Por. Carlos Mario Marín Ossa*
foto/Carlos Mario Marín Ossa, / Habitantes de La Virginia - Risaralda. Protesta Damnificados del invierno. |
Los choques protagonizados por los habitantes damnificados del invierno, de La Virginia – Risaralda, ocurridos el pasado 27 de marzo, son la punta del iceberg de una situación que amenaza con colapsar. Esa mañana en Pereira, el día claro y soleado, no nos indicaba lo que en pocos minutos iba a ocurrir en el llamado “puerto dulce del Risaralda”. Con un equipo del periódico Hojas Sentipensantes, partimos hacia el municipio ubicado a orillas de los ríos Cauca y Risaralda, hacia el noroccidente de la capital Risaraldense. No bien hubimos arribado a la variante, sobre la carretera que conduce hacia Anserma, el espectáculo daba cuenta de lo que había acabado de ocurrir. Un grupo de uniformados de la policía nacional, pertenecientes al ESMAD se reubicaba a los lados de la carretera nacional; en tanto que un reducto de manifestantes iniciaba su caminata hacia la alcaldía del municipio. Algunos pocos lo hacían hacia el hospital, heridos, producto de los choques que pocos instantes antes se habían desatado entre los damnificados que protestaban y el grupo del ESMAD, que los desalojó por la fuerza, cuando los primeros intentaron bloquear la vía, para llamar la atención del los gobiernos local, regional y nacional; acerca del drama que viven por cuenta de las inundaciones de temporadas pasadas. El saldo: diez manifestantes heridos por las balas de goma de la policía y los gases lacrimógenos; y 2 policias contusos.
En tanto avanzamos a un lado de los pocos manifestantes que desordenadamente se dirigían hacia el palacio administrativo, comenzamos a advertir a nuestra derecha, la construcción de jarillones, que retroexcavadoras van apilando a la orilla del rio Cauca. A la izquierda, el rostro mezcla de desesperanza, impotencia y rabia de unos pocos damnificados lanzando arengas. Sobre todo el panorama el Cauca inconmensurable con su superficie serena.
A la altura de las primeras casas, giramos hacia el rio, para observar más de cerca las obras de mitigación. Aquí observamos la construcción de jarillones con los que se intenta contener las aguas del rio Cauca, en las épocas de invierno, cuando su caudal crece e inunda irremediablemente, las casas de los habitantes. Y decimos irremediablemente, porque nadie hace nada por evitar el desastre anunciado y cientos de veces sufrido. A un lado, obreros construyen unas cámaras de desagüe, para encauzar las aguas lluvias y de alcantarillado de este sector de la población. “Es que el rio corre hacia arriba” y cuando se crece no permite que el caudal del rio Risaralda, -que también llega crecido- descanse en sus aguas y encuentre forma de disminuir su nivel. Por esta razón se desbordan ambos e inundan los barrios, nos dice un lugareño que se ha acercado para saber que hacemos allí preguntando y fotografiando los alrededores.
Vista del margen izquierdo del rio Cauca. Sector Caimalito. |
La Virginia es un municipio de aproximadamente 37.000 habitantes, 98% de ellos viven en el área urbana y el 2% restante en el área rural. De acuerdo a algunos habitantes consultados, desde hace más de 100 años el municipio se inunda de esta forma, sin que las autoridades ni el gobierno hagan nada por solucionar la situación. Sin embargo en un estudio de diagnóstico de riesgos ambientales, realizado por la CARDER, en tiempos recientes ( ver http://www.carder.gov.co/doc_misionales/riesgos/Diagnostico%20de%20Riesgos%20La%20Virginia.pdf ) se puede verificar que según registros, desde el año de 1933 hasta febrero de 1999 se contabilizaron 31 inundaciones en el casco urbano (el más poblado) afectando especialmente barrios como El progreso, Caimalito, San Carlos, Alfonso López, La Arenosa, entre otros. Son sectores donde vive población extremadamente pobre. La mayoría subsiste del rio, que les entrega su sustento pero que paradójicamente, en cada invierno les quita todo. Sólo subsiste la esperanza. Pero también la desazón. En los últimos años y con ocasión de un cambio climático acelerado y sin precedentes en la historia humana, las temporadas de lluvia han arreciado y su frecuencia se ha acortado Sin embargo no sólo esto cambia, pues las condiciones de miseria de esta población se mantienen y se profundizan. También las tácticas politiqueras se han refinado. Y cada cierto tiempo aparecen personajes que buscan el favor de estos esperanzados irredentos, para hacerse a su voto. Según Jesús Serna, habitante de La Virginia, hay dos personajes que están asesorando de forma errónea a la gente de Caimalito, con el fin de posicionarse de cara a las elecciones de JACs (juntas de acción comunal), que se van a celebrar en abril. Luego desaparecen.
Llegamos por fin al sector de la Alcaldía municipal, en donde se han concentrado los manifestantes. En sus alrededores se viven ambientes aparentemente contrarios. Por un lado están quienes se encuentran sumergidos en su rutina cotidiana, en labores de comercio o de un transporte mermado por la situación de la mañana. Otros se encuentran abstraídos de los eventos que se desarrollan frente a la alcaldía; y a sólo 10 metros de allí, se dedican a jugar cartas.
Protestas frente a la Alcaldía. /Carlos Mario Marín Ossa |
Me acerco a un grupo de manifestantes, en donde observamos a una mujer que fue herida por el ESMAD en los disturbios de la mañana. Flor Alba Villami no se fue para el hospital. Ella ha preferido continuar protestando por la forma como según su percepción ha sido engañada por los gobiernos local, departamental y nacional, cuando el Presidente Santos visitó el municipio en semanas anteriores así también por la forma como la policía los agredió. Segú sus palabras “El alcalde (Nelson Palacio) hizo un censo de damnificados y contaron más de cinco mil, pero en las listas sólo aparecen mil, darles auxilios. Hay gente en esa lista que vive en el centro y no fue damnificada”.
María Aleyda Mosquera Maturana se acerca para decirnos que “piden a los gobernantes, que no jueguen más con las ilusiones del pueblo. Este pueblo lleva más de cien años inundándose y los políticos vienen en elecciones para prometer soluciones, pero no cumplen”. Tal vez en lugar de pedir respeto, deberían mejor exigirlo. En ese momento el alcalde Palacio sale al balcón de la alcaldía, que se encuentra fuertemente custodiada por la policía. Intenta calmar a la muchedumbre enardecida. Pide que la comunidad se manifieste, pero de forma pacífica. Explica que ha intentado encontrar soluciones en la gobernación y en el gobierno nacional. Promete incluso liderar una marcha hacia Pereira, a la gobernación, para pedir las ayudas. Incluso contratar buses para marchar a Bogotá, si es necesario. Ahora la turba aplaude a rabiar. Los ánimos se apaciguan un poco. Es curioso como con palabras la gente se olvida de su drama.
Lo cierto es que entre la población damnificada, la percepción es que el alcalde los ha engañado. Dicen que no ha cumplido sus promesas respecto a este problema. El se defiende, asegurando que el Doctor Carlos Iván Márquez –Director Nacional de la oficina de gestión del riesgo- le prometió unos recursos suficientes para atender esta crisis; y luego de forma oficial dice que estos recursos se recortaron por decreto, desde el gobierno nacional. En declaraciones a medios televisivos, culpa al gobierno local y al CLOPAD, del fracaso del proceso con los damnificados de las inundaciones.
Por lo pronto, La Virginia, con un presupuesto general de recursos y rentas de capital para el año 2012 de $ 13.776.516.791 (ver acuerdo municipal 009 de noviembre de 2011), ayudas entregadas por la Unidad nacional para la gestión del riesgo de desastres (según su página http://www.sigpad.gov.co/sigpad/noticias_detalle.aspx?idn=1310 ), por más $ 9.000.000, representados en Equipos de hidrosucción y limpieza de alcantarillado $65.000.000, Subsidios de arriendo para 676 familias $393.420.000, Banco de maquinaria $60.000.000, Apoyo para combustible $40.000.000, Ayudas Humanitarias $1.658.000.000, Apoyos Económicos $7.335.000.000; seguirá naufragando entre contradicciones gubernamentales, la indiferencia de sus coterráneos, la ignorancia sobre la verdadera magnitud del problema, la desorganización y mala memoria de los afectados y las agua caudalosas de los ríos Cauca y Risaralda, que se aprestan para recibir la descarga de una nueva temporada invernal. Ojalá surja la organización y la conciencia.
Proyecto construcción jarillones. |