Por. Carlos Mario Marín Ossa *
@MarioossaM
Colombia, país de
pasiones deportivas, en donde durante diferentes etapas de la historia moderna
hemos admirado a deportistas consagrados - por lo general de extracción
humilde- con fervor y admiración
delirantes. ¿Cómo no recordar el ascenso de Lucho Herrera en el Alpe D´Huez y
también su llegada triunfal a la meta en España, que lo consagró campeón de la
ronda Ibérica? ¿Cómo olvidar al gladiador Miguel “Happy Lora” –exhausto-
levantando sus brazos al ganar el título mundial de los Walter Junior, en los años
ochenta? ¿Cómo no erizarse al ver de nuevo los cinco goles que la selección
Colombia le asestó al equipo Argentino en pleno Monumental de Buenos Aires
(perdoná Ricchetti)? ¿Cómo no hacer fuerza en los momentos que María Luisa
Calle o la Chechi Baena realizaban sus últimos esfuerzos, para pasar primeras
por la línea de meta en su bicicleta o en sus patines? ¿Cómo no apretar los dientes hasta el punto
de hernia, para ayudarle en la distancia a la “negra de oro” María Isabel
Urrutia, para que alcanzara la primer medalla olímpica en la historia del país
y la cúspide de sus sueños deportivos? ¿Cómo no recordar los sucesos de la reciente olimpíada, en donde esa hermosa chica llamada Mariana Pajón que antes de mostrar que es la mejor en su disciplina, habló con la convicción de quien ha hecho bien las cosas, no se las deja al azar y sabe lo que quiere y puede dar? Así mismo gozamos con Catherine Ibargüen y los demás deportistas colombianso que obtuvieron la gloria en Londres.
Pues bien, los
quijotes no se acaban. Y aquí en el área metropolitana Pereira-Dosquebradas,
encontramos a un grupo de jóvenes apasionados hasta el delirio por el rugby.
Rhinos rugby club es
la musa de sus ilusiones deportivas y
centro de todos sus esfuerzos (y esto es cierto literalmente). Liderado entre
otros por José Fernando García Baena –Licenciado en Matemáticas- quien oficia como
Desarrollador (una suerte de gerente deportivo y administrativo) y capacitador
de jueces; y por Jorge Acevedo - quien oficia como técnico del club-.
Fotografía/ Carlos Mario Marín Ossa |
Llego a ellos por una
referencia que me hiciera mi amigo Juan Alejandro Giraldo, un Licenciado en
Deportes, por supuesto amante de los mismos y quien es también integrante del
equipo y del club. Los encuentro en una cancha contigua al Colegio Fabio
Vásquez Botero, en donde entrenan todos los sábados con tesón y sorteando las
inclemencias del clima. Ahora entrenan en una cancha embarrada de lodo y aunque
la vista de estos jóvenes empantanados, corriendo con un balón en la mano deja
un cierto halo de romanticismo y nostalgia por el hecho de ver a quien persigue
su quimera pese a la adversidad; lo cierto es que deberían entrenar en mejores
condiciones.
Me acerco a José
Fernando y este comienza a contarme lo básico del rugby: “El propósito del
juego es ganar terreno utilizando la pelota sin cometer faltas. Para anotar el
jugador debe entrar a la zona de “engol” y apoyar la pelota en el piso. Así se
obtienen cinco puntos. Después de los puntos se puede patear hacia los palos
(que tiene forma de H) y obtener dos puntos más. El pase del balón se hace
siempre hacia atrás, se corre con apoyo y se debe mantener la continuidad del
juego. El equipo consta de 8 delanteros
y 7 jugadores de línea. Los delanteros se encargan del juego fuerte, de la
percusión (contacto con el rival). Los jugadores de línea son quienes deben
correr hacia anotación por los espacios abiertos, ya que son los jugadores más
rápidos”. Es un juego de estrategia y solidaridad. Advierto en sus
explicaciones un tema de valores que maneja el deporte y que aporta el club
como iniciativa. Aunque es un deporte fuerte, se manejan unos valores que se
inculcan por parte de los directivos del club. Lo principal es divertirse. Pero
también me cuenta José Fernando, que el rugby tiene un valor espiritual implícito, que es el respeto por el juego. El
respeto se inculca con insistencia; respeto por sí mismo, respeto por el
contrario, por el juez y por el entrenador. La solidaridad y la persistencia
son otros de aquellos valores. “Queremos que los jugadores sean ante todo
buenas personas como primer paso y luego buenos jugadores de rugby”, me indica
este joven batallador con su mirada grave.
Rhinos Rugby Club - Risaralda |
Rhinos rugby club
nació en 1999, cuando Germán Horacio Ordoñez llegó de Bogotá y trajo a Pereira
la práctica de este deporte, que en Colombia se juega desde hace quince años; y
que desde hace tres es deporte olímpico. Germán Horacio falleció hace algunos
años, cuando se desempeñaba como veterinario del zoológico Matecaña; y fue
atacado por “Pirinolo” el elefante que alguna vez estuvo en el zoológico
privado de Pablo Escobar Gaviria. Hoy en honor a él (a Germán Horacio, por
supuesto, que no va a ser al elefante) y a su legado, se juega en Pereira el
“Torneo Rugby 15 –Germán Horacio Ordoñez-” en donde participan varios clubes
masculinos y femeninos de la zona.
En sus inicios, el
club fue apadrinado por “Los Osos” de la Universidad Nacional de Bogotá. A
través de su historia sólo ha tenido el apoyo del Colegio De La Salle y de la
Universidad Católica, quienes han prestado sus canchas como sitio de
entrenamiento. Actualmente tienen un patrocinio del gimnasio Skandinavia,
quienes les ha proveído uniformes. De resto, trabajan casi que exclusivamente
para el rugby. El sostenimiento es de su bolsillo. “Hoy está conformada la Liga
Risaraldense de rugby, la que está adscrita a la Federación Colombiana del
deporte; y esta a su vez a Coldeportes y al Comité Olímpico Colombiano. Varios
jugadores del club han salido al extranjero, a países como Nueva Zelanda,
Inglaterra, Francia, Argentina y Estados Unidos (lo que demuestra la calidad
del club y su formación), también han pasado varios extranjeros por el mismo y
actualmente entrenan con nosotros dos franceses”.
Pese al esfuerzo y
dedicación, no han contado con apoyo de la empresa privada ni de los gobiernos
locales. Cuando comenzó esta historia, presentaron cinco proyectos ante la
alcaldía de Pereira –algunos de ellos en el anterior gobierno- pero ninguno ha
sido atendido. “Hemos llegado a tener quinientos niños interesados en jugar
rugby, sin que logremos desarrollar un proceso con ellos por falta de apoyo. No
es nuestro interés lucrarnos de ello, pero si requerimos recursos para seguir
el proyecto que es básicamente social. Hoy en día tenemos una escuela de niños,
que se sostiene con un aporte mensual de ellos por valor de cinco mil pesos,
para refrigerios y cosas del entrenamiento”.
Se encuentra Rhinos
compitiendo en el torneo de las seis regiones con equipos de Manizales,
Armenia, Caicedonia, Ibagué y Neiva; al lado del club “Arrieros” de la UTP.
Esto en categoría masculina. En tanto se compite con clubes del país, al lado
de los risaldenses “Hienas” y “Arrieras” en categoría femenina.
Rhinos rugby club,
espera patrocinio para sus participaciones deportivas, sus sitios de
entrenamiento y para el fortalecimiento
de sus escuelas de niños. La empresa privada puede posar sus ojos en este grupo
de jóvenes quijotes que se la juegan toda por el rugby.
@MarioossaM
Crónica publicada originalmente, en Hojas Sentipensantes No. 8, edición Octubre-Noviembre de 2012.
Crónica publicada originalmente, en Hojas Sentipensantes No. 8, edición Octubre-Noviembre de 2012.