la historia venezolana de la
segunda mitad del siglo veinte a la fecha. La promoción de cadetes, de la cual
hace parte Hugo Chávez, es la primera promoción de militares venezolanos con
estudios superiores, es decir, son los primeros militares con capacidad para
comprender su entorno, para realizar observaciones críticas y objetivas de la
historia de su pueblo. El conocimiento forma parte integral –por primera vez en
la historia militar de este país- de la orientación espiritual, procedimental,
estratégica y táctica de los nuevos cadetes. Cuenta Chávez en sendas
entrevistas a los investigadores Agustín Blanco Muñoz y Marta Harnecker, que
los militares de tradición y mayor rango los llamaban despectivamente “Los
Licenciados”.
Pero existe otro
elemento definitivo en el proceso revolucionario que ha cambiado la sociedad
venezolana, y consiste en que una vez graduada esta generación de
“Licenciados”; la misma fue asignada en la formación de nuevas generaciones de
cadetes. Es así como la historia, la filosofía y otras ciencias sociales se
codearon con la instrucción en armas, en estrategia y demás asignaturas
del oficio militar.
Ante las nuevas
realidades de los jóvenes militares de la década de los setenta, se comenzó un
proceso crítico dentro de la institución castrense, de la cual no estuvieron
exentos como objetivo de la misma, los altos rangos que se apoderaban del
presupuesto destinado para la alimentación de los “Licenciados” y que era
desviado a sus gastos y prebendas particulares. Se sumaba a este inconformismo,
el hecho de comenzar a comprender que los abusos de fuerza por parte de los
militares hacia la población civil, era ordenada por las élites venezolanas
para impedir los reclamos de los millones de pobres que con su trabajo e
ignorancia mantuvieron a través de los siglos los privilegios de estas élites.
El contacto con militares latinos de otros países, especialmente los peruanos,
marcó de una forma especial a Chávez y a algunos de sus compañeros de curso. La
razón la cuenta en los libros ‘Habla el Comandante’ y ‘Un hombre, un pueblo’
resumida de la siguiente manera: 'Los militares peruanos, hablaban del pueblo y
los indígenas, compartían con ellos ... pronto comprendimos que la misión de los
militares no era masacrar al pueblo’ ‘…teníamos el ejemplo de Pinochet, el cual
no compartíamos por supuesto. El representaba a los militares que matan gente,
derriban, descabezan’. Y se inició la alianza cívico - militar. Nació
el del MBR-200 (Movimiento Bolivariano Revolucionario - 200).
La
onda telúrica de su influjo.
Sobre toda la historia
del MBR-200 habrá tiempo de redundar. Por ahora, mi interés es dejar una
constancia de la importancia de este hombre mestizo, llanero, campesino,
militar, ciudadano, cantante del ‘tres corrido’ y revolucionario desde las
entrañas. Tal vez por las anteriores cualidades y a pesar de ellas, la campaña
mediática tradicional nacional e internacional se arreció en contra de su
persona, de sus gustos y actuaciones. Y es lógico. Nuestros países latinos,
subdesarrollados, repletos de recursos naturales y repletos también de
mestizos, indígenas, afroamericanos, zambos, mulatos y demás clasificaciones
raciales que nos inventó el imperio español; han sido desde esos tiempos y lo
son ahora, dirigidos por un pequeño puñados de élites de ojos azules o verdes,
de piel nacarada, de barbas rojizas, de rasgos sajones o eslavos. Ahora
enriquecidas por algunas migraciones cercanas a la media luna fértil. Por supuesto
estas élites, no gustan del canto popular, tampoco de las expresiones de
efusividad latina, ni de las carcajadas descollantes del campesino que celebra
las gracias de sus nietos. Se ‘alimentan’ en mesas con más cubiertos que los
que puede abarcar la vista, toman champagne en copa de tallo largo y se
frecuentan en clubes exclusivos y en viajes alrededor del mundo. Son élites
dueñas de los mass media y también de muchos de los empleados de estos
medios. Por lo tanto, no podían permitir que la imagen del pueblo celebrando su
emancipación fuera presentada como un ejemplo de vida digno de celebrar e
imitar.
Homenaje en Pereira. Marzo 06/13 |
En Colombia, donde la
concentración y manipulación mediática es tan apabullante, se nos vendió al
coronel revolucionario como a satanás. Fue mostrado incesantemente como un ser
burdo, hostil, fastidioso y sobre todo tirano. Nuestras ansias de mejor familia
y sangre azul, en muchos casos acogieron esta imagen: ‘la compraron’. Pero
pocas personas han entendido que Hugo Rafael Chávez Frías, cuando cantaba, cuando
se dirigía a través de sus medios en arrebatadores discursos, cuando se vestía
ataviado con las ropas populares; no estaba dirigiendo su mensaje a la élite, a
la oligarquía y su finas pero turbias maneras. No. ¡Chávez se dirigía a su
pueblo!
Sólo el pueblo entiende
al pueblo, y sólo la élite se entiende entre sí. Sólo quien ha pasado hambre,
desnudez, desempleo, atropellos de los poderosos; puede entender a otro ser
humano que ha vivido las mismas experiencias. Jamás, la élite oligarca podrá
desde su trono, en la soledad de la indiferencia y la vanidad; comprender a un
campesino que perdió su cosecha, al empleado que perdió su trabajo, al padre o
madre que no tuvo pan para darle de comer a sus hijos o al estudiante que debió
recorrer descalzo varios kilómetros para ir a estudiar.
Por eso, a pesar de los
odios viscerales y desinformados; Chávez es grande. Y como grande, muchos
países y seres humanos alrededor del mundo le rendimos homenaje a su memoria, a
su fuerza, a su valentía, a su entrega y sacrificio, a su martirio. Pereira no
fue la excepción. Muchos asistentes al homenaje callejero. Muchos curiosos,
muchos incrédulos y excépticos ante lo que veían. Dos o tres energúmenos
puteando.
Y no se trata de que
las ideas socialistas, bolivarianas y chavistas se quieran implantar en
Colombia. No es que reaparezca el fantasma del comunismo internacional o de
plataformas políticas foráneas. Colombia es Colombia y Venezuela es Venezuela.
Si bien es cierto, que América Latina es una gran ‘Nación’, también es cierto
que en esta etapa de la historia, los nacionalismos han llevado a los países a
transitar ciertos caminos particulares.
Pero de la historia de
Chávez, queda que las regiones son importantes, y que desde allí se construye
la patria, el país, la revolución. Desde las particularidades sociales,
étnicas, económicas y culturales. Como lo planteó desde siempre nuestro
admirado compatriota y sociólogo colombiano Orlando Fals Borda: Desde la
diferencia, desde las regiones, desde la solidaridad y la participación del
pueblo; se debe construir el futuro de la Nación. Por eso somos sentipensantes.
Chávez lo entendió, lo practicó. Y el pueblo lo elevó a la gloria y se elevó
con él.