Foto/ Carlos Mario Marín Ossa |
En
medio de las tensiones cada vez más abiertas, más incisivas e insidiosas, más
lacerantes para el futuro de los habitantes de este país colombiano, cuando las
aguas sucias de la corrupción nos llegan hasta el cuello y amenazan nuestra
dignidad, nuestros derechos y valores, cuando la situación económica, política,
social y cultural ha tocado fondo; en tanto que las élites económicas y
políticas que detentan el poder desde la conquista y la colonia se tornan cada
vez más mezquinas y le niegan a cuarenta y seis millones de compatriotas el
derecho al trabajo digno, el derecho a una educación digna, el derecho a una
salud digna, universal y de calidad, con goce efectivo de dicho derecho fundamental
que garantiza la vida y el derecho a un futuro de autodeterminación; resurge
con mayor fuerza el rechazo a esa clase económica y política corrupta que ya ni
disimula cuando nos atropellan y nos roban. El voto en blanco es la salida de
moda, como una vedette que nos ofrece dichas insospechadas.
Movilizacción campesina en Colombia. Exigieno sus derechos y futuro para el campo colombiano. |
Efectivamente,
el voto en blanco es una opción para mostrar el rechazo a esta situación
calamitosa. Como ya muchos sabemos, otros sospechan y la inmensa mayoría
desconoce, si el voto en blanco supera la mitad más uno de los votos válidos en
unas elecciones, las mismas deben repetirse con diferentes candidatos.
Hoy
por hoy, a lo largo y ancho del país cientos de colombianos lo promueven y
recogen firmas para que esta opción aparezca como un candidato más. En los
tarjetones a corporaciones y presidencia lo encontraremos en su ubicación
habitual. La indignación de vastos sectores organizados de la población pide
que se vote en blanco en las elecciones de 2014 para rechazar y combatir la
corrupción rampante de la clase que hoy y ayer nos ha gobernado.
Es
aquí donde debemos preguntarnos si además de la indignación desde las redes
sociales y desde algunos escenarios citadinos y rurales, existen las
condiciones reales y materiales de una población colombiana estructurada
políticamente para asumir dicho reto a conciencia.
¿Los
promotores del voto en blanco han realizado los procesos de educación política
de la gran mayoría de la población para que sepan qué van a hacer cuando
marquen la casilla voto en blanco, cuál es el objetivo de ello, y tengan la
voluntad de hacerlo resistiendo las dádivas de los delincuentes electorales?
Movimiento salud digna. En rechazo al proyecto de reforma a la salud 210. Bogotá, Noviembre de 2013. Foto / Carlos Mario Marín Ossa |
Desde
mi punto de vista, creo que deben darse ciertas condiciones a saber:
1.
¿Sabe
la mitad más uno de los colombianos inscritos en el censo electoral qué es el
voto en blanco, qué representa?
Porque el voto en
blanco es el mensaje que envía un ciudadano a la clase política en contienda, y
que dice que ninguno de los candidatos inscritos en una elección, representan
los intereses del mismo. Es el rechazo al status quo vigente.
2.
¿Comprende
la mitad más uno de los colombianos inscritos en el censo electoral lo que
ocurre cuando el voto en blanco triunfa en este porcentaje?
Porque si el voto en
blanco alcanza el nivel de votación requerido, las elecciones deben repetirse y
ninguno de los candidatos inscritos originalmente pueden participar en los
nuevos comicios. Pero los partidos políticos que participen en el nuevo llamado
serán los mismos y designarán otros candidatos que al final defenderán los
mismos intereses de los inhabilitados por la decisión de rechazo inicial, salvo
que la votación se oriente al partido o partidos que proponen y trabajan desde
otras orillas de los actuales detentadores del poder (y en Colombia existen).
3.
¿Los
promotores del voto en blanco han asumido realmente la tarea de formación
política del pueblo, para que este tome dicha decisión de forma autónoma y
consciente?
Es una condición
indispensable la educación política de la ciudadanía. Sin ella, no hay
capacidad de decisión, de valoración acerca de la responsabilidad que se tiene
con los problemas que nos aquejan, ni tampoco de buscar como un frente unido el
triunfo del objetivo planteado. Es una cuestión de calidad y cantidad.
4.
¿Realmente
consideran los promotores del voto en blanco que no existe ni una persona, agrupación
de personas o partido que representen sus anhelos, que defiendan sus derechos,
que trabajen para buscar la solución a los problemas que aquejan a este pueblo
en materia de equidad, de mejor y mayor distribución de la riqueza, de defensa
de la producción nacional, de defensa de un trabajo digno y de calidad, de
defensa de la educación para todos y como derecho, de defensa de la salud como
derecho fundamental rechazando el negocio con el dolor humano, de defensa de la
soberanía y el territorio rural y urbano, de defensa y movilización para que
los impuestos, tasas y contribuciones que se nos cobran sean justos y acordes a
las posibilidades socioeconómicas de los ciudadanos, de búsqueda de la paz, entre
muchos otros temas?
Porque lo que nos ha
mostrado la realidad del país en estos dos últimos años, es que personas
organizadas gremial, sectorial y políticamente para la defensa de todos estos
temas si existen.
Si
las anteriores condiciones se cumplen (pueden ser algunas más), entonces
estamos preparados como pueblo para votar en blanco y cambiar a la actual clase
política de la nación. Pero si las anteriores condiciones no se cumplen,
entonces con la promoción pasional del voto en blanco, terminamos siendo
cómplices de los mercaderes electorales, de las bandas delincuenciales que
compran conciencias e inducen al delito electoral a la ciudadanía. Y esto,
porque la clase política tradicional del antigüo y nuevo frente nacional,
negocia con la miseria de los colombianos. Todos sabemos que en los barrios donde
impera la miseria, los votos están comprados, ese caudal electoral ya tiene
dueño, y es precisamente porque la ignorancia y el hambre son sobornados con
dinero, tejas, lechona y todo el vademecun de la corrupción política. Así forma
la clase política corrupta sus mayorías electorales y se reeligen
indefinidamente para de la misma forma apoderarse del erario.
Y
hay cómplices. La clase media, los intelectuales, los abstencionistas, los
indiferentes, los pasionales irreflexivos de opciones no planificadas y los
temerosos.
En
las condiciones actuales de formación política del pueblo colombiano, no es
viable apostarle al voto en blanco. Es una gran opción, respetable y digna.
Pero mientras que el clientelismo electoral captura con limosnas y dádivas el
voto de los más pobres, asegurándose su permanencia en el poder, el voto en
blanco le quitará posibilidades de triunfo a quienes encarnan opciones
distintas y éticas del ejercicio político en bien de toda la población. Si
quienes tienen mayor discernimiento sobre el fondo de los problemas que nos
aquejan, y reclaman cambios estructurales, no toman la opción de llevar a los
escenarios de decisión política a quienes demuestran día a día que buscan
cambios que nos beneficien a todos, entonces estarán condenando a las presentes
y futuras generaciones al caos, la miseria y la violencia.
Algunos
ahondarán en la historia de quien escribe estas líneas y se encontrarán con que
hace parte de un partido político alternativo, y que es además candidato. Las
críticas, la desconfianza y el rechazo no se harán esperar. Pero la repuesta es
sencilla y contundente: si los indignados reclaman cambios en el estado de las
cosas, si exigen derechos, un mejor futuro, justicia y equidad, señalando a la
clase política tradicional que se parapeta en el bipartidismo del frente
nacional y se esconde en los partidos recién creados como estrategia de engaño
y confusión, o de refugio de los indeseables por prácticas que tocan los
linderos del código penal; entonces existimos ciudadanos que asumimos el reto
de buscar cambios estructurales. Debemos salir de otras opciones diametralmente
opuestas a las prácticas opresivas. Por supuesto hay otras personas que siguen
esta misma práctica y esta lucha por un mejor futuro. Quienes asumimos el reto,
esperamos también que se sumen los indignados de las redes sociales, los
promotores del voto en blanco, los que rechazan la corrupción en las salas de
su hogar. Sean también candidatos y asuman el deber ciudadano de buscar
solución a sus problemas.
Hay esperanza. Movilización social frente al Congreso de la República. Noviembre de 2013. Foto / Carlos Mario Marín Ossa |
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